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Cerro Muriano, de campamento minero británico a base militar de la OTAN

Ortofotografía del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea, 2011.

Redacción Cordópolis

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La población de Cerro Muriano se sitúa al norte de la ciudad de Córdoba, entre los términos de este municipio y el de Obejo, lugar de paso entre el Valle del Guadalquivir y Sierra Morena, donde han transcurrido históricamente importantes vías de comunicación y de trashumancia: la vía que unía a las dos capitales romanas de la Bética y de la Lusitania (Corduba y Emerita Augusta), el camino Mozárabe de Santiago, la cañada Real Soriana, la carretera Córdoba-Almadén (hoy N-432 Badajoz-Granada) y el ferrocarril Córdoba-Almorchón. Sin embargo, el carácter forestal de este espacio, asociado a una topografía accidentada, no contribuyó a fijar población hasta muy recientemente, vinculada a la actividad minera.

En un extenso reportaje publicado en la web del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía se puede conocer el devenir de la historia de Cerro Muriano, una zona con una riqueza mineral explotada desde el tercer milenio antes de nuestra era. Sin embargo, no fue hasta la época romana cuando se explotaron los filones de cobre. No obstante, es a finales del siglo XIX cuando se establece una empresa con capital británico y nace el asentamiento tal como hoy es conocido. La vida útil de esta explotación fue tan corta como intensa, ya que los británicos abandonan la explotación en 1918 pese a que de las minas se extraía cerca del 10 por ciento de la producción nacional de cobre. Siguiendo la lógica de explotación colonial de los recursos y optimizar los beneficios, cesa la explotación al decaer el interés de la propiedad. En ese tiempo se establecieron un conjunto de instalaciones industriales que fueron innovadoras en su momento, en torno al cual se localizan los elementos necesarios para hacer la vida cotidiana a sus trabajadores y cuadros medios nativos, así como a la dirección de origen británico. El interés de estos restos han sido reconocidos en 2010, cuando se declaró la zona minera de Cerro Muriano como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Sitio Histórico.

La compra de una importante finca al norte de Cerro Muriano por el Ministerio de la Guerra determinó el establecimiento de unas instalaciones militares, modestas en principio, que crecieron en 1964 cuando se instalaron los centros de instrucción de reclutas en Cerro Muriano y Obejo. A partir de la reorganización de las fuerzas armadas en 1984 y de la integración de España en la OTAN se convierten en la principal base militar del Ejército de Tierra en Andalucía. Es la sede de la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán el Bueno. Sus instalaciones han crecido y modernizado conforme a las nuevas funciones que ha ido adquiriendo.

La explotación histórica de los recursos mineros: la corta e intensa vida de la Córdoba Copper Company Ltd

La red filoniana de Cerro Muriano ha de ser considerada como un caso excepcional en la Península Ibérica, tanto por sus medidas de longitud-profundidad como por sus altos tenores en cobre. Está constituida por más de 100 filones, siendo 17 los aflorantes y encajados en fracturas hercínicas. El origen de la minería en Cerro Muriano hay que buscarlo en el III milenio a.C., durante el Calcolítico, momento que adquiere una especial relevancia, pues es entonces cuando comienzan a formarse estructuras relativamente estables de liderazgo social que provocan la formación de las primeras sociedades con jerarquía entre sus miembros. Estos viejos sistemas de explotación en superficie han dejado en parte sus huellas, emergiendo a la superficie en forma de embudos, cortas, pozos, socavones en rampa o extensas escombreras donde se han recogido con frecuencia martillos de escotadura de diversa tipología.

Es en la época romana cuando los filones de cobre de Cerro Muriano comienzan a explotarse de forma intensa y sistemática, especialmente por la minería subterránea, como lo demuestran los pozos de San Rafael, Levante o Victoria donde se llega a bajar más de 150 metros de profundidad en busca de los codiciados sulfuros. Plinio escribe por entonces: «la más alta reputación la tiene el cobre mariano, al que también llaman cordobés“. Las fundiciones romanas del Cerro de la Coja o el filón cuprífero de Siete Cuevas son unos de los complejos de minería subterránea antigua más importantes que se conocen en la Península Ibérica, y el magnífico estado de conservación de la mina Siete Cuevas ha permitido su estudio y ha revelado un alto desarrollo de la ingeniería y tecnología minera que indican la existencia de una alta especialización en el trabajo y de una planificación previa.

La Zona Minera de Cerro Muriano no vuelve a ser aprovechada hasta bien entrado el siglo XIX cuando la explotación de mineral se reduce a la recolección de escorias en superficie. En el Nomenclator de 1860 aparece en el término municipal de Obejo, una población descrita como “casas de minas”, compuesta por 11 edificaciones, de ellas 2 habitadas. A finales del XIX compañías de capital inglés adquieren en arrendamiento estos recursos mineros y se comienzan a explotar de forma intensiva e industrial los filones de cobre. Fueron cuatro las compañías inglesas que se asentaron en Cerro Muriano. La cuarta, la Cordoba Copper Company Ltd fue decisiva por la fuerte inversión que realizó: establecida en 1908, adquirió la propiedad de los terrenos y se dedicó tanto a la extracción de mineral como a la fundición del mismo, para lo cual se dotó de las instalaciones necesarias. Se trata de un complejo excepcional en la metalurgia del cobre no sólo en Andalucía sino en el resto del Estado, ya que muy pocos ejemplos de este tipo de plantas industriales inglesas han logrado sobrevivir hasta nuestros días, aunque sea en forma de restos. Para la extracción del cobre se desaguó e inició la explotación de los yacimientos cupríferos de Cerro Muriano, llegando a profundizar el pozo maestro (San Rafael) hasta los 400 metros, y poniendo en funcionamiento entre 1909 y 1919 otros pozos, una fundición para producir cobre blister (enriquecido), recibiendo para ello mineral de Huelva y de otros puntos. La zona de “lavaderos y fundiciones” conectaba con la vía férrea minera de Córdoba-Bélmez, desde donde se exportaba hasta el puerto de Sevilla con destino final a Inglaterra.

Este engranaje industrial funcionaba gracias a un conjunto de instalaciones que eran articuladas por la red de caminos que partían de muchos de los pozos, barrios mineros, talleres y oficinas, y que conectaban con el eje principal: la carretera de Córdoba-Almadén y a su vez con la línea de tren paralela. La necesidad de disponer de mano de obra junto a los pozos dió lugar a la edificación de dos barrios de mineros: el conocido “Barrio Norte”, próximo a los pozos número 1, 2 y 3, y el “Barrio Casas para Obreros” también conocido como “Muriano”, al suroeste y cercano a los pozos de Santa Victoria y San Rafael. Las casas de los mineros eran de muy baja calidad constructiva, de hecho, no quedan rastros del Barrio Norte, ni de las chozas circulares ni de los barracones donde se alojaban, sobreviviendo los cuarteles de aquellas de mampuesto, ladrillo y carbonilla del barrio de Muriano.

Este complejo minero, en su periodo de mayor actividad, llegó a dar empleo a 1.500 trabajadores (según otras fuentes, a 3.000), incluyendo a 120 familias británicas. Tanto es así que junto a los cuarteles de los barrios construidos exproceso para los mineros surgen también innumerables chozas y chabolas. Muy importante es la dependencia que mantenían estas instalaciones del complejo industrial de capital francés Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, del que recibía energía de su planta eléctrica, combustible (carbón) y otros materiales necesarios para el proceso de transformación del mineral del cobre.

Los problemas provocados por la caída del precio del cobre en la Bolsa de Londres tras la Gran Guerra obligó a la compañía a abandonar el enclave minero en 1919. Ese mismo año, las minas, terrenos e instalaciones son vendidas por 1.000.000 de pesetas a la Casa Carbonell que achatarra o vende todas las infraestructuras, menos la fundición, quizás con la esperanza de poner en funcionamiento el negocio una vez superada la crisis. Poco a poco se fue desprendiendo del resto de las propiedades como edificaciones y parcelas. Muchas de ellas fueron vendidas a particulares para la construcción de segundas residencias, debido a que con la desaparición de la actividad minera el área recuperó interés residencial por su cercanía a la capital y atractivo de sus inmediaciones, con espacios forestales como Los Villares, como sucedió con la residencia de la dirección de la mina, conocida como Villa Alicia.

Después de esa fecha, en Cerro Muriano han existido trabajos de minería del cobre a muy reducida escala en las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo, como las labores de recuperación del cobre y oro procedentes de los desechos provocados por la compañía británica. Éstas fueron llevadas a cabo por la empresa vasca Minera de Cantos Blancos en el Cerro del Depósito al este de la población, aprovechamientos que comportaron la construcción de un lavadero de flotación de minerales.

El Plano de Cerro Muriano de 1918 describe una población deslabazada, con los pozos mineros muy próximos y dotada con todo tipo de servicios relacionados con la minería y de áreas de recreo para el disfrute de sus habitantes: paseos, escuela, iglesia, jardines, oficinas, cantinas, fábricas, etc. En aquel año, el penúltimo de presencia inglesa, todavía se mantiene la vía férrea de mercancías que unía la Fundición y Lavadero con la estación de ferrocarril de Cerro Muriano. Desde las fundiciones, la vía atravesaba el camino del pozo de Levante y hacía una curva abierta dejando a su izquierda la fábrica de aserrar. Se distinguen dos barrios claramente planificados en cuarteles: el Barrio Norte (hoy desaparecido), y Muriano o el Barrio Obrero al sur. Además, hay uno de carácter más espontáneo en torno a la carretera, Los Morriones, y otros menores conocidos como el Botiquín y el Parque. Excepto Los Morriones, enclavado en el término municipal de Obejo, el resto pertenecía a Córdoba.

La explotación del mineral no fue posible sin la presencia del ferrocarril de la línea Córdoba-Almorchón, que tanta incidencia tendría en la población, localizada alrededor de estas instalaciones. Por estas vías ferroviarias la compañía inglesa recibía materiales y cobre que procedían de las minas de Río Tinto y, así también, se establecía la relación de los habitantes de Cerro Muriano con la capital y el Valle de los Pedroches.

La sección Almorchón-Belmez fue construida por la Compañía de los Caminos de Hierro de Ciudad Real a Badajoz y entró en servicio en 1868. En 1873 fue inaugurado el tramo entre Belmez y Córdoba, construido por la Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Belmez. La estación de Cerro Muriano fue inaugurada posteriormente, en 1905, coincidiendo con el desarrollo de esta población. El uso de la línea estaba muy condicionado por sus condiciones físicas, es la segunda del país en cuanto a la dureza de sus rampas. La necesidad de abaratar costes en su construcción propició un trazado que en tan sólo 19 km, la distancia que separa Córdoba de Cerro Muriano, debía superar los 400 m de desnivel existente entre ambos puntos, lo que se consiguió mediante fortísimas rampas que a lo largo de 10 Km. alcanzaban las 30 milésimas, llegando a las 33 milésimas en un corto tramo de unos 350 m.. Por otra parte, la escasa utilización de túneles en una línea de este tipo, llevó a adaptarse al terreno, rodeando los obstáculos con numerosas curvas generalmente de radio reducido, llegando a alcanzar los 180 m. en el túnel próximo a Los Pradillos. Ello provocaba que fuese una línea de explotación muy costosa y extremadamente lenta, que obligaba el uso de dos maquinas tractoras tanto para la subida, como para las bajadas, y que la siniestralidad fuese muy alta pese a que se instalaron vías enarenadas para detener a los trenes desfrenados y evitar o minimizar las consecuencias de los accidentes, que se sucedieron con frecuencia, siendo el más catastrófico el que ocurrió en 1920, a la altura del apeadero de Los Pradillos.

Ya durante la década de los 70 se produjo el declive de la línea, dejando de funcionar en 1974 para el tráfico de viajeros, quedando reducida al tráfico de mercancías o de trenes militares procedentes de Cerro Muriano. En 1992, debido a las obras para la construcción de la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla, el tramo de 4,2 Km de entrada en Córdoba fue levantado y con ello desapareció la conexión con la capital cordobesa. En la actualidad, la línea se encuentra parcialmente desmantelada y solo transitan trenes carboneros hasta la central térmica de Pueblo Nuevo procedentes de Puertollano. Los frecuentes trenes militares que partían de la estación de Obejo, especialmente necesarios para el traslado de los vehículos pesados blindados, también se abandonaron en la década de los 90 por el mal estado de la vía, y hoy se realizan desde la estación de El Higuerón en Córdoba.

Los acontecimientos bélicos y el establecimiento de los campamentos militares

Cerro Muriano es mundialmente conocido por un acontecimiento histórico, muy controvertido. Se trata de la imagen más simbólica y difundida de la Guerra Civil española junto con el Guernica de Picasso, una fotografía estremecedora sobre la muerte en directo. Robert Capa, fotoperiodista de origen húngaro, seudónimo de Endre Ernö Friedmann, quizás el fotógrafo de guerra más reconocido, tomó la instantánea de un miliciano que acababa de ser abatido en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936. La foto de Robert Capa, conocida como Muerte de un miliciano es, probablemente, no solo la imagen más famosa de la Guerra Civil, sino una de las más importantes del fotoperiodismo de todos los tiempos. También es muy controvertida, a lo que contribuye la temprana muerte de Capa, y que éste nunca quisiera hablar sobre las circunstancias que rodearon a esta fotografía. A lo largo de los años se debatió mucho sobre la autenticidad de la foto, o incluso de su autoría porque Capa estaba acompañado por su pareja y socia profesional a la que también se le ha atribuido, la fotógrafa Gerda Taro, fallecida tempranamente en el frente de Brunete. Ha sido en los últimos tiempos cuando la controversia se ha hecho más virulenta a raíz de la supuesta identificación del miliciano de la foto como Federico Borrell, miliciano anarquista alcoyano, dado que las circunstancias de su fallecimiento no son conocidas, por lo que algunos especialistas consideran que la muerte pudo ser simulada, o haber ocurrido en otro lugar, entre los que se postula de forma fundamentada Espejo (Córdoba). Desde el mirador próximo a la fundición, se puede observar el entorno del Cerro de la Coja, desde donde se considera que fue tomada la famosa serie fotográfica de Robert Capa.

Durante la II República, el entonces Ministro de Guerra, Manuel Azaña, adquirió para el Estado los terrenos al norte de Cerro Muriano, que actualmente ocupa la base militar. Antes de 1946 se establecieron en dichos terrenos unas instalaciones utilizadas de forma esporádica como campo de maniobras, como se observa en la cartografía del Instituto Geográfico Nacional de 1946, en la fotografia del vuelo americano de 1956, y sobre todo en el vuelo de 1962 del fondo CETFA del IECA.

Dichas instalaciones han sido muy conocidas por generaciones de españoles que realizaron el servicio militar allí, pues en el año 1965 se ubican en Cerro Muriano y en Ovejo los Centros de Instrucción de Reclutas (conocidos como CIR), creados por Orden del 4 de diciembre de 1964, y que fueron un total de 18, uno por cada región militar excepto la I Región con tres y la II (que comprendía Andalucía Occidental y Badajoz) y la III Región con dos. Su misión era recibir a los reclutas y darles una formación mínima en mes y medio de instrucción sobre orden cerrado, sobre las ordenanzas militares, armamento y práctica de tiro. Tras la jura de bandera el recluta se convertía en soldado y se incorporaba al cuartel de destino dentro de esa región militar.

La presencia de más de 3.000 reclutas por llamamiento, además de la tropa regular asignada a estas instalaciones, los cuadros de oficiales y suboficiales y personal civil empleado, más la asistencia de miles de personas a los actos de la jura, provocó un impulso a la alicaída población de Cerro Muriano. Aparecen un buen número de negocios ligados a servicios como alojamiento, hostelería, pequeño comercio, etc.

El Plan META de 1985, supuso una reorganización profunda del Ejército, la disminución en el número de reclutas y los CIR adoptaron el nombre de la región militar a la que pertenecían. Los CIR 4 y 5 pasan a denominarse “Sur”, pero las instalaciones de Cerro Muriano son ocupadas por una unidad recién formada: la Brigada Mecanizada. A partir de 1987 los CIR van desapareciendo y se vuelve al anterior sistema de enviar directamente a los reclutas a los cuarteles de destino donde conforman las denominadas Unidades de Instrucción de Reclutas para ser formados. En 2001 desaparece el servicio militar obligatorio, nutriéndose desde entonces el escalón de tropa de soldados profesionales.

En el Vuelo Americano de 1956 se observa que la huella de la actividad minera es evidente, especialmente los estériles y vertidos próximos a la fundición. El poblado de Cerro Muriano apenas se ha modificado, solo se observa un limitado crecimiento en Los Morriones, y la aparición de un diseminado un poco más al norte en el termino municipal de Obejo. Las instalaciones militares se ubican aledañas a la carretera local Cordoba-Obejo por Los Villares, que transcurre de norte a aur por el oeste de la imagen, pero se construye también un acceso desde Cerro Muriano. En el Nomenclátor de 1960 la población total era 1.189 habitantes, de ellos 606 adscritos a Córdoba, y 583 a Obejo, sin embargo, el número de viviendas era desproporcionadamente mayor en Córdoba (252 frente a 135).

Del interesante fondo de la Compañía Española de Trabajos Fotográficos Aéreos (CETFA), adquirido por el IECA, proceden dos fotogramas de un vuelo de septiembre de 1962. El primero de ellos es un fotograma del poblado, en el que se observa el contraste entre el urbanismo planificado del barrio obrero (el Barrio Norte ha desaparecido ya en esta fecha) y el carácter desordenado del resto de barrios, como Los Morriones y El Cerro, localizados al paso de las vías del ferrocarril, la carretera y la vereda de Los Pedrocheros. También se observa la aparición de nuevas viviendas en la zona forestal próxima al antiguo parque, inicio de la construcción de segundas residencias para vecinos de Córdoba. Entre los restos de la actividad minera destacan, por el grado de conservación e interés, los del lavadero-fundición.

El segundo fotograma muestra en detalle las instalaciones militares, que en esta época se corresponden con un campamento militar de uso ocasional. Su proximidad a una carretera pública, la ausencia de vehículos, el carácter de las instalaciones compuesta con unos pocos barracones y, sobre todo, la presencia de la huella de centenares de construcciones circulares preparadas para alojar a las tiendas de campaña, manifiestan que todas estas instalaciones tenían un uso ocasional, coincidiendo con la celebración de maniobras o de ejercicios de tiro en el próximo campo de la Sierra de los Santos.

En esta ortofotografía de 1977 se muestran los dos centros de instrucción de reclutas, al oeste Cerro Muriano (CIR 5) y al este, entre la carretera N-432 y el ferrocarril, Obejo (CIR 4). Ambos centros compartían los campos de tiro y una gran explanada en los Llanos del Conde, abierta entre los dos y donde se realizaban en ocasiones las ceremonias de la jura de bandera de forma conjunta. Ambos tenían instalaciones concebidas para alojar a un elevado número de personal durante cortos periodos de tiempo, con armamento ligero y prácticamente sin vehículos, por lo que buena parte de las instalaciones son naves destinadas para el alojamiento de las compañías. La construcción del CIR 5 obligó a realizar una variante de la CO-3408, para alejar a esta carretera de sus instalaciones.

Es notable el crecimiento urbanístico claramente vinculado con segundas residencias que se observa en Cerro Muriano, especialmente al sur, donde aparece la urbanización Villa Rosita, en el antiguo barrio del Botiquín. En las inmediaciones del inicio de la carretera al CIR 5 los crecimientos están relacionados con la prestación de servicios a los miles de soldados y familiares. Al sur de los Llanos del Conde se urbaniza una extensa zona forestal con viales, pero no llega a ocuparse con viviendas. La población ha tenido una evolución escasamente dinámica: alcanza los 1.100 habitantes, de ellos, 681 residentes en el término municipal de Obejo, que desde ahora lidera demográficamente el conjunto; no sucede lo mismo con el parque de viviendas que crece ostensiblemente hasta las 593 viviendas, de ellas, 372 en la parte cordobesa (Nomenclátor de 1981).

De campamento militar a base de una de las unidades más importantes del Ejército de Tierra

La política de defensa de España ha conocido en los últimos treinta años una profunda reorganización conforme a las nuevas misiones que el Estado democrático confiaba al Ejército, así como por la integración en la OTAN y en otras estructuras multinacionales. El Plan General de Modernización del Ejército de Tierra (Plan META) supuso un nuevo modelo que contemplaba alcanzar un mayor nivel de operatividad, a través de una mejor preparación del personal y del empleo de avanzados medios y tecnologías. Hasta entonces, la organización era marcadamente territorial, sustentada sobre las capitanías generales, y lo que se pretendía era transformar esa estructura territorial en una funcional y la reducción de efectivos del 50 por ciento con la desaparición de 116 unidades. En 1985 se establece la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán el Bueno X en las instalaciones de los CIR 4 y 5 de Obejo y Cerro Muriano, llamada a ser una de las más modernas y mejor dotadas, pues de hecho pasó a ser la primera unidad española que formó parte del Euroejército.

Su ubicación en los antiguos CIR estuvo motivada por varias razones: las instalaciones preexistentes que eran adecuadas para alojar las distintas unidades de la Brigada, la existencia del ferrocarril que permitía la llegada de trenes para el traslado de tropas y -sobre todo- de blindados, la presencia en la plaza de Córdoba de varias unidades del cuerpo de Infantería; y muy especialmente por la existencia de un campo de tiro y maniobras, Sierra de los Santos. Cuenta con 4.500 hectáreas, adecuado para las prácticas de los vehículos blindados, situado al norte de las instalaciones y conectado por un viario adecuado paralelo a la antigua N- 432. Es uno de los más grandes de Andalucía y del país: existen otros dos campos de maniobras con tamaños similares en El Rentín (Barbate, Cádiz) de 5.400 ha. de la Marina, y Álvarez de Soto Mayor (Viator, Almería) de 5.690 ha..

En 1990 se aprobó un segundo plan de reorganización, denominado RETO, con el objetivo de hacer frente a la disminución de efectivos (cifrada en un 25 por ciento) que se derivaba de la reducción del tiempo de prestación del servicio militar, que pasaba de doce a nueve meses. En 1994 vendría la tercera reestructuración, que recibió la denominación de Plan NORTE (Nueva Organización del Ejército de Tierra), en el que la división, con unos 15.000 hombres, deja de ser la unidad básica de la fuerza militar, entendida como una entidad autónoma y autosuficiente, para sustituirla por la brigada, una entidad más reducida, con unos 4.000 hombres, que debe apoyarse en otras unidades para intervenir en un conflicto. Esta concepción parte de la idea de que unidades españoles deberían ser polivalentes y flexibles para integrarse en organizaciones multinacionales, como el Cuerpo de Reacción Rápida de la OTAN.

Los sucesivos planes confirman la apuesta de Defensa por sus instalaciones de Cerro Muriano, que están inmersas desde 1996 en un ambicioso proyecto de mejora integral de sus infraestructuras, consiste principalmente en la remodelación y ampliación de las instalaciones existentes, con el objeto de dotarlas de una mayor funcionalidad. La base destina el antiguo CIR 5, su sector oeste, al Hogar del Soldado, un lugar destinado a la vida y ocio de la tropa fuera de las horas de trabajo, mientras que el este acoge los edificios y espacios para el desarrollo del trabajo, instrucción y adiestramiento diario. La reconversión ha sido profunda, ya que los CIR carecían de hangares para alojar vehículos blindados, el viario no se encontraba capacitado para soportar el paso de estos pesados vehículos (hasta el momento tan sólo habían aguantado el peso de camiones y no de carros de hasta 60 toneladas), así como para atender a su mantenimiento, almacenar nuevos materiales y atender a las exigencias de infraestructura para talleres, aparcamientos,… Además, el plan de mejora lleva todo un proceso de implantación de nuevas tecnologías para equipos de comunicaciones más sofisticados, herramientas más complejas y simuladores.

Las actividades militares han coexistido de forma pacífica con la población civil. La única incidencia notable es la proliferación de incendios forestales dentro del campo de maniobras por el uso de fuego real, o por la explosión accidental de artefactos abandonados; entre el 2012 y el 2014 se han sucedido 10 incendios y 11 conatos (incendio forestal menor de una ha) que han afectado a 814 ha. Consciente de este problema ambiental, y del riesgo que supone para la población civil, se han extremado las medidas de prevención y protección para minimizar estas incidencias.

En la ortofotografía de la Junta de Andalucía del 2001 se observa un notable crecimiento de las instalaciones situadas al este de la base militar, mientras que al oeste apenas hay transformaciones. Por ejemplo, se han derruido los barracones originales del primitivo campamento. Lógicamente, se han mejorado las comunicaciones entre ambas instalaciones y las de éstas con el campo de maniobras y de tiro. En esta imagen aparece en construcción la nueva variante de la N-432 y unos nuevos accesos a la localidad, que se alejan de la población y de la base. La vía del ferrocarril ya está desmantelada. Ambas circunstancias propician que los nuevos crecimientos urbanos se desarrollen en sentido longitudinal alrededor de estas infraestructuras y cosiendo los distintos barrios preexistentes, y fundamentalmente en un sector próximo a los Llanos del Conde. La población tiene ahora una dinámica muy positiva alcanzando los 1.488 habitantes: 619 en la parte de Córdoba, y 869 en la de Obejo (Nomenclátor de 2001).

En la imagen del Plan Nacional de Ortofotografía de 2011 la base crece fundamentalmente en las inmediaciones de la antigua carretera nacional y de los Llanos del Conde, donde se localizan nuevos hangares. Cerro Muriano crece demográficamente de forma considerable hasta los 2.246 habitantes (2014), siendo más dinámica en el sector de Obejo, beneficiado por la cercanía de la base, alcanzando los 1.358 habitantes. La parte cordobesa también ve aumentar considerablemente el suelo urbano, pero en este caso con una menor incidencia demográfica, dado que se trata en buena parte de construcciones de segunda residencia, dada la mayor calidad paisajística de este espacio arbolado. También es muy notable la presencia de grandes cortafuegos delimitando el campo de maniobras y protegiendo el área urbana, dada la sucesión reciente de incendios forestales y el riesgo que supone para la población.

La protección y puesta en valor de los recursos históricos ligados a la actividad minera en Cerro Muriano

El complejo industrial británico fue desmantelado y abandonado y nada queda de la maquinaria. Pese a ello, fruto de este proceso de explotación minera, Cerro Muriano todavía conserva todo un conjunto de restos interrelacionados, a través de los cuales es posible reconocer este valioso patrimonio que configura el paisaje de sierra, y que está amenazado por la expansión de las urbanizaciones. En julio de 2010 se declara a la zona minera de Cerro Muriano como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Sitio Histórico por el hecho de ser yacimiento arqueológico e industrial vinculado con la minería del cobre desde el Bronce Final hasta los años 60 del siglo XX, lo que hace de Cerro Muriano uno de los elementos patrimoniales más importantes y atractivos de toda la zona minera de Sierra Morena, dando lugar a un paisaje peculiar como consecuencia del paso de diferentes pueblos y culturas a lo largo del tiempo. La zona minera comprende veintiuna áreas patrimoniales distribuidas entre los términos municipales de Córdoba y Obejo entre yacimientos arqueológicos, pozos, minas, estructuras de fundiciones y de tratamiento del cobre, así como construcciones relacionadas con el transporte del mineral y restos de estructuras de las casas de mineros e utensilios muebles, bienes todos ellos que testimonian el desarrollo de una de las industrias extractivas más antiguas y relevantes de Andalucía.

La puesta en valor de estos recursos se facilitan con la existencia del Museo del Cobre, abierto en 2003, así como por el establecimiento de una ruta cultural. Esta ruta por la zona minera de Cerro Muriano comienza con una parada en el Museo del Cobre, dedicado a interpretar el conjunto patrimonial metalúrgico. Se encuentra ubicado en la antigua Casa Cuartel de la Guardia Civil. A lo largo de sus tres salas expositivas se muestra al visitante el proceso metalúrgico del cobre desde la Prehistoria hasta el período de explotación inglés, sirviendo también de ejemplo diferentes utensilios de trabajo extraídos del yacimiento del Cerro de la Coja, donde también fueron encontrados restos de un balneario romano, abandonado en época del emperador Tiberio. Para continuar el recorrido se ha de llegar hasta el Mirador del Cerro de la Coja, la cota más alta de la población de Cerro Muriano y que se encuentra ubicado en la cabecera del filón metalífero de Siete Cuevas. Desde allí se divisa una panorámica de la población, así como de las construcciones inglesas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, destacando sobre todos los restos de la conocida como Fundición de los Ingleses. Este paseo es posible realizarlo por la Vereda de las Pedrocheras, que da muestra de la importancia de este lugar como paso del ganado ovino, además de la riqueza minera de la zona.

El complejo industrial de la Cordoba Copper Company es un conjunto de aspecto monumental construido en mampostería, ladrillo rojo o carbonilla, al igual que el resto de construcciones inglesas de Cerro Muriano. Se halla, en la actualidad, aterrazado en varios niveles, algo que permite conocer las distintas fases de producción por las que se eliminaban las impurezas del mineral durante el siglo XX a través de estos tres niveles conservados. El proceso era, en primer lugar, la selección del material a pie de pozo para, posteriormente, ser trasladado a la planta de recepción de la fundición. El material, previamente, se vertía en tolvas y se trituraba para ser transportado mediante un sistema de cintas y así acceder hasta el segundo nivel. En este segundo paso, el material se clasificaba y se procedía a la obtención del concentrado del cobre, donde se cribaba y separaba de las impurezas por medios manuales y mecánicos de gravimetría. Una vez realizado este paso, se introducía en hornos para su fundición a 1.200-1.300 ºC hasta convertirlo en cobre blíster, de mayor pureza.

Ya que dentro de la localidad se conserva la estación y un conjunto de instalaciones ferroviarias de principios del siglo XX de la línea Córdoba-Belmez: estación, casa para ferroviarios, báscula-puente y andenes. Del resto de las instalaciones mineras destaca la construcción de uno de los principales pozos, el de San Rafael, explotado hasta los 100 metros de profundidad en época romana y los 400 por los británicos.

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