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El “dinero B” de los Laboratorios Pérez Giménez

Fábrica de Pérez-Giménez en Almodóvar. | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Los administradores concursales detectan que la compañía llegó a generar más de diez millones de euros en dinero negro

“Dadas las especiales características del modelo de negocio de Laboratorios Pérez Giménez, en donde el mismo fabricante es a la vez el comercializador de su producto y tiene contacto directo con el cliente final con quien tiene la posibilidad de cobro directo, los gestores de los laboratorios llevaron contabilidad con una clara vocación defraudatoria, que no representaba la imagen fiel de la misma”. Con este párrafo demoledor inician los administradores concursales un capítulo cuyo epígrafe es literalmente “ingresos no declarados: dinero B”, en los Laboratorios Pérez Giménez.

En su informe final, enviado al Juzgado de lo Mercantil de Córdoba y que considera que ha habido “dolo”, es decir, culpabilidad en el mismo, los administradores concursales llegan a cifrar en diez millones de euros la cantidad de dinero de la caja B de Pérez Giménez. La empresa, que quebró definitivamente en 2011, tenía, no obstante, una abultada caja que escapaba del control a Hacienda, según siempre el informe de los concursales.

“No todos los ingresos generados por la actividad eran declarados, y ello del siguiente modo: todo pedido inicial de producto realizado por un cliente generaba un documento con un código alfanumérico que empezaba por las letras VA (albarán), una vez recibido el producto por el cliente el citado documento daba lugar a la correspondiente factura oficial cuya denominación alfanumérica comenzaba por las letras VF (factura). Si bien cuando se cobraba de contado al cliente, si se optaba por no declarar el ingreso fiscalmente tal pedido realizado (y efectivamente cobrado) pasaba a tener una denominación igualmente alfanumérica que principiaba con las letras V2”. Así describen los concursales el método por el que se generaba de manera sistemática una caja B en Pérez Giménez.

La salida a la superficie de toda esta superficie no ha sido difícil. Los concursales aseguran que se han encontrado prueba de ello en los archivos informáticos de la empresa, que registraba tanto la contabilidad oficial como la no oficial. De hecho, los registros de esta caja B arrancan en 2002 y se tiene constancia de ellos al menos hasta el año 2010, según el informe, al que ha tenido acceso este periódico.

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