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Los 'riders' en la ciudad más calurosa de España: “A 45ºC me he estado muriendo”

'Riders' en reparto por Córdoba.

María Berral

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Luis empezó a trabajar como repartidor hace dos años como alternativa a la hostelería, con la cual ya no estaba contento. “Ser camarero es un trabajo muy esclavizado y el tema de repartidor no lo es tanto, podía huir de eso”, expone a Cordópolis. Aunque se ha topado con los aspectos negativos de ser rider: uno de ellos, sobrellevar el calor de Córdoba. “Cuando ha hecho 45ºC me he muerto”.

El cordobés trabaja en Uber Eats desde hace un año y sus primeras palabras al preguntarle cómo lleva trabajar con temperaturas tan altas son claras: “Me quemé, tengo los brazos y las piernas achicharrados y casi me da un golpe de calor”. Durante esta semana, sin ir más lejos, Luis ha estado trabajando –entre otras– durante las horas más punteras, de 12:00 a 16:00. Unas horas en las que los clientes demandan más pedidos porque encargan sobre todo sus almuerzos, pero con las que tienen que cumplir sus 30 horas. “Si nos ponen de 9:00 a 12:00 no hay nada”, señala.

A pesar de que el trabajador se desplaza en moto, cuenta que el equipamiento que otros compañeros como Antonio y Sergio –de Glovo– utilizan para sobrellevar las temperaturas a él no le sirve. “Eso depende de las personas, mi cuerpo desprende mucho calor hasta en invierno y en verano me muero”. Para los otros dos trabajadores, sus recorridos son más llevaderos gracias a estos equipamientos –y a que también ellos pueden decidir su horario–.

“El calor es como en todos los trabajos un elemento más, la cuestión es ir bien preparado”, indica Antonio. En su caso, utiliza una camiseta de manga larga transpirable que, según explica, “protege de los rayos del sol, se puede mojar y permite mantener una temperatura entre 5 y 10 ºC menos”. Por su parte, Sergio cuenta que es el único repartidor que porta protección de moto “de arriba a abajo”.

Ellos tienen la suerte de poder elegir su horario activando la aplicación que indica a los usuarios que están conectados. “En nuestro caso, si no quieres trabajar, te puedes quedar en tu casa echándote la siesta”, manifiesta Sergio. “Lo bueno es que activas la app y desde las 8:00 a la 1:00 decides la hora a la que te puedes conectar, no hay nadie que te diga nada ni te marque horas”, apunta Antonio.

Sin embargo, Luis no está en esta misma situación, sus horas sí que son establecidas por la empresa. Un horario que, en ocasiones, le pueden cambiar repentinamente. “Me lo han llegado a cambiar sin avisarme y lo reclamo pero no me contestan”.

Por otra parte, Luis denuncia que se les obligue a estar cerca de puntos altos de demanda desde el primer momento y no puedan esperar el primer pedido preparados en casa. “Es lo mismo que me vaya a un punto si luego me puede salir el pedido en la otra punta de Córdoba”. Según cuenta, hay compañeros a los que por esperar en casa se les ha penalizado con 15 días de suspensión de empleo y salario.

Y es que, teniendo en cuenta que en Córdoba se han alcanzado en las pasadas semanas temperaturas de hasta 45ºC, salir a la calle a las horas más punteras puede llegar a ser demasiado peligroso. “Hace dos semanas casi me da un golpe de calor, empecé a notar palpitaciones, empecé a sudar mucho y tuve que parar con un pedido para quedarme cinco minutos en un bar, pedir agua y sentarme”, explica Luis.

Sin embargo, los usuarios de estas aplicaciones parecen no ser conscientes de lo que puede suponer salir a repartir a estas horas –situación que se agrava para aquellos que se trasladan en bicicleta–. “A los clientes les da exactamente igual, y desde hace poco trabajamos con Supermercados Dia, imagínate cargar con el maletero del coche a tus espaldas porque la gente te pide 30 artículos”, detalla.

A veces, el recorrido lleno de esfuerzo y calor puede terminar con situaciones que llegan a ser desagradables. “Te piden cajas de leche, botellas... llevas más de 20 kilos y luego te dicen que se han roto unos huevos; un cliente me puso dedito hacia abajo porque se rompió una botella al ceder la bolsa y eso que hasta le limpié el rellano... ninguno se percata de lo que pasamos”, concluye. Un trabajo en el que los riders llevan más peso a sus espaldas además de el del pedido.

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