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Chakaflú y sus éxitos

Enrique Merino

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La palabra Chakaflú no es mía, vaya eso por delante. Pero la uso a menudo para definir cosas de la vida (casi siempre acciones) de algunas personas. Esta palabra la escuché por primera vez de un gran pensador, que luchó contra sus miedos y ante la adversidad de su situación personal y se enfrentó a sus enemigos venciéndolos. Es posible que lo conozcáis, se llama Po (un oso panda) y protagonizó una película de Disney que me encanta: Kung Fu Panda (risas ;-)).

Esta palabra la usa Po cuando descubre que es bastante más fuerte de lo que esperaba, pues es el Guerrero de Dragón y es como su grito de guerra. Se me quedó grabada la primera vez que la escuché y la hice mía, y define a la perfección lo que estamos hartos de ver con ciertos personajes místicos.

Veréis, ya lo comentaba en la entrada de la semana pasada. Cuando entras en la aventura de hacerte empresario y te enrolas en diferentes asociaciones, acudes a charlas motivadoras, seminarios y un sinfín de encuentros más, siempre están este tipo de personas que cuentan sus maravillosas experiencias, sus éxitos arrolladores, su actitud ante la vida, su optimismo e ilusión, y hablan de cómo con ciertas dotes de “súper energía” se superan todas las adversidades. Y veréis: eso no es así.

Sé que habrá muchos a los que no les gustará esta entrada de hoy, pero la vida del empresario en sus inicios es dura y complicada, y no son muchas las ayudas como para que encima oigamos cantos de sirena que enmascaren la realidad: que las cosas no salen siempre (de hecho casi nunca salen ni a la primera ni a la segunda).

Por eso, cuando oigo a estas personas que narran sus peripecias, sus aventuras empresariales, sus éxitos arrolladores, lo primero que me planteo es: “¿No tuvieron complicaciones en su empresa? ¡Qué suerte! ¿Tan fácil les fue?”. O la que más me preocupaba: “¿Qué pasa, que ellos tienen algo especial que yo no tengo?”.

Ahora, con los años y experiencia, me he dado cuenta de que nada de eso era así. Que muchos de ellos no narran la realidad. Otros, simplemente es que no son ni empresarios: inventaron una historia que replican y al final se han transformado es unos oradores maravillosos que ya saben cómo conectar con el público.

Lo que más me preocupa de esto es que el asistente a este tipo de charlas recibe una visión de la realidad distorsionada. Ojo, y no digo que no sea bueno el que una persona escuche una charla motivacional, en absoluto. Pero el querer transmitir que montar una empresa, los inicios, entrar en un mercado nuevo, etc., es fácil o que solo es cuestión de “actitud” es no ayudar. De verdad.

Como decía la semana pasada, el que inicia una empresa no necesita saber solo “caso de éxito de...” o “charla-motivacional de...”. Le será muchísimo más útil escuchar “cómo me arruiné y conseguí salir”.

Las asociaciones, instituciones, entidades públicas y privadas, deberían cambiar el chip y adaptarse al nuevo escenario que a los empresarios les surge. Entender que es más necesario saber cómo afrontar un situación de impagos, cómo actuar ante un desfase de liquidez, cómo aprender a fidelizar a un cliente o cuáles son los hitos mínimos de pago a la administración que si constituyes una empresa vas a tener que afrontar. Y todo esto, aunque suene a números, temas legales y aburrimiento total, se puede enfocar desde puntos de vista muy amenos y experienciales.

Hay muchos modelos de negocio, pero todos tienen en común una cosa, que son eso: negocios. Es decir, el promotor del proyecto lo crea para ganar dinero. Estoy convencido que cualquier empresario, en un momento de tensión en su empresa, por mucho que recuerde la fórmula mágica de “Chakaflú y sus éxitos”, si no sabe cómo solucionar el problema, no le va a servir de nada.

Y como dije antes, estoy a favor de las charlas motivacionales. De hecho, conozco personalmente a más de uno de los que seguro habréis visto videos suyos en Youtube, y me parecen fantásticos. Y aquí hago una reseña a los procesos de coaching, que seguro que más de uno estaba confundiendo llegados hasta aquí. Los procesos de coaching personales o a equipos de trabajo, llevados por profesionales, son de lo mejor que hay. Yo he recibido, de hecho, de manos de mi amigo Honorio, varios de ellos. Y no solo son recomendables, sino que son excepcionales para el crecimiento personal y profesional, porque un buen coach no te dice lo que tienes que hacer ante un problema, sino que te ayuda a que tú encuentres la solución al mismo.

Así que no os dejéis engatusar por “Chakaflú y sus éxitos”. Escuchad y pedid ayuda a quienes sabéis que han pasado por momentos complicados como los vuestros. Demandad de los colectivos en los que participáis, así como instituciones, formación y experiencias reales y contrastadas. Eso sí será de ayuda siempre.

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