El Bejarano se seca: un centenar de pozos y la falta de lluvia dejan al arroyo bajo mínimos
“La situación es límite”. Los ecologistas han dado la voz de alarma sobre la situación que atraviesa el arroyo Bejarano, en la sierra de la capital cordobesa, a cuyo caudal viene afectando la sequía y, sobre todo, la proliferación de más de un centenar de pozos -“la mayoría de ellos ilegales”-, que captan agua del arroyo y han dejado su caudal bajo mínimos.
“En los últimos 40 años no ha estado así de seco”, explica Bartolomé Olivares, portavoz de la Asociación Ecologista Guadalquivir que lleva trabajando sobre el Bejarano décadas y donde ahora llevan a cabo un proyecto de seguimiento sobre el arroyo. El último registro que han realizado contabiliza más de un centenar de pozos, además de innumerables sondeos, en apenas tres kilómetros en el entorno del cauce del Bejarano.
La captación de agua por parte de estos pozos, unidos a la sequía, ha hecho que el caudal del arroyo se haya reducido a 4 litros por segundo en las últimas mediciones, una cifra más de cuatro veces menor que la habitual en estas fechas, que ronda los 18 litros por segundo, explica Olivares. “Es un arroyo que se alimenta de manantiales subterráneos e, históricamente, suele llevar más agua en primavera y en verano. Pero llevamos ya siete u ocho años que, en verano -la época en la que la población de la zona se multiplica-, baja mucho”, advierte. “Baja por la cantidad de pozos que hay”.
Sobre estos pozos -“los visibles, porque los sondeos no se ven y no se pueden contar”, dice-, Olivares explica que apenas un 10% son legales: “Son pozos de la década de los años 70 y obtuvieron la legalización”. Los demás, cerca de un centenar, son “pozos ilegales de 25, 30, 40 y hasta 50 metros de profundidad”, que recogen agua del entorno del arroyo. Junto a los pozos, además, también se ha denunciado la aparición de una mina en los márgenes del cauce, cuya galería se abre hasta el nivel del agua del arroyo.
La desembocadura se retrae 100 metros
“No ha habido control sobre ello”, denuncia. “Nadie ha tomado medidas”, dice sobre una situación que ha empeorado en los últimos años y que se comprueba sobre el terreno: “El agua del arroyo siempre había llegado a la desembocadura. El año pasado ya terminaba 50 metros antes de desembocar. Este año el agua se acaba 100 metros antes”, explica para señalar cómo cada vez más se retrae el caudal, que se va hacia los pozos de la zona.
“Eso es un síntoma claro del declive que arrastra el arroyo Bejarano” en los últimos tiempos. Un arroyo que nunca antes se ha secado y que llegó a pensarse como enclave para surtir de agua a la ciudad de Córdoba en el siglo XIX, recuerdan los ecologistas.
Desde la Asociación Ecologista Guadalquivir han dado ya la voz de alarma sobre la situación del arroyo Bejarano a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), con quienes mantienen periódicas reuniones sobre el proyecto de seguimiento del arroyo. Piden a las administraciones que velen por la conservación de este paraje de la sierra cordobesa y tomen las medidas adecuadas para que el agua no desaparezca del arroyo Bejarano.
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