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Córdoba ¿roja?

Alfonso Alba

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Cuando Julio Anguita se convirtió en el único alcalde comunista de una capital de provincia en España Córdoba recibió el adjetivo de roja por muchos medios de comunicación y analistas políticos. Cuando en 1983 Anguita recibió una híper mayoría absoluta como respaldo, el Córdoba roja se extendió incluso fuera de España, en unos años en los que el Muro de Berlín aún seguía en pie. Aunque el PCE, primero, e Izquierda Unida, a partir de 1986, siguió gobernando la ciudad hasta 1995, Córdoba nunca fue roja.

Juan Ojeda siempre recuerda que en aquellos años, cuando era director de Diario Córdoba, hablaba mucho con Anguita que paseando por el entorno del hospital de la Cruz Roja se preguntaba porqué le votaba mucha de la gente que allí vivía. “En Córdoba son conservadores hasta los comunistas”, nos contaba en una de las primeras entrevistas de Cordópolis el rector de la Universidad Loyola Andalucía, Gabriel Pérez Alcalá. No le faltaba razón.

Córdoba ni es ni ha sido nunca una ciudad roja. O mayoritariamente de izquierdas. Córdoba ha tenido, como muchas capitales andaluzas, un importante suelo de voto conservador, que elección tras elección ha respaldado a este tipo de formaciones políticas. Lo hacía cada vez que se convocaban elecciones autonómicas, generales y europeas. Y dejaba de hacerlo en las municipales, gracias, sobre todo, a personalidades tan arrolladoras como las de Julio Anguita, primero, y hasta Rosa Aguilar, después. A estos dos alcaldes los votaron los que en unas generales o autonómicas apoyaban opciones más de centroizquierda (PSOE) o de centroderecha (primero AP y después PP).

El pasado domingo, más de la mitad del electorado cordobés ha optado por opciones políticas conservadoras. El PP y Ciudadanos han recibido, sumados, más de 97.000 votos: el 54% de todos los cordobeses que acudieron a votar. La suma de los que apoyaron al PSOE y a Unidos Podemos no ha llegado ni al 42% de los votos, algo más de 74.000 papeletas.

Los datos son abrumadores. Córdoba siempre fue una ciudad en la que dominó el voto conservador que, en las elecciones locales, viraba, fundamentalmente hacia candidaturas con una fuerte personalidad. Como Granada, como Sevilla y hasta como Málaga. El voto urbano sigue siendo muy moderado. Y Córdoba nunca ha sido roja.

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