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De ordenadores y aforados

David Val

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El PP entregó ordenadores sin discos duros al juez Ruz y Griñán sale de la Junta antes de que le salpique el caso de los ERE, pero eso sí, se va al Senado para seguir protegido por el Estado

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Hoy no pensaba escribir porque estoy muy quemado. Que nos hayan empobrecido, que hayan privatizado la sanidad y la educación y que nos mientan vilmente cada día es muy grave. Sin embargo, que mientan en el Congreso y que se rían en la cara de un juez es inadmisible. Si este país fuera tan democrático como algunos aseguran, el presidente del Gobierno habría presentado su renuncia irrevocable. Pero no lo hizo. Es más, ni siquiera se pronunció. Pero, ¿a qué esperamos? ¿De verdad a nadie le hirvió la sangre al comprobar que los ordenadores que el Partido Popular entregó al juez Ruz estaban borrados? Está claro que, en el fondo, todos lo sabíamos, pero todavía confiaba un poco en la responsabilidad de las fuerzas políticas de este país. En que no tuvieran la cara tan larga. Iluso de mí. Son unos ladrones y unos corruptos y ya no se molestan en esconderlo. Directamente borran las pruebas sin mayor preocupación, porque saben que nadie les va a poder atacar ni juzgar con garantías. El poder judicial está tan corrompido como el Gobierno y los partidos políticos. Aquí juegan todos en la misma Liga y los imbéciles que estamos abajo solo podemos asistir impasibles al partido. Pero, ¿nadie se va a atrever a invadir el campo?

Si se dan cuenta, cuando un espontáneo salta a un campo de fútbol, en seguida es reducido por las fuerzas de seguridad del estadio, pero, ¿qué pasaría si saltaran diez mil? Seguramente, futbolistas, árbitro y policía saldrían por patas. Bonita y necesaria metáfora para la vida real. Lo vivido hoy en los Juzgados de la Audiencia Nacional es inaudito. De escándalo. El PP envió un ordenador sin disco duro y el otro con información de otro empleado del partido. A ellos, adjuntó una nota donde decía que la información de Bárcenas había sido destruida. Así, sin más. Con más cara que espalda. Pero era de esperar, por tanto, ¿por qué no sacó la Policía los ordenadores el primer día que fue a Génova tras la denuncia de Bárcenas? Pues porque están todos en el mismo barco. Que no os engañen.

Pero no ha sido el único bombazo de la semana. Hace dos días, el presidente de Andalucía, José Antonio Griñán, dimitía de su cargo sin dar un por qué claro. El famoso caso de los ERE está pasando factura al Partido Socialista de Andalucía y parece que quitar a su cabeza visible puede calmar un poco las aguas. Porque, ¿se imaginan a un presidente imputado? Sería demasiado grave para los del puño y la rosa. E incluso para su socio de gobierno. ¿Por qué sigue Izquierda Unida gobernando con un partido investigado por la justicia? No lo puedo entender.

Pero el PSOE y Griñán se cuidan las espaldas. Primero alegando que el presidente no deja la Junta porque asuma “responsabilidad” por el caso de los ERE, porque “no tiene absolutamente ninguna responsabilidad”. Es más, la dirección socialista considera “razonable” y “bueno para el proyecto del PSOE” que Griñán sea designado como senador en representación de Andalucía. Como lo oyen. Los políticos no se crean ni se destruyen, solo cambian de sillón, ya sea en otra institución pública, ya sea en la empresa privada amiga. Pero, ¿por qué sigue chupando este señor de lo público si lo que tenía era “problemas personales” que le obligaban a dimitir y lo que deseaba era impulsar un “cambio generacional”? Muy sencillo. En su condición de senador, Griñán seguirá siendo aforado, es decir, en caso de que sea imputado por el caso de los ERE no sería juzgado como cualquier otro ciudadano, sino que su caso se llevaría directamente al Tribunal Supremo, un órgano bastante más politizado que el resto.

Pero no pasa nada. Roban, se ríen, nos hunden en la miseria, nos obligan a trabajar por sueldos de vergüenza mientras ellos viven con miles de euros mensuales gracias a nuestros impuestos, nos quitan todos nuestros derechos laborales y sociales, nos dejan sin sanidad, sin educación, sin cultura. Y, sin embargo, seguimos alienados. Es más, todavía hay millones de personas que les defienden a muerte. ¿Masoquistas? ¿Borregos? ¿Enchufados? No lo sé. Solo tengo claro que esto no puede seguir así. ¿De verdad nunca va a explotar? ¿Tanto estómago tiene este país?

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