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La estrella

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José Carlos León

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Por más años que siguen pasando, todavía no he encontrado un ejemplo mejor para mis formaciones de lo que supone un objetivo y lo que debe significar para el que lo persigue: cuanto de retador y desafiante tiene, pero al mismo tiempo de estimulante e inspirador; como marca los pasos y las decisiones a tomar; cuántas veces parece alejarse inexorablemente hasta ponerte al límite y aumentar tus deseos de arrojar la toalla; pero también cuánto te guía para seguir adelante y perseguir una meta. Sí, es la estrella de Belén y ya está de camino.

No quiero que este primer artículo del año sea el típico “primer artículo del año” simplón, buenista y facilón. Todos los buenos deseos para 2021 son sólo eso, meras intenciones y palabras bonitas porque ya te habrás dado cuenta de que poco ha cambiado respecto a la semana pasada, y que tampoco lo va a hacer de un día para otro.

Lo que sí podemos cambiar somos nosotros, porque hasta que llegue la vacuna lo único que podemos hacer es poner de nuestra parte. Ya decía la Madre Teresa que si cada uno barriera la puerta de su casa el mundo estaría mucho más limpio, pero para eso no sirve de nada esperar a que empiece el de enfrente. Los gurús lo llaman proactividad, aunque de toda la vida se le ha llamado empezar a mover el culo.

Y si necesitamos un estímulo o un ejemplo, podemos irnos al mito de la estrella y lo que supuso para los Reyes Magos. Si pasamos por encima del relato, parece que a Melchor, Gaspar y Baltasar se lo dieron todo hecho: ahí tienes la estrella, así que móntate en el camello y sigue hasta que llegues. Esa es la versión sencilla, y el error es que muchos lo siguen contando y muchos se lo siguen creyendo. El mundo está lleno de gente que te impulsa a perseguir tus sueños, a lanzarte al vacío en busca de tus deseos y a saltar sin red al amparo de tus metas. Total, es lo que hicieron los Reyes y a ellos les fue bien.

El problema es que hay mucho gilipollas que se lo cree y se lanza a la aventura con nulos recursos y mínimas competencias, y una cosa es la valentía, otra la temeridad y otra bien distinta la estupidez, para la que sigue sin haber vacuna. Porque la estrella marcaba el camino, pero el trabajo estaba por hacer, y eso es lo que a casi nadie le cuentan.

Porque la estrella sería la pera, pero no era el Ministerio de Fomento para hacerle a los Reyes puentes y viaductos a su paso. En su largo camino hasta Belén, a los tres magos les asaltarían dificultades, como ríos que vadear, montañas que subir y obstáculos que afrontar. Y ahí seguía la puñetera estrella, marcando el camino y diciendo a dónde había que llegar, pero sin poner las cosas fáciles. A partir de ahí todo lo que había por delante era trabajo, constancia y una visión clara de lo que hacer.

El mito de la estrella de Belén habla del compromiso con un objetivo y de la implementación de un plan, estricto en su cumplimiento pero flexible en la ejecución. También de la búsqueda de recursos, de la capacidad de adaptación al entorno y de la persistencia para perseguir algo en el horizonte que realmente merece la pena.

Hace años tuve la oportunidad de coincidir en la Cadena Cope con Leopoldo Fernández Pujals, un señor encantador y discretísimo que, entre otras cosas, es el fundador de Telepizza y Jazztel y uno de los hombres más ricos de España. Hijo de cubanos exiliados, se crió en Estados Unidos y llegó a ser capitán del ejército tras cumplir servicios en la guerra de Vietnam. Ese día nos contó que entre los arrozales y el olor a napalm aprendió dos grandes lecciones que le sirvieron para toda su vida: el concepto de misión y el valor del trabajo en equipo. Es decir, la consciencia de lo que hay que hacer sin necesidad de que nadie te lo diga o te lo repita y, por otro lado, la importancia de contar con los que tienes al lado, de apoyarte en ellos y de saber que también están dispuestos a hacer lo mismo por ti. Ambas están recogidas en la historia de la estrella de Belén, y quizás hoy sea un buen momento para acordarnos de ella.

Porque por cierto, aunque en el mundo hispano los conocemos como Reyes Magos, en el ámbito anglosajón se llaman The Three Wise Men, es decir, los tres sabios. Y es que la estrella estaba muy bien, pero sin talento no hubieran llegado nunca a su destino. A ver si nos aplicamos el cuento.

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