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REPORTAJE

¿Puede el andalucismo cultural emergente convertir los ‘likes’ en votos?

¡Vótame, Cobarde!

Juan Velasco

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Seis andaluces se meten en un cortijo y graban un disco. Uno de los temas acaba en un vídeo multipremiado y viral sobre Andalucía y, de ahí, pasa a ser la banda sonora de un anuncio exitoso que pone el acento en lo andaluz. Un humorista sevillano parodia en Twitter un programa político de máxima audiencia de La Sexta, subtitulando en andaluz el castellano parlante de los corresponsales y presentadores, mientras que otro dobla en argot malagueño imágenes de videojuegos y series de televisión. Una rapera y poeta vincula sus versos y rimas al feminismo andaluz, que reivindica, mucho antes de autoras más reconocidas, la importancia de los lazos comunitarios. Un escritor granadino publica en una pequeña editorial un libro que recoge la vida de los jóvenes en un pueblo andaluz cualquiera, y acaba seduciendo a una de las editoriales más potentes del país.

Son sólo algunos movimientos creativos que se han dado al unísono partiendo de Andalucía. Un escritor dijo una vez que para ser universal había que pintar tu aldea. Algo parecido ha ocurrido en el Sur de España, donde, de un tiempo a esta parte, la juventud ha pintado la aldea con los colores que ya tenía, para que brille un poco más fuerte y así se vea lo bonita que es. Y esto se ha hecho casi por generación espontánea, sin que haya un movimiento articulado. Evidentemente, nada surge de la nada, y el andalucismo cultural, un sentimiento emergente que ha eclosionado en los últimos cinco años, tampoco.

Como una bola de nieve, que ha ido creciendo a su paso, se ha generado en Andalucía un sentimiento que ha buscado resignificar sus símbolos hasta convertirlos en un hecho diferencial del que, por primera vez en mucho tiempo, se puede sentir orgullo. Se habla con acento propio, como reivindicaba aquel anuncio de Cruzcampo que evidenció, de la manera más clarividente posible, que lo periférico podía estar en el centro. Así, como una ficha de dominó empujando a la siguiente, es como el hecho diferencia andaluz, incluso como el andalucismo, ha vuelto a situarse en el centro de una campaña para las elecciones regionales.

Hacía décadas que no se ponían sobre la mesa los asuntos que hay hoy de cara a las elecciones del 19J: la situación subalterna de Andalucía respecto al centro, la nacionalidad histórica lograda a través del estatuto de autonomía, la posibilidad de establecer un liderazgo netamente andaluz o la necesidad de abandonar el vagón de cola socioeconómico en el que sigue todavía hoy la comunidad autónoma más poblada de España, tres años y medio después de que se produjera un histórico cambio de Gobierno. A rebufo de anuncios y de impacto en redes sociales, es como todos los partidos, a excepción de Vox, se han acabado envolviendo en la bandera andaluza para arrancar la campaña electoral.

Una expresión generacional

Pero la duda es si el andalucismo cultural es un movimiento capaz de convertir los likes y los retuits en votos o si existe una opción política que represente este sentimiento que, para el politólogo Jesús Jurado es, más que nada, una cuestión “generacional”. “Es una expresión que surge en un contexto muy concreto, que es el de la ruptura de las expectativas y la imagen que Andalucía tenía de sí misma a partir de la crisis económica de 2008”, señala Jurado en declaraciones a este periódico.

El politólogo, que ha radiografiado este fenómeno en su libro La generación del mollete (Lengua de trapo, 2022), coincide con la visión del grupo Califato 3/4, punta de lanza del nuevo andalucismo a nivel musical, en tanto a que ambos consideran que se trata de un movimiento “emergente”. Curro, el cantante del grupo andaluz, afirmaba en una entrevista a Cordópolis hace unos meses que el andalucismo político está “en una fase inicial”.

El anuncio de Cruzcampo es el caso más paradigmático: la publicidad ha fagocitado este movimiento, y, al hacerlo, lo ha consagrado

Malacara Tuitero

“Antes de plantear un andalucismo político, hay que quitarse los complejos. Hay que conocer nuestro pasado y, cuando ya tengamos todo ese conocimiento y esa cultura, como la tienen otras zonas periféricas, entonces se podrá hablar de un planteamiento político que tenga alguna posibilidad de salir palante. Hasta que no haya ese primer paso, lo otro es tontería. Va a quedar en algo anecdótico”, vaticinaba el cantante de Califato 3/4, que esta semana han roto las redes con su aparición en el programa de Juan y Medio.

El costumbrismo de toda la vida también ha abrazado al nuevo andalucismo, que ha celebrado como una victoria histórica aparecer en un programa de televisión de una cadena que, durante años, para los jóvenes andaluces era un ejemplo de ranciedad. Otra prueba más de que el movimiento cultural no sólo existe, sino que vende.

El humorista sevillano Malacara, otro de los capitanes, involuntarios o no, de este sentimiento, y que cuenta con cientos de miles de seguidores en redes sociales, también afirma, sin género de dudas, que hay un andalucismo cultural que “ha puesto en valor y ha reivindicado los símbolos, trayéndolos a la época actual”. “El anuncio de Cruzcampo es el caso más paradigmático. La publicidad ha fagocitado este movimiento, y, al hacerlo, lo ha consagrado”, añade el creador, que, además de la música, el cine, la literatura y las redes, apunta a que ha impregnado también otros campos como la moda o el diseño.

United States of Andalucía

A cientos de kilómetros de la Sevilla de Malacara y Califato 3/4, atiende al teléfono el diseñador cordobés Juan Clemente, que se considera a sí mismo todo menos andalucista. Sin embargo, suyo es uno de los primeros diseños que se movieron por las redes sociales que comenzaban a exhibir el orgullo andaluz a principios de la década pasada. Lo llamó United States of Andalucía, y jugaba a americanizar los nombres de las ocho provincias andaluzas, un territorio que definía como “orgullosa tierra de las tapas, la siesta y el chiringuito” y que, según el meme, exporta “el júbilo del buen vivir”.

Lo diseñó en 2013 y lo publicó en Facebook, entonces la red social más potente. “Fue mi one hit wonder. Fue alucinante ver cómo se multiplicaban los likes y los compartidos. Pero creo que llegó a 15.000 o así en un día”, recuerda el diseñador, que nunca reclamó la autoría de una obra que se difundió de tal manera que hoy hay escuelas de surf que se llaman Cadizfornia.

El creador insiste en que, por encima de un sentimiento “andalucista”, un término que rechaza, sí que percibe que hay gente que está “hasta las narices” de ciertas situaciones (él mismo cita algunas: “el agravio comparativo, el principio de acción-reacción, el hartazgo de que en España haya comunidades de primera y segunda e incluso de tercera división”) y que, ante ello, “reivindica el peso y la relevancia que Andalucía debe tener en el conjunto de España”.

No se puede construir una identidad exclusivamente sobre los problemas de Andalucía sino que es fundamental construirla junto a la reivindicación, la defensa y las señas culturales

Jesús Jurado Politólogo

“Se trata de reivindicar lo propio, lo que nos hace únicos y ser lo que somos. Yo no solo lo reivindico, lo exijo. Soy andaluz y me siento andaluz. Soy español y me siento español. Y orgulloso de todo ello. Decir esto ahora se considera, como mínimo, reaccionario, alucinantemente”, señala Juan Clemente, que cree que hay un componente “folclorista” inevitable en este movimiento.

A este respecto, el politólogo Jesús Jurado también considera que existe un componente de folclorismo, del mismo modo que lo hay también en movimientos como el neocasticismo que, en lo musical, ha escenificado C.Tangana con su disco El madrileño. No obstante, cree que, en el caso de Andalucía, “no es un folclorismo negativo, ya que no es una cuestión puramente estética, sin conexión, o nostálgica”. “Lo que existe es una apropiación del folclore para llevarlo más lejos y resignificarlo”, señala Jurado, cuya opinión coincide con la de Malacara, quien sostiene que “de folclorismo barato no va la cosa; esto va de conciencia”. 

La semilla del feminismo andaluz

¿Cuál es la conciencia del nuevo andalucismo cultural? Para el humorista sevillano, estamos ante “una reacción al hartazgo del vasallaje de Andalucía hacia el centralismo español” y ante “una contestación a que Andalucía lidere una y otra vez los ranking de pobreza, pese a que tiene todo para ser la región dorada de España y Europa”. Jurado, por su parte, resalta que es un movimiento que le presta más atención a los hechos diferenciales que a la cuestión socioeconómica. 

“No se puede construir una identidad exclusivamente sobre los problemas de Andalucía sino que es fundamental construirla junto a la reivindicación, la defensa y las señas culturales. Y creo que, a menudo, el andalucismo anterior, especialmente la izquierda andaluza, pecó de lo contrario, de definir Andalucía en términos problemáticos sin prestar suficiente atención al ámbito cultural”, reflexiona el politólogo, que fija la semilla de todo este movimiento en el feminismo andaluz.

Un feminismo andaluz que, a su juicio, se adelantó a otras miradas, como la de Ana Iris Simón y su exitoso libro Feria, a la hora de reivindicar el papel de lo comunitario frente al sentimiento de individualismo que promueve la globalización, y que lo hizo “sin caer en sentimientos reaccionarios o nostálgicos, sino como espacio desde el que llevar más lejos el feminismo”. En el germen de este movimiento, sitúa a la rapera Gata Cattana y a escritoras como Mar Gallego, la activista gitana Pastori Filigrana o las autoras de la revista La Poderío, una serie de figuras que han articulado, en su opinión, “el principal aporte, teórico y práctico, del nuevo andalucismo”.

Andalucía es heterogénea en su conjunto, aunque los legos desde fuera puedan verla como un bloque monolítico de luz y de color

Juan Clemente Diseñador

Un nuevo andalucismo que, según todos los encuestados, también es heterogéneo. “La imagen hegemónica de Andalucía se ha construido desde el imaginario de Andalucía Occidental y el sentimiento es ligera o bastante superior allí. Pero esto hay que verlo desde una perspectiva generacional. En aquellas zonas donde hay población más joven y dinámica, las zonas urbanas de Málaga, Sevilla, Cádiz, es donde más está surgiendo. Y es mucho más difícil que emerja en Jaén, donde la emigración es mucho más dura, y donde no existen los circuitos culturales para que se den estas manifestaciones”, considera Jesús Jurado.

Malacara, por su parte, duda. “Creo que Jaén, Granada y Almería se pueden sentir representados por este movimiento”, dice. Juan Clemente, sin embargo, concluye que “Andalucía es heterogénea en su conjunto, aunque los legos desde fuera puedan verla como un bloque monolítico de luz y de color”, de forma que, a su juicio, “cada provincia tiene su idiosincrasia, sus cosicas”.

De nuevo es Califato 3/4 el proyecto que mejor captó este zeitgeist andaluz, con la circunstancia de que, además, el propio grupo es transversal, con miembros de Jaén (Norte), Sevilla (Centro) y Málaga (Sur), y de que, aunque su imaginario y muchas de sus claves están muy vinculadas a la capital andaluza, su propuesta triunfa en toda la comunidad y en el resto del país.

En la citada entrevista, Chaparro, otro de los miembros del grupo andaluz, planteaba sus dudas sobre la homogeneidad del movimiento. “Andalucía tiene que quererse primero. Y cuando Andalucía se quiera y se quiera Córdoba con Málaga, y Málaga con Sevilla, y se quieran los unos a los otros es cuando puede haber un andalucismo político. Pero lo primero es quererse”, decía al respecto.

¿De las redes a las urnas?

De las palabras de todos parece deducirse que el movimiento tendrá una difícil traducción política, al menos en las próximas elecciones. El politólogo advierte que el trasvase desde las redes a las urnas es complejo. “Son dimensiones interconectadas, pero nunca se produce un trasvase de clicks a votos”, cavila Jurado.

Malacara, por su parte, advierte de que hay truco. “No creo que sea una burbuja de redes, pero no creo que tenga traducción. Esto es más complicado, porque el PP ahora dice que es andalucista”, señala el tuitero, famoso, entre otras cosas, por usar al consejero andaluz del PP Jesús Aguirre como protagonista de sus memes, y que se lanza a aclarar las cosas: “Lo único que puedo asegurar es que el PP no es un partido andalucista. Respecto al resto, no puedo decirle a la gente lo que tiene que votar”.

Jesús Jurado, al igual que el resto de encuestados, no cree que los resultados de las elecciones del 19J vayan a servir para evaluar la potencia de este movimiento. Eso no significa que no exista, ni que no tenga margen de crecimiento, sobre todo si, como ha ocurrido en estos tres años y medio, Andalucía sigue encabezando todos los ranking de desigualdad. “El andalucismo no es una cultura inocente separada de las reivindicaciones sociales y políticas, pero todavía falta mucho para formar una articulación política”, concluye.

Por su parte, Juan Clemente considera que “la traducción política de este movimiento es testimonial”, lo cual no quita que “ciertos partidos usen este arma para tratar de arañar votos en determinados círculos”. “La cultura, al igual que la educación, puede usarse, y de hecho se usa, como arma política”, apostilla el diseñador, que resume su concepción de las elecciones: “Los partidos políticos no recogen sentimientos, lo suyo es recoger votos”. 

Los partidos políticos no recogen sentimientos, lo suyo es recoger votos

Juan Clemente Diseñador
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