La Confederación endurecerá los controles en los pozos que han secado el Bejarano
Por primera vez en décadas, el arroyo Bejarano se ha secado. El cauce de este afluente del Guadiato se ha quedado sin agua por la sequía pero sobre todo por una explotación masiva de los acuíferos que lo surten. En los alrededores, las parcelaciones del entorno de Trassierra han acabado por secar el río, declarado Reserva Fluvial. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) ya ha iniciado un expediente y el Gobierno ha asegurado que una vez que se apruebe el proyecto del Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir correspondiente al tercer ciclo de planificación 2022-2027 se endurecerán las actuaciones.
El Plan Hidrológica está actualmente en consulta pública hasta el 22 de diciembre. Según una respuesta parlamentaria tras preguntas de los senadores cordobeses Alfonso Muñoz y Mari Ángeles Luna, del PSOE, el Ejecutivo asegura que este plan prevé “reglas más restrictivas para evitar la proliferación de pequeños aprovechamientos subterráneos autorizados, especialmente en entornos protegidos como es el del arroyo Bejarano”.
El caudal del arroyo era una de las fuentes de agua de la que ya bebían los habitantes de la Corduba romana. De ahí partía uno de los grandes acueductos de la ciudad patricia. Posteriormente, su caudalísimo venero alimentó los jardines de Medina Azahara. Y hasta hace un siglo, de su cauce se alimentaban molinos de grano para hacer el pan que daba de comer a los cordobeses. Este verano, y por primera vez desde hace décadas, el cauce del Bejarano se ha secado por completo, una anomalía extrema, ya que el Bejarano era especialmente caudaloso en primavera y verano gracias a los acuíferos que lo alimentaban.
En el mes de julio pasado, la voz de alarma la daba el ecologista Joaquín Reina, que lleva recorriendo el Bejarano cada verano desde que era pequeño. “Tengo 52 años y no he visto el arroyo seco en mi vida”, apuntaba gráficamente a este medio. Un año antes, en agosto de 2019 y en un reportaje especial en este periódico, Bartolomé Olivares, portavoz de la Asociación Ecologista Guadalquivir que lleva trabajando sobre el Bejarano décadas, advertía: el Bejarano se estaba secando. En aquel mes de agosto, Olivares señalaba que el arroyo ya se retraía en la desembocadura unos 50 o 100 metros. En el resto, su curso era de apenas cuatro litros por segundo, cuando al menos debía ser de 18. Pero este verano de 2021, todo el tramo bajo del Bejarano ha desaparecido. La sequedad era extrema en una zona por la que debía pasar agua y en la que incluso debería haber fauna.
La Asociación Ecologista Guadalquivir ya ha apuntado a la proliferación de pozos ilegales como una de las causas de que el Bejarano se haya secado en su desembocadura durante este verano de una forma tan completa.
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