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Masticar chicle y andar a la vez

Alfonso Alba

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Debería haber unanimidad en dos cosas: una, que Córdoba tiene problemas más graves que no son precisamente las inmatriculaciones que la Iglesia ha hecho de distintos bienes. Y dos: que el Ayuntamiento tiene que hacer todo lo posible para recuperar lo que considera que es suyo. Es decir, lo que es de todos. Repito: de todos.

En una ciudad en la que un 30% de su población vive bajo el umbral de la pobreza (aquí está lo que dice ADPH) la prioridad del Ayuntamiento debería ser su erradicación. Obvio. Y la lucha debería ser unánime, sin fisuras, con todos los grupos políticos remando en el mismo sentido.

Hace dos mandatos, el que entonces era primer teniente de alcalde, Rafael Blanco, dijo durante un Pleno una frase hecha, pero elocuente: “Se puede masticar chicle y andar a la vez”. Y es así. Se puede luchar contra la pobreza y tratar de recuperar los bienes inmatriculados por la Iglesia que el Ayuntamiento considere que son suyos. Y esta lucha también debería ser unánime. O al menos, así empezó.

Esta semana, un juez de lo Contencioso Administrativo ha tumbado, por defecto de forma, la reclamación municipal para recuperar la titularidad de la plaza del Pocito. El Ayuntamiento decidió aprobar el expediente a través de la Junta de Gobierno Local y no hacerlo en el Pleno. Se hizo así por consejo expreso de los técnicos y se aprobó un expediente que inició y dejó encarrillado el PP en el mandato anterior. Entonces, los populares estimaron que sí, que la plaza del Pocito era de todos los cordobeses y no solo de la Iglesia.

Por eso ha sido extraña la reacción de los populares, hablando de sectarismo y de que el cogobierno se mueve exclusivamente por intereses ideológicos. Tampoco ha sido lógica la postura de Ciudadanos, un partido moderado pero que se define como laico y no precisamente apegado a la Iglesia. Y ni mucho menos es entendible la reacción en el seno de la izquierda, donde las divisiones (un clásico) en torno al asunto han provocado enfrentamientos entre IU, Ganemos y sus entornos.

Que la plaza del Pocito es pública es algo que, salvo a la Iglesia, le parece lógico a todo el mundo. En este enlace está la noticia publicada en marzo de 2015, cuando gobernaba el PP, del inicio del expediente para recuperar la titularidad de la plaza. El Ayuntamiento asumía que lo hacía en defensa de lo público, por encima del interés privado. ¿O es que quizás la ideología nos lleva a lo contrario, a dejar que nos esquilmen lo público en beneficio de unos pocos?

No es urgente, está claro. Y no debería ser la gran prioridad, pero hay que hacerlo. Por el interés público, que no deja de ser el de todos, más que otra cosa.

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