Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
'Rancio city'
El algoritmo de Facebook (o de Instagram) te suele conocer mejor que a ti mismo. O eso parece. Y es habitual que acabe viralizando fotografías antiguas porque sabemos que la nostalgia funciona. Si Cuéntame como pasó ha durado más en la televisión que cualquier otra serie de la historia es gracias a esa explotación de nuestra nostalgia colectiva, de unos recuerdos que siempre se suelen quedar con lo mejor. La memoria suele traicionarnos para bien, suele protegernos y salvo que hayamos tenido una vida traumática (e incluso también) tiende a presentarnos aquellos recuerdos en los que fuimos felices de verdad. Por eso pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuando no es verdad.
Tiendo a pensar que Facebook no para de mostrarnos imágenes antiguas de la ciudad, de la provincia, porque conoce cómo funciona nuestra memoria. Hace que pensemos que en La Piedra Escrita, por ejemplo, se vivía una vida idílica sin problemas, cuando la gente estaba hacinada en casas patio donde compartía letrinas y cocina, y se pasaba la mayor parte del tiempo en la calle por no estar encerrada en una habitación donde vivía toda su numerosa familia. O que en ese tiempo glorioso de toreros de relumbrón la clase media tenía una vida parecida a la de Manolete y no a la del Lazarillo de Tormes.
La Córdoba del franquismo era una ciudad decadente y pobre. Gracias a eso, precisamente, se ha podido salvar su casco histórico. De lo contrario habría ocurrido como en Granada o Sevilla, donde se construyó sin importar lo que había antes. Hay un libro de referencia para entender cómo era aquella ciudad que hoy muchos evocan y anhelan, en una especie de sentimiento neorrancio: La casa del olivo, de Castilla del Pino. Una autobiografía cruda y sincera.
Cuando la sociedad camina hacia una dirección hay quien se sigue empeñando en esta ciudad en volver a lo de siempre. Las tradiciones suelen ser una trampa en la que se acaba justificando lo que hicieron nuestros abuelos, a los que tanto queremos. O quizás el refugio de la reacción, de la gente que no se siente identificada con las ideas de progreso (están en su derecho) y reivindican hasta la hipérbole justo las contrarias. Entiendo que aún hoy siga habiendo una gran afición a los toros, por ejemplo. Yo mismo he ido a corridas y he escrito crónicas. Pero dudo que la mayor parte de los jóvenes que los reivindican disfruten con un espectáculo que está condenado a desaparecer, más por deméritos propios que por otra cosa. Y es precisamente con esa reacción tan furibunda como están consiguiendo que haya una gran parte de la sociedad que desconecte totalmente.
Es como el cambio climático. Llevamos ya varios años sufriendo los peores veranos de nuestras vidas. Y eso que ahora, toma golpe a la nostalgia, tenemos aires acondicionados que de verdad enfrían nuestras casas y no tristes ventiladores, botijos o abanicos, con los que nos refrescábamos en unos años en los que casi nadie tenía piscina ni apartamento en la playa. A pesar de la evidencia, la reacción nos dice que no, que este es el calor de siempre y que todos los científicos del mundo están equivocados. A estas alturas empiezo a tener claro que ni ellos mismos se lo creen y que solo lo dicen, escriben, y mandan memes por llevar la contraria. Un aplauso.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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