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El día de la Madre Morenita

Procesión de Nuestra Señora de la Cabeza | ÁLEX GALLEGOS

José Prieto

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El primer domingo de mayo es el día de la madre, y en Córdoba de la Madre de la Cabeza, la Virgen Morenita que se venera en la parroquia de San Francisco y San Eulogio y cuya cofradía vive este día la que es su jornada grande junto al último fin de semana de abril, que es cuando se celebra la romería en el Cerro del Cabezo. Y es que en Córdoba hubo este domingo de mayo una fiesta en torno a Nuestra Señora de la Cabeza.

La procesión de la réplica cordobesa de la Reina de Sierra Morena se celebró de nuevo desde San Francisco hasta la Mezquita Catedral, templo al que llegó la cofradía filial acompañada por más de una decena de hermandades de la Virgen de la Cabeza de la provincia y de otros puntos de Andalucía y de la Mancha además de por miembros de la hermandad matriz de Andújar y de algunas corporaciones de Gloria de Córdoba.

El cortejo salía a las doce del mediodía tras haberse celebrado la función principal que presidió el párroco de San Francisco, Joaquín Alberto Nieva. La mañana estaba fría y gris, aunque conforme avanzó el día se aclaró el cielo y salió el sol hasta llegar a hacer bastante calor. La imagen de la Virgen iba vestida con saya blanca y estrenaba en su procesión un manto azul celeste bordado de estrellas que, como el traje del Niño Jesús que lleva en sus brazos, regaló el año pasado una hermana. Sobre el paso en jarras y friso se vieron rosas, astromelias y dendrobio, todo en color blanco.

Para salir de San Francisco, la Banda de Música María Santísima de la Esperanza que pone su música como ofrenda a la Virgen le interpretó los pasodobles Morenita y Pequeñita y Aires de Romería, seguidos de la marcha de procesión Una oración a la Virgen. Iba a buen ritmo la comitiva hacia la Mezquita Catedral por Cardenal González, donde la imagen recibió una petalada que se repetiría en la misma calle a la vuelta a su templo mientras la vitoreaban algunos de los presentes.

Pasada la una de la tarde entraba al Patio de los Naranjos el paso que al moverse llevado por una cuadrilla de hombres y otra de mujeres provoca el sonido de las campanitas que cuelgan de la corona que lo remata. Y otras campanas, las de la torre de la Catedral, también sonaban repicando para recibir a la Virgen, que pasó la Puerta de Santa Catalina para al momento adentrarse en la penumbra de la antigua mezquita donde la comitiva adoró al Santísimo Sacramento.

Tras hacerlo, salió la procesión por el Arco de Bendiciones, en el que le gritaron a la Virgen “¡Viva la Reina de Sierra Morena!”, “¡Viva la Rosa de Oro!” y “¡Viva la cofradía de Córdoba!”. Sonaba el Himno Nacional y dos hombres agitaban con fuerza los grandes pendones que antecedían al paso, aunque no se tremolaron como otras veces. La Virgen de la Cabeza se paseó por el Patio de los Naranjos, vestido de flores de mayo y al que dio la vuelta para volver a salir por Santa Catalina después de haberse escuchado Triunfal y La Virgen del Carmen.

Había muchos turistas que se admiraban al ver la procesión y hacían fotos mientras comentaban en otras lenguas y se fijaban en los costaleros y los pies que asomaban bajo los faldones del paso. Y tras salir del patio que antecede al recinto sagrado tomó la hermandad una de las calles que dan más personalidad a su caminar como es Martínez Rücker, por cuya estrechez fue la Virgen acariciando flores de las rejas y sorteando la cuadrilla de costaleros y costaleras con pericia los faroles de la calle. Al llegar a la plaza de la Concha la calle del Pañuelo desearía ser más ancha para acoger a la Morenita, una de cuyas levantás dedicó el capataz a las madres.

Quedaban por vivirse muchos momentos emotivos, como la entrega a la Virgen de unas rosas de su rosal que una señora mayor hizo en la puerta de su casa-patio en la calle Alfayatas y que se unió a los ramos de flores que otros devotos habían colocado en el paso. Era la hora de comer y en Cardenal González había una mezcolanza de aroma a incienso y del que salía de las cocinas de los restaurantes de la zona. Apretaba el sol y una mujer se emocionaba y lloraba al paso de la imagen cuando la banda de la Esperanza interpretaba el pasodoble Virgen Morenita. Luego llegarían las marchas Mercedaria, Siempre la Esperanza y Pasan los Campanilleros, y con las dos últimas se recreaba la cuadrilla y daba unos pasos atrás al son de la música.

Regresaba a su templo y antes de pasar el arco de San Francisco y entrar en el Compás del mismo nombre la saetera Piedad Melgar ofrecía una colombiana a la Virgen de la Cabeza, a la que ya esperaban todas las representaciones de las cofradías que asistieron a la procesión haciendo pasillo a las puertas de la iglesia. Allí sonó de nuevo Morenita y Pequeñita y, como las veces que se escuchó anteriormente, los presentes cantaron su letra y, en esta última chicotá antes de entrar, los banderines de las hermandades y los pendones saludaban a la sagrada imagen.

Antes de las tres y media entraba la Virgen de la Cabeza en su casa cordobesa y terminaba una procesión que abre las del tiempo de Gloria en la ciudad y que llevó su alegría y colorido por las calles del casco histórico donde el ambiente festivo del mes de mayo que ha comenzado con las Cruces y seguirá con los Patios se vivió también de esta manera. Fue en el día de las madres y en torno a la Madre más grande que hay.

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