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La “baja” presión en los hospitales llevó al SAS a no llamar a ninguno de los 145 médicos voluntarios

El médico José Luis Gonzalez Boyero.

Alejandra Luque

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El coronavirus irrumpió en España de manera tímida a principios de marzo. La escueta información que hasta ese momento se manejaba sobre el Covid-19 apenas hizo saltar las alarmas en los hospitales. Sin embargo, semanas después, los contagios se iban multiplicando y, en Andalucía, la Junta hizo un llamamiento para que médicos -jubilados,  en activo o recién graduados- se apuntaran como voluntarios ante un futuro empeoramiento de la situación sanitaria. Sin embargo, en Córdoba, el Servicio Andaluz de Salud no ha llamado a ninguno de los 145 galenos que pusieron su saber, experiencia y ganas al servicio de todos.

Según ha confirmado a este medio el Colegio Oficial de Médicos de Córdoba, la incidencia del coronavirus en capital y provincia y la “baja” presión asistencial en los hospitales ha llevado a que ningún médico voluntario haya sido llamado para aliviar trabajo a sus compañeros. De los 145 que se ofrecieron para ayudar, 34 fueron profesionales jubilados mientras que el resto se trataba de médicos en activo en la sanidad privada, estudiantes que habían finalizado su carrera y otros que habían presentado al examen de Médico Interno Residente (MIR).

Este fue el caso de José Luis Gonzalez Boyero, de 24 años. Terminó la carrera de Medicina en 2019 y en junio comenzó a prepararse el MIR. Se presentó el pasado mes de enero y ahora espera poder incorporarse en la especialidad de Pediatría. Tanto él como alguno de sus compañeros decidieron apuntarse como voluntarios en vistas a un posible empeoramiento de la situación sanitaria en Córdoba. “Aunque mi experiencia no es la de un residente de cuarto año, claro que podía ayudar porque antes que nada, mejor tener médicos suficientes”, afirma el joven, que lamenta que la gestión de la crisis en los hospitales “se podría haber hecho mejor”.

En el otro lado de la balanza se encuentra el doctor José Espejo, con 41 años de profesión a sus espaldas. Aunque en 2015 se retiró de la sanidad pública sigue ejerciendo como dermatólogo en la privada. A pesar de sufrir hipertensión e insuficiencia respiratoria e ir en silla de ruedas desde que tenía un año, a este médico nada le ha frenado para llevar a cabo su profesión y presentarse voluntario durante la pandemia. “Sabiendo que todavía puedo ayudar no podía quedarme en casa”, cuenta.

A pesar de que el SAS tampoco ha requerido de sus servicios, explica que sí ha estado de  voluntario en el servicio de teledermatología de la clínica. Espejo también ha sido médico de familia desde 1981 hasta 2005 y, junto al consejero de Salud de la Junta -Jesús Aguirre-, se han recorrido numerosos pueblos a lo largo de sus trayectorias profesionales. Tras finalizar su etapa en la Medicina Familiar y Comunitaria, se incorporó como dermatólogo al Hospital Reina Sofía.

Aunque durante la crisis sanitaria no ha podido ejercer todo lo que le hubiera gustado, Espejo se ha mantenido muy activo “leyendo toda la información que se iba distribuyendo a través de foros sanitarios”. Lamenta la “falta de seguridad y protección” con la que han afrontado la pandemia el resto de sus compañeros sanitarios, una situación que, asegura, le ha dolido “mucho”. Recuerda con tristeza al médico Manuel Barragán, que falleció a causa del coronavirus el pasado 25 de marzo. “Fuimos compañeros en Bachiller y de promoción e hicimos la oposición juntos”, rememora.

El médico pide a la sociedad desterrar la falsa creencia de que el virus afecta únicamente a personas mayores ya que la cifra de contagiados así lo refutan. Sobre la desescalada, Espejo hace un llamamiento a la responsabilidad, y lanza una lanza a favor de los médicos de la Atención Primaria. “Son la base de la pirámide y no se les puede infravalorar. Esta pandemia nos ha enseñado a reconocer lo que tenemos, al igual que las Urgencias, a donde hay que ir cuando se trate de cuestiones graves”, concluye.

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