El título de esta columna es de Carlos Rocha, periodista de Diario de Sevilla, que lo escribió tras conocerse el acuerdo anunciado esta semana por el 85% de las fuerzas políticas surgidas a la izquierda del PSOE: la izquierda andaluza, el musical.
En mitad de un run run ante un más que probable adelanto electoral (que se empieza a vislumbrar con fuerza para el mes de junio), la multitud de partidos surgidos tras la fractura de Adelante Andalucía han comenzado a darse prisa para armar una candidatura creíble y unitaria, que permita, como poco, salvar los muebles ante una convocatoria que, en principio, no les pinta nada bien.
La voladura incontrolada de Adelante Andalucía, la ruptura entre Izquierda Unida, Podemos y los Anticapis de Teresa Rodríguez, dejó absolutamente noqueada a esta opción política, mientras el PSOE se rearmaba tras la segunda derrota interna de Susana Díaz y la victoria de Juan Espadas. Mientras el PP se consolidaba en el Gobierno, Ciudadanos se esforzaba en desaparecer y Vox se llevaba los titulares, la izquierda andaluza comenzaba a parir una infinidad de siglas y partidos políticos que solo los muy cafeteros podían seguir y entender.
La izquierda andaluza, cainita como pocas, decidió esforzarse más en lo que le separaba que en lo que le unía para ir alumbrando marcas electorales como las de Más País (al calor de un ya muy lejano buen resultado electoral del errejonismo en Madrid), plataformas llamadas Andaluces Levantaos o coaliciones andalucistas. Mientras, se asistía a ocupar el vacío que dejaba Teresa Rodríguez dentro de Podemos (que no solo se fue como secretaria regional sino que también fue acompañada por una buena parte de cargos orgánicos), Izquierda Unida, que sigue teniendo un enorme peso sobre el territorio y décadas de experiencia a sus espaldas, trataba de evitar que todo se viniera abajo y que la coalición Unidas Podemos sobreviviese en Andalucía como una alternativa al PSOE.
En los casi cuatro años de gobierno de Juanma Moreno como presidente de la Junta, apenas ha tenido que preocuparse de la oposición, más centrada en hacerse la guerra así misma que en otra cosa. La comodidad con la que ha gobernado un presidente que no ganó las elecciones (¿se acuerda alguien de eso?), que metió en su ejecutivo a otro partido (Ciudadanos) y que dependía en el Parlamento de los votos de Vox se acabará estudiando en las facultades de Ciencias Políticas. Y bastante mérito tendrá, estoy seguro, pero si alguien se lo ha puesto fácil ha sido la permanente guerra interna en la izquierda andaluza.
Esta semana, por fin, el 85% de la izquierda andaluza ha alcanzado un principio de acuerdo. El grupo no cuenta con Teresa Rodríguez y sus fieles, volcados ya de una manera clara en una especie de neoandalucismo de izquierdas. La fractura fue tan profunda y los agrupados en Adelante Andalucía lo tienen tan claro que a mí el acuerdo se me hace imposible. Pero bueno, cosas más raras se han visto.
Pero esta misma semana, ese 85% de la izquierda andaluza, el musical, la ha vuelto a liar. Un grupo de Más País comenzó a tener dudas, otro presentó dimisiones, otros dirigentes de plataformas andalucistas comenzaron a dudar. Como Sísifo, estos pequeños grupos de la izquierda andaluza se esfuerzan, y creo que no es fácil, en repetir los errores del pasado.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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