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Sobre este blog

Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.

Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.

Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.

Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.

¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.

Estoy perdido, y por eso escribo.

 

La fuerza de las palabras

Villamandos y Torralbo

Pablo Rabasco

27 de noviembre de 2025 20:45 h

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A mi estimado compañero Antonio Monterroso

Es cierto que, a lo largo de la historia de Córdoba, gracias a su situación estratégica y ricos recursos estas tierras siempre fueron objetivo de distintos imperios y civilizaciones. Antonio Monterroso, con quien me gusta siempre cruzarme en los pasillos que compartimos en nuestra Facultad de Filosofía y Letras, en un reciente artículo aquí en su blog de Cordópolis, hace un recorrido por estos avatares que llevaron a Córdoba a ser capital en distintos momentos históricos, siempre bajo el enfoque de su poder militar. Monterroso, entusiasta de esta recuperación de capitalidad augura nuevos tiempos de “gloria” al calor de la base logística militar. Él la llama Córdoba Capital Militar, sin metáforas. 

Pero Córdoba también tuvo momentos de esplendor por otras cosas. Fue la capital mundial de las artes y las ciencias allá por el siglo X. Hoy pregunto (si ya sé) a nuestra querida IA acerca del momento de máximo esplendor de Córdoba y me sitúa en ese siglo X, con la creación de escuelas públicas, una de las bibliotecas más importantes del mundo, la de Alhaken II con más de 400.000 volúmenes de todas las ramas del saber. Una ciudad con una economía floreciente y una política influyente basada en el comercio. La ciudad de varios cientos de miles de habitantes estaba pavimentada, con alumbrado público y con la mayor red de servicios de toda Europa. 

Además, Antonio, entusiasta de lo militar sabe mejor que yo que, los territorios, la distancia al mar, la cercanía a los recursos y tantos avatares repetidos hasta la saciedad de poco o nada sirven hoy en día. IA, drones, aviones no tripulados, precisión quirúrgica cuando quieren, destrucción masiva cuando se trata de hacer matanzas y carnicerías humanas. Satélites que nos miran como nosotros miramos a un hormiguero. Y civiles, claro, las guerras se tratan de eso, de matar civiles y someter. Ahora esto de la guerra es también algo así;

Colombia. La niña Cheila Carranza denuncia la desaparición de su padre, pescador pobre que salió a faenar cerca del pueblo de Santa Marta. Un dron lanza un misil tipo AGM 176, misiles guiados de gran precisión. Delante de un ordenador, el militar correspondiente ejecuta a Alejandro Carranza. Se confundió. El país con mayor número de consumidores de droga se alza en guerra contra los productores. USA pone las narices y Colombia los muertos.

Un militar israelí desde su sillón acolchado y frente a sus monitores de ordenador, da unas consignas. Los gritos de unas mujeres y llantos de niños empiezan sonar desde unos altavoces colocados en unos drones que sobrevuelas sobre la ciudad de Gaza. La población civil que los oye corre a ayudarles. Los militares francotiradores abren fuego y en una acción que dura unos segundos acaba con todos ellos.

En la ciudad de Rafah, decenas de drones controlan la ciudad. Atacan a cualquier ser humano que salga de su casa. Todo programado desde una situation room, desde la impunidad y limpieza que nos da un ordenador que controla los dispositivos atendiendo a las órdenes de los militares israelíes.

Y aquí, desde un rincón de Córdoba, la empresa de armas Escribano M&E sigue con sus acuerdos de proveer armas al ejército genocida de Israel. La Universidad de Córdoba, gran impulsora de esta base, le cede sus espacios a Escribano, colaboracionista con Israel, a pesar de las denuncias internacionales de genocidio y el reconocimiento de altos estamentos jurídicos mundiales. La UCO, no solo impulsa de forma decidida la creación de esta ciudad de la guerra, sino que articula toda una serie de nuevas formaciones para dotar de personal cualificado a la base. Los institutos y espacios de formación ofrecen decenas de ciclos vinculados con la base militar. 

Y si, es posible que muchos de los militares que vengan a trabajar a Córdoba sean personas muy cualificadas, y ojalá que aporten mucho como futuros vecinos de nuestra ciudad. Y perdonad que hable en masculino, pero en un informe elaborado por el Ministerio de Defensa (me gusta llamarlo Ministerio de la Guerra, como decía Eduardo Galeano) el 84% de los empleos de las bases logísticas militares actuales en España son ocupados por hombres. Así que quizás podríamos llamar a la Base algo así como Base Logística Patriarcal Militar, para que nuestras vecinas de Córdoba no se lleven a engaño. En todo caso, recomiendo a las jóvenes estudiantes que consideren si vale la pena cursar esos grados, másteres y ciclos porque ellas valen mucho menos que ellos en la ciudad capital de la guerra. Y es posible que estos militares formados y estupendos vecinos ayuden a construir una ciudad más humanizada, multicultural y diversa, una ciudad que no deje a nadie fuera. Pero claro, no puedo más que recelar teniendo en cuenta los fuertes vínculos de la cúpula militar cordobesa con la ultraderecha. Como ya denuncié en estas páginas, y a la vez otras personas y colectivos, acciones como la llevada a cabo el día de los difuntos de 2021 cuando los altos mandos, encabezados por el general jefe de la brigada y comandante militar de Córdoba y Jaén, Ignacio Olazábal Elorz, en su camino hacia la zona donde yacen los militares caídos, hicieron una parada donde se cuadraron y depositaron dos claveles rojos en la tumba del genocida general Cascajo, máxima autoridad militar en Córdoba durante la guerra civil y responsable, según los últimos estudios, del asesinato de entre 9.000 y 30.000 cordobesas y cordobeses. En los días del golpe de Estado militar, el sanguinario Cascajo mandaba ejecutar a más de un centenar de cordobesas/es al día de entre los listados que les entregaban empresarios y autoridades eclesiásticas de la ciudad. Esta pleitesía ante la tumba del genocida no es sino la expresión de los valores de esta cúpula militar. 

Yo no quiero esta ciudad de la guerra. Yo no quiero una universidad llena de militares, para eso están los cuarteles. Pero bueno, soy solo una pequeña voz ante la mayoría incontestable. VOX, Podemos IU, PP, PSOE todos abrazan con entusiasmo el proyecto junto a sindicatos mayoritarios y universidades. Así que entended estas palabras como una resistencia necesaria para evitar la unanimidad absoluta. Sé que esto es imparable, así que solo espero que genere puestos de trabajo en igualdad a mujeres y hombres, con salarios y condiciones laborales dignas y que estas actividades repercutan en la recaudación de la ciudad y sean bien gestionadas por la clase política. Que sea un lugar de trabajo y no de generar una cultura de la guerra. Pero me temo que no, que esto llegará con el paquete completo. Me temo que no llegan en son de PAZ.

Así que mi querido Antonio Monterroso, seguiré leyendo cada día esas palabras que están escritas en la entrada de nuestra Facultad y en las que creo firmemente; “Aquí están los soñadores, los ingenuos, los que aún creen en la fuerza de las palabras…”.

Sobre este blog

Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.

Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.

Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.

Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.

¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.

Estoy perdido, y por eso escribo.

 

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