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Primer día del año: ¿tienes hechos los deberes?

Enrique Merino

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¡Feliz Año Nuevo! Qué me gusta a mí decir esta frase. Por todo lo que significa. Veréis, muchas veces perdemos la perspectiva del significado de las cosas. Y a veces le restamos importancia a aquello que entra dentro de nuestra rutina. Y no debería ser así.

En las empresas nos pasa igual. Pensamos que nuestro día a día es lo más importante y nos metemos en una espiral de acciones que nos hacen perder la visión de aspectos importantes. Por ejemplo, en un día como hoy, 1 de enero, que comienza un año, ¿cuántos de vosotros tenéis ya definido el plan de negocio de este año? ¿Cuántos habéis fijado el objetivo para este 2019?

Seguro que muchos pensáis: “otro más con la teoría”. Y no, no soy precisamente de esos. Pero como empresarios, todos los años deberíamos de fijarnos unos objetivos, tener un plan de negocio que fuera el que nos marcara las pautas para el año, y sobre el que estudiáramos nuestros logros y nuestros errores, porque los errores también hay que medirlos. Las desviaciones de lo que no conseguimos nos ayudarán a seguir creciendo.

Y os lo voy a ilustrar con mi ejemplo. Desde hace varios años, a final de cada año, preparo un plan de negocio del año entrante, fijando unos objetivos (no solo económicos, sino también estratégicos, internos de empresa, etc.). Siempre con la mayor realidad posible (bolas de cristal tenemos todos, algunos ven hasta cuántas novias se van a echar, pero si eres feo sé consciente de que tendrás lo que buenamente puedas, en el mundo empresarial pasa igual). Y, además, también me fijo unos objetivos personales, míos propios, que intento que sean los que marquen el año.

En diciembre de 2017 me fijé unos objetivos para la empresa de cara a 2018. Eran ambiciosos, pero bastante probables dada la tendencia alcista que llevábamos en BUMM. En base a esos objetivos, estaba construyendo una estructura y una previsión. Como objetivo personal, solo me marqué uno (que mantendré en el ámbito privado). Pues bien, ahora, un año después, os puedo decir que ninguno de los objetivos marcados para la empresa los he podido cumplir (música de thriller).

Ha sido un año fantástico para la empresa, pero muy duro, pues hemos sufrido dos contratiempos enormes, en febrero y julio: dos importantes clientes abandonaron la empresa y dejamos de tener su “cuenta” como agencia de marketing. Jamás, ni siquiera en el escenario más pesimista, podría pensar que eso iba a ocurrir con ellos y menos en 2018, pues esto pasó por motivos que nos costó comprender. Sufrí bastante, sobre todo por lo injusto para mi equipo.

Pero diréis: pues eso demuestra que el plan de negocio no sirve. Al contrario, si no hubiera tenido un plan, unos objetivos marcados para este año, no habría podido reaccionar a esos dos grandes contratiempos. Hemos cerrado el año con un crecimiento frente a 2017, hemos sido mas productivos y aumentado la facturación. No el porcentaje que buscaba, pero hay que tener en cuenta que la ausencia de esos dos clientes suponía un 20% menos de la facturación prevista, y aun así, hemos sabido reponernos y buscar otros proyectos y clientes que suplieran ese porcentaje y, además, nos hayan hecho acabar así de bien.

Muchísimo trabajo y muchísimo esfuerzo. Porque el aumento de beneficio ha ido destinado a poder contratar a otra persona, haciendo que iniciemos el año con una nueva incorporación al equipo. Y eso, para mí, es gratificante.

El plan para 2019 es más conservador que el que hice para 2018. No me he atrevido a ser ambicioso, pues venimos de un año difícil y hemos aprendido la lección. Mejor poco a poco.

Mi objetivo personal, solo uno que tenía, se vio alterado al poco de empezar el año. Mi padre, mi referencia personal y modelo en el que me fijo día a día, sufrió esa maldita enfermedad que a tantos afecta. Así que, diagnosticado en enero, operado en abril, nos hemos pasado el año teniéndola en mente. Gracias a Dios y a él, que es fuerte como un toro, está ahora en perfecto estado de salud. Disfrutando de su jubilación y de sus tres nietas (que grande eres, papá). Así que cambios constantes en 2018.

Al final, poder decir “Feliz Año Nuevo” es todo un privilegio, porque muchos no lo pueden hacer. Tener una planificación es fundamental, porque si se cumple, tu año habrá sido genial. Pero si el año se tuerce, como fue el mío, tu planificación te va a ayudar a ser la guía que debes seguir para luchar por intentar que el año se desvíe lo menos posible. Así que, nuevamente, Feliz Año Nuevo y espero que tengas hechos los deberes.

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