Espacio Salud: un hogar para que los 'sintecho' enfermos puedan sanar sus heridas
¿Qué hace una persona que sale del hospital para recuperarse si ni siquiera tiene una casa donde pasar su convalecencia y tener los cuidados necesarios? Esa fue la realidad ante la que se encontró Alejandro, de 49 años, que ha vivido más de dos años en la calle y, enfermo, llegó a pasar cuatro meses en un hospital. Al salir de allí, la calle era lo que le esperaba. Pero encontró una tabla de salvación: Espacio Salud.
Espacio Salud es el nombre con el que la Fundación RAIS –que trabaja con personas sin hogar- ha abierto este verano pasado una vivienda en Córdoba pensada para que personas que no tienen un techo y están enfermas o convalecientes puedan integrarse en un hogar, recibir así los cuidados necesarios y contar con un entorno propicio para su recuperación física y social. También para que personas que viven en la calle y se encuentran en una situación física extrema, reciban los cuidados paliativos necesarios que dignifiquen su etapa final de la vida.
Alejandro llegó a España en 2002, dejando en Rumanía a su madre, su hermana y a un hijo. Estuvo trabajando durante años en las campañas de recolección agrícola en varias provincias. Toledo, Valencia, Sevilla….su última parada fue Almería. Allí trabajó en los invernaderos, hasta que se quedó sin trabajo. Y sin un techo. Vivió en la calle más de dos años y, asociado a ello, sufrió una adicción al alcohol que le produjo una grave insuficiencia hepática. La gravedad de su enfermedad hizo que lo ingresaran en el hospital Torrecárdenas de Almería. Su cuerpo no drenaba y en varias ocasiones tuvieron que extraerle todo el líquido que se le acumulaba: hasta 11 litros. No puede caminar sin ayuda y necesita utilizar una silla de ruedas.
Su situación mejoró como para salir del hospital pero necesitaba un techo bajo el que recuperarse. Alejandro fue el primero en llegar hasta esta casa en Córdoba en el mes de julio. “Espacio Salud es un recurso de tránsito para estas personas, en el que les ofrecemos un hogar y les acompañamos durante su estancia, en función de su enfermedad, de su recuperación, etc. Siempre con la voluntad de cada persona de querer estar aquí, de asumir unos compromisos y trabajar para lograr un cambio en su vida”, explica uno de los técnicos que trabajan en el proyecto.
En Espacio Salud cuentan con asistencia las 24 horas de día los 365 días del año y una sala de enfermería para realizar las curas que cada persona necesita hacer en su casa. El resto de la vivienda es un hogar compartido: habitaciones, baños, un comedor, la cocina, la sala de estar y una gran terraza. La vida, aquí, se ve con otra perspectiva que durmiendo en un banco de un parque. “Estoy contento. Vivir en la calle es difícil, muy difícil. Muy difícil”, repite Alejandro.
Y cuenta cómo hace unas semanas, en una de sus revisiones médicas, la doctora que le atiende en el centro de salud le dijo: “Alejandro, no te reconozco. Eres otra persona”. Lo recuerda con una sonrisa, para explicar el cambio físico y la mejoría que ha experimentado desde que vive en Espacio Salud. Allí, junto a otros ocho compañeros que también viven en este hogar, ha vuelto a dormir en una cama –“se me había olvidado. La última cama que tuve fue en el hospital”, dice- , a tener sus rutinas de alimentación adecuada a su enfermedad, a recibir indicaciones para ganar autonomía en los cuidados que necesita y, además, a integrarse en un grupo social, en la convivencia, bajo un techo.
Porque el objetivo que la Fundación RAIS persigue con este Espacio Salud no solo es el de atender las necesidades de personas enfermas, sino, con la misma relevancia, el de aprovechar el tiempo que pasen allí para que reinicien sus vidas en un hogar, con más personas, y sea posible su reinserción social. La casa cuenta con 12 plazas, abierta a personas que llegan derivadas desde hospitales o servicios sociales de toda Andalucía, y también con una reserva de plazas para el resto del país, porque RAIS solo tiene hogares similares en Madrid y en Murcia.
En este Espacio Salud de Córdoba, Alejandro y sus compañeros han recobrado sus vidas, sus rutinas, su convivencia con otras personas. “Todos ayudamos. A poner el desayuno, a lavar los platos….Me siento bien cuando puedo ayudar” dice. Rutinas de labores en casa y también de integración social, como sus revisiones médicas en el centro de salud, clases de español para quienes necesitan aprender el idioma o actividad deportiva para quien puede practicarla.
Alejandro es ejemplo de lo que un techo puede mejorar la salud, física y psíquica: “Me gusta la gente que te escucha, que te respeta, que te entiende”, explica sobre su experiencia. “Me gusta Córdoba”, sonríe. Y, en voz alta, confía en su futuro: “Me gustaría poder andar y trabajar. Vamos adelante”.
0