Denuncia en redes y ante el Ministerio de Trabajo un trato vejatorio mientras repartía en Burger King
Trabajar en Burger King es la opción para muchos jóvenes. También lo fue para Lucía una sevillana que comenzó hace unos 3 o 4 años a trabajar con la cadena. Allí Lucía no tuvo ningún problema, sin embargo, cuando pidió el traslado a Córdoba para estar con su pareja, toda una serie de inconveniente laborales comenzaron a ocurrirle.
Algunos de ellos los ha denunciado públicamente a través de su perfil de Twitter, en un post que ha recibido más de 10.000 retuits. Otros, los verdaderamente graves, los ha puesto en conocimiento de la Inspección de Trabajo, como atestigua la información suministrada a este periódico.
La historia de Lucía y Burger King en Córdoba arranca en el establecimiento de la cadena en avenida de El Brillante, donde, según cuenta, ya empezó a ver “cosas que no le gustaron”. Tras quejarse un día porque supuestamente “la echaban antes de su hora”, la cambiaron al restaurante ubicado a la salida de la ciudad, en la carretera de Palma del Río, donde Lucía fue coordinadora de reparto aunque comenzó a “tener más problemas”.
“Con el covid no podíamos llevar cambio y la gente ponía en la aplicación que llevásemos cambio. Así que un cliente se quejó al encargado y éste me dijo que quién era yo para dar esa orden, le dije que solo me acogía al protocolo”, relata Lucía sobre uno de los incidentes a Cordópolis. Entre ellos se encuentran “cambios de horario sin avisar con antelación, horas después del cierre que no se cobran o faltas de asistencia porque te habían cambiado el horario sin avisarte”.
El accidente
Pero la situación más compleja a la que se ha enfrentado -y sigue haciéndolo- es a los problemas que le acarreó un accidente con la moto de reparto, cuando Lucía fue presuntamente arrollada en la rotonda del Leroy Merlín. “La médica desde el minuto uno no paraba de decirme que yo lo que tenia era solo un golpe, ni siquiera me dejaba explicarle dónde y cómo me dolía”.
A la semana de la primera consulta, Lucía comenzó a dar rehabilitación tres horas por semana a la vez que periódicamente volvía a acudir a su médica para distintas revisiones. “Me decía que no tenia nada, aunque yo le dijese que no, ella sabía que estaba mejor”. Pero para ella era “todo lo contario, iba cada vez a peor”, el dolor aumentaba y la movilidad de su pierna derecha iba disminuyendo, cuenta en el tuit que se ha viralizado.
Casi dos meses más tarde -continúa su relato-, el 10 de abril, recibió el alta donde la profesional alegaba que se le había realizado una prueba biomecánica “y los parámetros eran normales”. Sin embargo, la afectada sentía todo lo contrario, “por esa fecha iba torcida hacia la izquierda y cojeando de la pierna derecha”, relata. Su médica alegaba que sus superiores le habían indicado que tenía que darle el alta porque la prueba había salido bien. Acto seguido, puso una hoja de reclamaciones y acudió a su médica de cabecera que le recomendó acudir al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) donde pidió una revisión del alta.
Tras esto, llevó una copia a la mutua y a la empresa, pero, siempre según su testimonio, el gerente no hizo caso a ese papel. “A él solo le importaba el alta”. Lucía volvió a acudir a su médica de cabecera que le volvió a dar de baja y la mandó por correo al restaurante. El 25 de abril, la sanitaria le comenta que le han exigido que le de el alta por lo que vuelve a mandar el documento por correo electrónico, sin obtener respuesta de la cadena.
Un requerimiento por “faltas injustificadas”
“Le pregunto a un compañero si aparezco en los turnos para ver que pasa, me dice que no, entonces le comunico a mi delegada sindical todo, ella me dice que va a ir al restaurante a ver qué pasa”. Una semana después de recibir nuevamente el alta, la delegada sindical le informa de la respuesta del restaurante: “no sabían nada, no habían mirado bien el correo y que me llamarían para comunicarme los turnos ese mismo día, 5 de mayo”. Ese día, Lucía recibe un presunto “requerimiento de faltas injustificadas” por email, que asciende a 10 faltas.
Tras esto, dice Lucía, la delegada le aconsejó no contestar por correo electrónico y llamar a la empresa. La supuesta respuesta del gerente es que ese mismo día estaba en turno desde hacía media hora “y que llevaba faltando varios días”. A lo que le indica que si tiene cualquier duda pase por el restaurante. Mientras tanto, el dolor de espalda de la afectada aumentaba hasta tal punto que tuvo que acudir a urgencias. El lunes 9 de mayo vuelve a acudir a su médica para recibir la baja por el dolor de espalda, “me manda una radiografía y mando la baja por email al restaurante”. La respuesta del mismo fue presuntamente la carta de despido al día siguiente.
La joven alega que estuvo un mes y medio esperando finiquito y que, tras recibirlo, firmó el documento como no conforme, “porque estaba mal, me deben horas y el complemento de la baja laboral desde el 11 de abril al 6 de mayo”. En total, calcula que la empresa le debe unos 800 euros.
Ahora Lucía se encuentra a la espera de ser operada por una hernia discal grave que le podría provocar artrosis de por vida a sus 27 años. Con esto, la sevillana asegura que su única intención es “que todo el que se plantee trabajar ahí lo piense bien y luche por lo que es suyo”. Al igual que asegura estar muy contenta y no haber tenido ningún problema con la cadena mientras trabajaba en Sevilla. Este periódico ha tratado de contactar con Burger King a nivel nacional y en Córdoba durante más de 48 horas sin haberlo logrado.
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