Los Reyes Magos “del cambio” y la Cabalgata de la ilusión de siempre
Woody y Buzz, la Virgen y San José, los bomberos, los carteros, los taxistas, los médicos y, los más importantes, los Reyes Magos de Oriente. La Cabalgata de este año 2020 no ha sido desde luego “la del Gobierno del Cambio”. Y es que, salvo por algunos pequeños detalles “bíblicos” y por la instalación de unas vayas elásticas de seguridad, la comitiva real de sus majestades de Oriente ha seguido las pautas de todos los años.
También ha acompañado el clima, igual que lo hizo el año pasado. Frío pero despejado, con los últimos rayos de sol bañando las calles en las que se han ido congregando miles de personas dispuestas para recibir sus caramelazos. Que siempre hay quien se queja de recibirlos y quien se queja de que le caigan al vecino de en frente y no a sus niños, que siguen siendo los auténticos protagonistas.
Para ellos estaba dispuesto el festín real: 9.000 kilogramos de caramelos, 203.500 bolsas de gusanitos, 1.026 de conguitos, 60.000 de cacahuetes y pipas peladas, así como 950 kilos de chocolatinas, 1.050 de esponjitas, 2.500 de gominolas y 160.000 unidades de productos infantiles.
Esa fue la única lluvia de una Cabalgata compuesta por 14 carrozas. Desde las tres reales -una por cada monarca de oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar-, a la del Portal de Belén -que tampoco es tan nueva, pues el año pasado ya la hubo-, pasando por otras más cinematográficas, como la de Toy Story -“Hasta el infinito y más allá”- o la de Alicia en el país de las maravillas -y sus locos felices-.
También las carrozas con héroes y heroínas más mundanos: la de los futbolistas -que repartían camisetas del Córdoba-, la de los bomberos -cargadísimos de regalos-, la de los carteros -trabajando fuera de horario-, la de los taxistas -con el taxímetro apagado- y la de los profesionales del Reina Sofía -por si la cosa se torcía-. También estaba atareadísima la cartera real, la deportista cordobesa de kick boxing Selena Barrientos, una de las presencias más reclamadas en este día por los más pequeños.
No se sabe si la cartera se estaba enterando de todos los deseos, pues el sonido de la comitiva era ensordecedor desde el principio. Mitad charanga, mitad discocarroza, la Cabalgata tiene su temazo oficial, Ya vienen los Reyes Magos, que sonaba en bucle, junto a hits como el Holanda ya se fué. Canciones de toda la vida para una tradición casi centenaria en la ciudad -la primera Cabalgata se celebró el 5 de enero de 1925-.
Seguramente aquel primer año también se realizó una ofrenda de los Reyes Magos al Niño Jesús. Este año se ha recuperado esta tradición. Ha sido antes de la Cabalgata, a las 16:00 en el Ayuntamiento, a donde Melchor, Gaspar y Baltasar han llegado en unas carrozas menos ruidosas, de corte clásico, cedidas por Córdoba Ecuestre.
Otra tradición que no ha faltado: la de las carrozas que se han quedado tiesas de caramelos antes de lo esperado, como la del equipo de fútbol sala Córdoba Patrimonio de la Humanidad que, quizá pagando la novatada, ha llegado justita de munición al punto de recarga de la Avenida del Flamenco. Tampoco deja de sorprender a muchos de los espectadores de la comitiva que la corte de Baltasar y el propio rey sigan siendo cordobeses con la cara pintada de betún en pleno siglo XXI, a pesar de que la población negra y afrodescendiente lo considere un gesto racista. A palabras negras, oídos sordos, en una Córdoba que podría tener un gesto hacia su pasado, pero sobre todo hacia su presente y su futuro multicultural.
Y, por supuesto, tampoco han faltado los agonías de los paraguas. Sí, los que, como denunciaban el tenista Cisco García o el influencer Rafalcor, ponen un paraguas bocabajo para “acaparar caramelos que cuestan 5 miserables céntimos y que guardarán y jamás se comerán”. Todo ello en la cara de miles de niños para los que un caramelazo a tiempo es una victoria.
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