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“Mi hijo tenía lágrimas de sangre en los ojos”

David Val

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Hace algo más de un año, un ertzaintza destrozó la cabeza del joven Iñigo Cabacas durante la celebración de una victoria del Athletic. Hoy, sigue sin hacerse justicia

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Hoy no voy a escribir mucho. A cambio, os voy a pedir que veáis el documental que os enlazo aquí abajo. Es duro, lo anticipo. Muy duro. Lo vi hace unos días y todavía sigue resonando en mi cabeza. Narra las últimas horas de vida de Iñigo Cabacas, herido gravemente el 4 de abril de 2012 y fallecido solo cuatro días más tarde en el hospital. Este joven vasco, seguidor del Athletic de Bilbao, se desplazó con su cuadrilla a ver el partido que enfrentaba en San Mamés a los leones con el Schalke 04 alemán. Si el Athletic no perdía conseguiría un hito histórico para el club: clasificarse para  semifinales de la copa de la UEFA.

El partido fue duro, Raúl, que por aquel entonces jugaba con los alemanes, hizo de todo, pero no fue suficiente. El empate a dos goles elevó a los leones a las semifinales. La fiesta fue sublime. La alegría se respiraba en las gradas y en el campo. Al salir de ahí, Iñigo y sus amigos fueron a seguir celebrándolo con cientos de personas en la calle María Díaz de Haro. El alcohol hacía mella en los cuerpos de algunos seguidores y empezó una pequeña pelea que se saldó sin graves consecuencias a los pocos minutos. Sin embargo, la ertzaintza ya había sido avisada y llegó con un importante despliegue al lugar.

Aunque informaron –tal y como se escucha en las grabaciones- de que la situación estaba controlada, el mando de la operación ordenó entrar con todo, desalojar la taberna donde se agolpaba toda la gente y vaciar esa calle donde, en ese momento, había cientos de personas. Porras y pelotas de goma comenzaron a hacer su papel. La gente comenzó a gritar y a protegerse de los golpes como podían. El terror llenó la estrecha vía.

De pronto, una de esas pelotas perdidas impactó de lleno en la cabeza de Iñigo. Primeramente, la ley dice que la policía ha de disparar directamente al suelo para que si la pelota golpea a alguien no lo haga con tanta fuerza. Pero ese día pasaban. Estaban sedientos de sangre. La pelota destrozó la cabeza de Cabacas. Cayó fulminado e inconsciente al suelo. Costó mucho que la ertzaintza se dignara a llamar a una ambulancia. Tras varios días en coma, Iñigo murió. Ha pasado más de un año y todavía sigue sin hacerse justicia.

Hace apenas una semana, su madre, Josefina Liceranzu, con una entereza enorme, declaró en el Parlamento Vasco, alegando que la muerte de su hijo había sido una “atrocidad que le puede pasar a cualquier madre”. “Lo mataron por la espalda cuando atendía arrodillado a una chavalita y se desplomó”, continuó. Cuando Josefina y Manuel –padre de Iñigo- llegaron al hospital aseguran que se les paró el corazón: “Mi hijo tenía lágrimas de sangre en los ojos, le salía sangre por las orejas, pero tenía lágrimas de sangre en los ojos. Pedimos justicia y que se esclarezca la verdad”.

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