CUÉNTAME UN CUENTO
En política, hay materias que periódicamente, en función de la época del año, ocupan la agenda de nuestros cargos públicos así como las portadas de los medios de comunicación, reproduciéndose debates que ya considerábamos enterrados o solventados pero que, irremisiblemente, cada doce meses, se repiten como el reflujo de una mala digestión, como aquel cuento que, una y otra vez, nos recitaban cuando éramos pequeños para poder conciliar un rápido y reparador sueño. Un nítido ejemplo de esta afirmación son las inversiones reflejadas en los Presupuestos Generales del Estado y su repercusión sobre Comunidades Autónomas y provincias.
De conformidad con el artículo 134.3 de la Constitución, El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior, es decir, antes del día 1 de octubre de cada ejercicio. Por tanto, durante los primeros días de dicho mes, el torrente de declaraciones y manifestaciones de carácter político y social que se producen por razón del texto presupuestario concurren al encuentro de la opinión pública con la misma puntualidad que un quinceañero lo hace en su primera cita. Así pues, teniendo en cuenta la fecha en la que estamos, me dejo imbuir por esta tradicional dinámica y procedo a examinar el contenido de las inversiones del Presupuesto estatal en Córdoba aunque, si ustedes me lo permiten, pretendo enriquecer este análisis con alguna que otra reflexión personal sobre la bondad del instrumento presupuestario.
Más allá de cualquier tipo de consideración, hay una realidad objetiva e irrefutable, y es que las inversiones en la provincia siguen en la misma tendencia a la baja iniciada en el 2007, tocando suelo en esta anualidad con 78 millones de euros. Según se desprende del texto presupuestario, Córdoba es la segunda provincia de Andalucía que recibe menos partidas, sólo superada en este triste ranking por Huelva, y, en lo que a gasto por habitante se refiere, tampoco sale bien parada ya que nuestra provincia ocupa la antepenúltima posición, con una cifra de inversión per cápita de 96,8 euros, muy alejada de la media andaluza, que se sitúa en 190,68 euros, y de la española, que es de 271,65 euros. Como consecuencia de estas grandes cifras, el futuro de los grandes proyectos de la ciudad que habrían de financiarse con cargo a las arcas estatales es poco halagüeño a corto plazo. El Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2013 apenas recoge créditos para el Aeropuerto de Córdoba y actuaciones como el Centro de Congresos en el Parque Joyero, el tramo norte de la variante Oeste –que ha de dar acceso al citado Centro-, el Museo de Bellas Artes, la Biblioteca del Estado y el Archivo Histórico Provincial duermen en el limbo. En cualquier caso, y para ser justos, hay que destacar que el hecho de que un proyecto tenga consignación presupuestaria no significa que éste vaya a llevarse a cabo ya que el Presupuesto sólo recoge previsiones de gasto e ingreso. Esta circunstancia propicia que hayan existido textos presupuestarios, a priori más generosos para nuestra provincia, que, una vez ejecutados, han resultado ser igualmente paupérrimos. Por ejemplo, los Presupuestos socialistas de ejercicios anteriores reflejaron créditos para todos los proyectos antes mencionados pero dichos recursos apenas fueron empleados. Concretamente, no fueron ejecutados un total de 121 millones de euros, convirtiendo los textos presupuestarios en un bello cuento a relatar pero con un final no muy feliz para nuestra ciudad y provincia.
En cualquier caso, debido a la exigua consignación presupuestaria para Córdoba, las críticas de la oposición hacia la labor del partido del gobierno no se han hecho esperar. Así mismo, como cabeza visible de aquél en Córdoba, los reproches también han alcanzado a la persona titular de la alcaldía a quien se le imputa una mayor preocupación por la defensa de los intereses de su formación que por los de la ciudad que gobierna. Ante estos ataques dialécticos, los aludidos han pasado a la acción y nos han recordado el difícil momento en el que nos encontramos por la escasez de recursos, así como el esfuerzo que hay que realizar para hacer frente al pago de las deudas pendientes del gobierno anterior, ejemplo, según declaran, de mala gestión.
Si ustedes se percatan, no he efectuado mención expresa a ninguna fuerza política en el párrafo precedente. No piensen que ha sido un lapsus, sino que está hecho con premeditación y alevosía. Dicho párrafo bien podría servir como modelo para cualquier Presupuesto que se haya tramitado desde el inicio de la crisis o que haya de tramitarse mientras dure ésta, con independencia del color político del líder –o “lideresa”- que ocupe el sillón de la alcaldía o de la presidencia del Gobierno. Así pues, estamos ante un ejemplo más de la simpleza en la que se ha instalado el debate político, el cual ha llegado a ser en muchos aspectos tan previsible como el desarrollo y desenlace de todo cuento infantil.
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