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Un juez anula el permiso que dio la Junta al Cabildo para retirar la celosía de la Mezquita

El hueco de la celosía, tras ser retirada por el Cabildo en la primavera de 2017 | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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El titular del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 4 de Córdoba acaba de anular el permiso que le concedió la Junta de Andalucía al Cabildo Catedralicio para retirar una de las cuatro celosías de Rafael de la Hoz instaladas en el muro Norte de la Mezquita Catedral. El fallo, al que ha tenido acceso este periódico, se produce después de que el juez haya atendido la demanda de la familia de Rafael de la Hoz, representada por su mujer, Matilde Castanys, y su hijo, el también arquitecto Rafael de la Hoz Castanys.

La sentencia considera que la Junta de Andalucía ha actuado en contra de sus propias leyes de protección del patrimonio y anula “el acto administrativo” por el que se otorgó permiso al Cabildo para la retirada de una celosía que ya se ha producido. De hecho, esta puerta, una obra de 1972 previa a la declaración de todo el monumento como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fue retirada en marzo de 2017, poco antes de la Semana Santa de aquel año.

En el fallo, el juez entra en el fondo de una demanda judicial de 11 puntos que estima casi en su totalidad en una sentencia que aún no es firme y contra la que cabe recurso en el plazo de 15 días (fue firmada el pasado 23 de abril). Así, el magistrado condena exclusivamente a la Junta de Andalucía, contra la que iba la demanda ya que el recurso se presentó contra la autorización administrativa concedida por la Consejería de Cultura de la que la exalcaldesa de Córdoba, la socialista Rosa Aguilar, era consejera. Actualmente es parlamentaria andaluza.

En el fondo de la cuestión, el juez alude en su sentencia a una cuestión básica: el deber de las administraciones de conservar el patrimonio histórico. Así, señala que la Mezquita de Córdoba está protegida por la ley estatal de Patrimonio de 1984 y la andaluza de 2007. Las dos coinciden en algo fundamental a la hora de autorizar obras en bienes históricos de incalculable valor mundial, como es el caso de la Mezquita Catedral: “Tanto la normativa andaluza como la estatal parten de un principio esencial, cual es sólo admitir intervenciones de conservación, restauración (andaluza)/consolidación (estatal) y rehabilitación”. Es decir, nada de hacer obras para usos que no existían con anterioridad. La justificación de este proyecto está en que se abre una puerta para facilitar la entrada y salida de procesiones al interior de la Mezquita Catedral durante la Semana Santa.

“La estatal, además, parte del principio de prohibición de reconstrucción”, señala el juez en la sentencia, en alusión al proyecto. El Cabildo defendió que retiraba la celosía pero que construía otra idéntica para sustituir. La celosía retirada es insustituible porque no se puede convertir en una puerta abatible, como fue la primera pretensión. La celosía se instaló de una manera (unas piezas sobre otras unidas por su propio peso y encajadas en la piedra) que hacían imposible convertirla en puerta.

“A criterio de la presente sentencia, la perspectiva en la que debe situarse ésta es jurídica”, señala el magistrado, que no entra en ningún otro tipo de cuestión. “Desde perspectiva jurídica, la atención, según mi humilde entender, se debe dirigir exclusivamente hacia el legislador que es quien decide la medida de esa protección con uno de esos criterios y lo define en la norma”, señala, en una clara alusión a la Junta de Andalucía.

“Si el legislador (en este caso el estatal y el autonómico pues coinciden) no hubiera optado por un criterio plasmado en la ley, podría la administración elegir de entre las diversas alternativas con razón en los informes, sin que el núcleo de su decisión discrecional pudiera ser suplido por distintas apreciaciones -ni si quiera judiciales-, basadas en criterios alternativos sobre valores comprometidos por la intervención. Pero si el proyecto es contrario a ley no hay compromiso de la discrecionalidad de la administración”, señala. “Por tanto, a juicio de la presente sentencia lo primero debe ser adecuación normativa del proyecto. Es en esta medida en la que entiendo debe convenirse con el motivo de recurso”, zanja el magistrado.

“El proyecto no se ubica en alguna de las intervenciones admitidas; no explicando con suficiencia si se trata de una actuación de conservación, restauración o rehabilitación”, insiste en su fallo el titular del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número cuatro.

Ante las alegaciones de la Junta, el juez llega a tirar de diccionario. Así, señala en su fallo que “la RAE” define “la palabra rehabilitación” con “la adecuación funcional del bien 'conjunto de métodos que tiene por finalidad la recuperación de una actividad o función perdida o disminuida'” y que “aboga por ubicar la actuación cuya autorización se insta en el espectro de su ámbito, considerando que el uso, es condición indispensable para la conservación de los inmuebles protegidos y que la actuación, en principio limitada, conecta con el uso religioso fundacional, facilitando el tránsito de las procesiones de Semana Santa. Sin embargo, aún admitiendo que la actuación, siendo débil la fundamentación que la sustenta pues no se ha controvertido en el procedimiento que el uso religioso procesional constituyera una función perdida; es de la modalidad de rehabilitación patrimonial, obvia las cumplidas exigencias de los principios que inspiran la normativa en estas intervenciones”, agrega.

Por eso, el magistrado considera que todas las actuaciones que se autoricen en la Mezquita Catedral “han de respetar las aportaciones de todas las épocas”, incluida “la celosía de los años 1972-1974 según el proyecto”. Y en el fallo va a más: “La eliminación de alguna de las aportaciones ha de ser excepcional. Porque la aportación suponga una evidente degradación del bien, porque su eliminación fuere necesaria para permitir; bien su conservación, bien una mejor interpretación histórica, y en tanto que la adición debiere ser reconocible y evitar confusiones miméticas. Realmente del informe que sirve de base a la resolución recurrida [elaborado por la Comisión Provincial de Patrimonio de Córdoba] no se deduce un planteamiento así. Ni el informe de la comisión provincial, ni el proyecto, superan el límite normativo porque de la normativa, si existe en la Mezquita Catedral un muro de cerramiento que en cuatro arcos presenta las referidas celosías, la rehabilitación que se realice en dicho cerramiento debe incluir la celosía salvo que su permanencia fuere degradante, lo que no aparece motivado ni considerado en proyecto e informe que sustentan la decisión recurrida; o bien que le eliminación fuere necesaria para una mejor interpretación histórica del edificio, lo que no está tampoco acreditado ni fundamentado”.

Antes de firmar la sentencia, el juez agrega otro párrafo con el que desmonta todo el expediente administrativo de la Junta de Andalucía: “La aplicación, en este concreto supuesto, de las leyes de protección del patrimonio, impiden a la administración la autorización de una intervención sobre un monumento protegido, al ser contrario a prescripciones legales. Porque la pugna o el enfrentamiento entre cualesquiera criterios de diversa índole (arquitectónicos, religiosos, culturales) contra criterios normativos en materia de protección de patrimonio histórico obliga a la defensa del normativo porque el primero y prioritario es éste ya que supone la opción escogida por el legislador para su protección que vincula a los poderes públicos”.

¿Qué pasa ahora?

La sentencia abre un camino desconocido. La celosía está desmontada desde hace dos años. El fallo no entra más allá de anular la decisión administrativa de conceder el permiso. Los siguientes pasos dependerán por un lado de la propia administración andaluza, que tiene que decidir si la admite o la recurre, y de la familia De la Hoz.

El juez no dicta si hay que reponer la celosía desmontada, pero es previsible que si el acto se ha anulado sea la Junta de Andalucía la que lo haga por propia voluntad. De lo contrario, el Gobierno andaluz podría hasta enfrentarse a una millonaria indemnización.

El proyecto

El proyecto de apertura de la segunda puerta de la Mezquita Catedral, en la fachada Norte del monumento y en el Patio de los Naranjos, fue una aspiración del Cabildo pero especialmente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías. La intención de los religiosos era sustituir la estructura fija por otra móvil que pueda abrirse y cerrarse para permitir la integración del monumento -catedral desde 1239- en la Carrera Oficial de la Semana Santa.

Las celosías -por las que el Cabildo lleva un lustro de estudios para retirar una- se instalaron en 1972. Rafael de La-Hoz Arderius las encajó en los cuatro últimos arcos que no están tapiados del muro de acceso desde el Patio de los Naranjos. Eran los cuatro únicos vanos que permiten la entrada de la luz natural y tamizada que acompañaba a los fieles musulmanes. A excepción de esos cuatro arcos, toda la fachada fue tapiada por orden de un obispo hace dos siglos. Le molestaba que entrasen las aves al interior del bosque de columnas. Con el tiempo, todo el muro norte del templo, ya cerrado al patio, se llenó de capillas.

De La-Hoz escribió en el prólogo de La Catedral de Córdoba, la obra magna de Manuel Nieto Cumplido, canónigo archivero del templo: “La iluminación de lo que resta de Mezquita queda así definitivamente plana, sin aquella profundidad que prestan los contrastes de luz y sombras; uniforme e inexpresiva. El antiguo efecto evanescente, su misterio y magia desaparecen (…) Vuelta del revés la luz que la define, fragmentado el espacio, cegada su permeabilidad visual, y destruida por incomprensión cultural el alma misma del ordenamiento arquitectónico original, se consumó la más triste de las ruinas: la ruina de la Idea”.

A principios de los años setenta, el arquitecto dio forma a su propia idea: lograr preservar los cuatro arcos libres de la presencia de capillas para garantizar que el último testimonio de cómo entraba la luz en el templo originariamente siguiese en ese rincón de la Mezquita. Así, logró convencer a los responsables sobre la necesidad de instalar las celosías, que han ofrecido, durante 40 años, un asomo de la luz tamizada que debía tener el templo. De La-Hoz insistió siempre en que aquella fue la primera acción no religiosa ni arqueológica, sino puramente arquitectónica en favor del edificio.

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