Adiós a los soldados cordobeses que parten hacia Líbano
La escena de este domingo ya es conocida. Se repite. Son ya cuatro los años en los que un grupo de militares uniformados y tocados con la boina azul celeste de Naciones Unidas parten de la estación de Córdoba rumbo a Líbano. Las despedidas, los lloros, las sonrisas tristes, los besos fuertes y los abrazos vuelven a producirse.
El estoicismo predomina en las familias de los militares profesionales. Todos ellos se han presentado voluntarios. En declaraciones recogidas por la web de Radio Córdoba, el brigada Francisco Ruiz Calero afirma que Líbano le recuerda “a la España de los años 60”. Un país que, por otro lado, afirma este militar, “va prosperando gracias a la misión UNIFIL”.
Ente las familias, un mismo vaivén. Por un lado, se impone el lado castrense que siente orgullo por el trabajo del soldado. Por otro lado, la pena y la preocupación de verle destinado a una zona caliente con Israel al sur y un país en guerra en otra frontera: Siria.
“Siento orgullo por mi hermano, que va a hacer una labor humanitaria en un mundo cada vez más egoísta, pero siento preocupación porque son muchos meses lejos de casa”, señala una hermana a Radio Córdoba. “Esto es una guerra de sentimientos”, concluye.
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