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Sobre este blog

Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.

Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.

Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.

Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.

¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.

Estoy perdido, y por eso escribo.

 

Claveles y muertos

Un clavel en la tumba de Cascajo

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Las banderas y estandartes ya estaban en su sitio, la tropa firme, a la espera. En formación, los miembros de la Brigada Guzmán el Bueno en la zona donde yacen los caídos del bando nacional durante la guerra civil en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud, esperaban la llegada de los altos mandos, encabezados por el general jefe de la brigada y comandante militar de Córdoba y Jaén, Ignacio Olazábal Elorz. El acto consistió en la lectura de un soneto rindiendo honores a los caídos del bando nacional que allí yacen, y en la colocación de unos claveles rojos adornados con un lazo con los colores de la bandera de España en cada una de las tumbas. A escasos 5 metros la fosa común recientemente abierta donde se calcula que puede haber más de 400 personas asesinadas por parte de los fascistas. Cordobesas y cordobeses detenidos por las calles, subidos a un camión y asesinados brutalmente. Sus familias no han podido nunca reunirse junta a una tumba un día como el de difuntos. Muchas familias siguen yendo a las cunetas. Ningún mando militar dirigió ni una palabra sobre la fosa común, ni un gesto hacia la tierra amontonada a escasos metros.

Pero algo ocurrió antes, los altos mandos en su camino hacia la zona donde yacen los militares caídos hicieron una parada en una tumba apartada, situada fuera de la zona delimitada. Los altos mandos se cuadraron y depositaron dos claveles rojos en la tumba del general Cascajo, genocida y máxima autoridad militar en Córdoba durante la guerra civil y responsable según los últimos estudios del asesinato de entre 9000 a 30000 cordobeses/as. Cascajo no fue un caído por la patria, falleció el 3 de abril de 1953. Su brazo derecho, el asesino y torturador, comisario político y guarda civil Bruno Ibáñez (conocido como Don Bruno) era el ejecutor de las condenas a muerte que firmaba Cascajo. En los días del golpe de estado militar, el sanguinario Cascajo mandaba ejecutar a más de un centenar de cordobesas/es al día de entre los listados que les entregaban empresarios y autoridades eclesiásticas de la ciudad. 

El acto organizado por los militares lo era por los caídos por la patria, y más allá de que podamos establecer una discusión siempre compleja que tratase de explicar el hecho de que en el Cementerio de la Salud se hiciera el acto a los militares fascistas que lucharon por el final de la democracia en España, lo cierto es que no es posible que quede impune el homenaje al mayor genocida de la historia de córdoba en el siglo XX, que además no fue un caído por la patria.

Ninguna institución, civil o militar puede rendir homenaje de forma pública a un genocida fascista. El ejercito español es una institución que desarrolla sus funciones dentro de una democracia constitucional donde ya es vigente una ley que sanciona los actos contrarios a la Memoria, que son los “efectuados en público que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, y supongan exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la guerra o de la dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial”.

Se cuadraron y rindieron homenaje a su tumba.

No les temblaron las manos cuando colocaron los claveles. 

Sobre este blog

Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.

Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.

Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.

Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.

¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.

Estoy perdido, y por eso escribo.

 

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