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El arroyo Bejarano se seca por completo por primera vez en décadas

El arroyo Bejarano completamente seco

Alfonso Alba

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El arroyo Bejarano es sinónimo de vida para Córdoba. Su inagotable cauce era una de las fuentes de agua de la que ya bebían los habitantes de la Corduba romana. De ahí partía uno de los grandes acueductos de la ciudad patricia. Posteriormente, su caudalísimo venero alimentó los jardines de Medina Azahara. Y hasta hace un siglo, su cauce alimentaba molinos de grano para el pan que daba de comer a los cordobeses. Hoy, y por primera vez desde hace décadas, el cauce del Bejarano está seco. Completamente seco, en una anomalía extrema, ya que el Bejarano era especialmente caudaloso en primavera y verano gracias a los acuíferos que lo alimentaban.

La voz de alarma la ha dado el ecologista Joaquín Reina, que lleva recorriendo el Bejarano cada verano desde que era pequeño. “Tengo 52 años y no he visto el arroyo seco en mi vida”, ha explicado a este periódico, tras publicar unas imágenes del cauce sin agua alguna en la zona de la desembocadura con el río Guadiato. De hecho, el Bejarano es un arroyo muy turístico en verano. Muchos cordobeses acuden a refrescarse en sus aguas bañándose en unas pozas que hace años eran frescas y muy diversas.

Ya en agosto de 2019, y en un reportaje especial en este periódico, Bartolomé Olivares, portavoz de la Asociación Ecologista Guadalquivir que lleva trabajando sobre el Bejarano décadas, daba la voz de alarma: el Bejarano se estaba secando. En aquel mes de agosto, Olivares señalaba que el arroyo ya se retraía en la desembocadura unos 50 o 100 metros. En el resto, su curso era de apenas cuatro litros por segundo, cuando al menos debía ser de 18. Pero ahora, todo el tramo bajo del Bejarano ha desaparecido en verano. La sequedad es extrema en una zona por la que debía pasar agua y en la que incluso debería haber fauna.

La Asociación Ecologista Guadalquivir ya ha apuntado a la proliferación de pozos ilegales como una de las causas de que el Bejarano se haya secado en su desembocadura durante este verano de una forma tan completa. Joaquín Reina explica, muy gráficamente, que en el entorno del Bejarano hay “porciones de suelo cámbrico que generan acuíferos pequeños y con capacidad de reposición muy baja”. “Son un rosario discontinuo de acuíferos y no están conectados entre ellos”, detalla. “Cuando se pinchan, al tener una reposición muy lenta, el agua que iba por debajo del arroyo, la subterránea ha desaparecido o está muy mermada”, asegura.

La propia Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) ha abierto varios expedientes por la apertura de pozos ilegales en el entorno del Bejarano que, ha comprobado, están dejando sin caudal al arroyo. El último ha sido reincidente. El pasado mes de mayo, este periódico informó del expediente abierto a una empresa por un pozo que suministra agua potable a más de 200 parcelas de la zona. La entidad ya había tenido que afrontar una sanción previa y había intentado regularizar su situación con una especie de aprovechamiento de aguas. Pero la propuesta ha sido denegada y el expediente, ratificado. No obstante, el pozo sigue en funcionamiento.

Joaquín Reina señala que se debería financiar un estudio hidrogeológico para determinar lo que está ocurriendo en la actualidad en el Bejarano, ya que a la proliferación de acuíferos se une también la falta de precipitaciones de la pasada primavera, que ha dejado seco al arroyo. De hecho, el cauce presenta una gran singularidad ambiental: un bosque de galería que hunde sus raíces en unas caudalosas aguas que se han retirado.

El arroyo del Bejarano está declarado como una reserva natural fluvial por parte del Ministerio de Medio Ambiente, por lo que su grado de protección es máximo. Su cauce tiene unos 11 kilómetros de longitud y su importancia también es literaria. El Bejarano es uno de los lugares míticos del grupo Cántico, el refugio natural al que acudían los poetas cordobeses cada vez que podían para huir de la ciudad.

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