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Mi particular Semana de Pasión

Antonio López

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Como bien saben los lectores de mis artículos semanales en Cordópolis, la salud me ha sido un tanto esquiva en esta última quincena, circunstancia que he aprovechado para seguir aún más de cerca la desalentadora actualidad nacional e internacional y vivir así mi particular semana de pasión. La patética imagen que los partidos tradicionales han ofrecido a los votantes en estos últimos días con motivo de los continuos casos de corrupción que van emergiendo y la grave convulsión política que vive la Republica Centroafricana son dos de los extremos de un imaginario látigo que flagela mi ya sensible ánimo.

En el ámbito patrio, como persona dotada de alguna que otra neurona, considero patético el comportamiento de las principales fuerzas políticas pues su actitud parece laminar la ya poca credibilidad que la ciudadanía, harta de padecer los efectos de la crisis, aún mantenía en sus representantes públicos. Desgraciadamente, la actuación de unos y otros sigue la misma y paupérrima pauta: centrar los esfuerzos en criticar la ética del rival y minimizar –o, en algunos casos, incluso ignorar- los graves errores que sus correligionarios han cometido. Mientras que para los populares las palabras “Bárcenas” y “Gurtel” parecen ser sólo reminiscencias de terribles pesadillas de antaño que nunca han sucedido, las huestes socialistas siguen intentando convencernos que el escándalo de los “ERE” falsos no es tal y sólo supone una campaña de desprestigio. A tal respecto, traigo aquí unas palabras del poeta sevillano Antonio Machado que bien podrían aplicarlas a fuego en la conciencia de toda persona que jure o prometa un cargo público: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya, guárdatela”. En cualquier caso, si verdaderamente hay una cita que esté de moda, es aquélla que suscribía de forma incansable un Presidente del Gobierno durante la década de los noventa y que dice así: “yo me enteré por la prensa”.

Por otra parte, centrándonos ya en el espectro internacional, son muchos los focos que han reclamado mi atención. La crisis chipriota, la situación de Siria, la nueva etapa en el Vaticano o la inestabilidad política en Venezuela han ocupado muchos de mis minutos de cautiverio febril. No obstante, sin lugar a dudas, es la coyuntura que atraviesa la República Centroafricana la que me ha producido una mayor zozobra, especialmente por el vínculo que une a este Estado con nuestra ciudad pues, como bien saben ustedes, el obispo de Bangassou, una de las principales ciudades de la antigua colonia francesa, es desde hace 15 años un misionero cordobés, Juan José Aguirre Muñoz. Pese a los innumerables recursos minerales -como oro y diamantes- con los que cuenta la República Centroafricana, este país vive sumido en la pobreza y, desde su independencia en 1960, ha sido escenario de varias rebeliones y golpes de Estado. En esta ocasión, es el grupo de rebeldes Seleka, apoyado por países como Sudán y Chad y con la pasividad de la comunidad internacional,  el que pugna por imponer un régimen islamista en la joven nación y, para ello, no ha reparado en contemplaciones, destruyendo y saqueando todo cuanto han encontrado a su paso, incluidos los hospitales y las escuelas que, tras varios años de recaudación de fondos, se habían construido. La labor humanitaria de nuestro paisano en el que se considera tercer país más pobre del mundo ha sido ingente. Siendo cargo público, tuve la oportunidad de conocerlo personalmente en un acto benéfico y, cuando terceras personas alabaron su actuación, él contestó con gran humildad que “sólo soy un simple pincel en la mano del pintor”. Más allá de consideraciones espirituales, comprendan ustedes que, acostumbrado como estaba uno a un mundo en el que prima aparecer en primera fila de una fotografía o imputarse el mayor número de méritos, me impresionó de sobremanera la sencillez del obispo la cual, sea dicho de paso, también contrasta con la que exhiben la mayoría de sus colegas del hemisferio norte.

Aunque no soy excesivamente cofrade, una vez recuperado de toda dolencia y siempre que la lluvia lo permita, confío en poder disfrutar de las distintas estaciones de penitencia con familia y amigos. En cualquier caso, cual domingo de gloria, espero que en breve se solvente la situación de la República Centroafricana y que Juan José, con el mayor apoyo económico posible, pueda retomar su labor. Asimismo, también deseo que algún día cambien los parámetros éticos de la clase política en nuestro país pues, si las energías invertidas por los partidos en destruir al oponente se dedicaran a sanear sus estructuras, los votantes recuperarían con mayor rapidez la fe perdida. No obstante, desgraciadamente, cada vez estoy más convencido de que la tan necesitada transformación no se forjará en el seno de los organizaciones políticas, sino que habrá de implantarse desde fuera, mediante la reivindicación y el movimiento social. Ojalá acierte en ambas cuestiones y pueda dar algún día carpetazo definitivo a mi particular semana de pasión.

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