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Sobre este blog

Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

Erasmus en Pozoblanco de la centenaria Vuelta a Andalucía

Cabeza de carrera durante la segunda etapa de la Vuelta a Andalucía.

Julio Díaz Sánchez

21 de febrero de 2025 12:38 h

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Los que nacimos en los ochenta en una familia de clase trabajadora nunca pudimos irnos de Erasmus. Pero al menos algunos tuvimos la suerte de crecer en un pueblo. Que curte tanto o más el espabile y la sensación de libertad. Además, muchos tuvimos también la fortuna de estudiar en la universidad. Pero el programa Erasmus por entonces era más restringido y otorgaba una cuantía simbólica. Esto obligaba a los malos estudiantes a pensárselo dos veces antes de embarcarse en tamaña empresa de estudiar y trabajar en el extranjero. Algo que ya hacíamos aquí. Así que decidimos terminar la carrera primero y después probar suerte en el extranjero.  

Sin embargo, sí que presenciamos en primera persona los comienzos y bondades de un programa Erasmus que ha cohesionado y cultivado una Europa infinitamente mejor que la que envía ayuda armamentística a Israel o Ucrania. Y por mucho menos dinero y horror. Y que llenaba Córdoba de estudiantes de todas procedencia y pelajes. Que con sus acentos, sus músicas y sus nuevos horizontes nos zamarrearon el chovinismo y luego nos prepararon una cama para que pudiéramos viajar por media.

Amigos y amigas que nunca fueron de Erasmus como yo, o que ni tan siquiera estudiaron en la universidad, también disfrutaron de convivir en ambientes bilingües. Estudiantes de diversas procedencias campaban a sus anchas por las ciudades de Andalucía. Y nos aportaban cosmovisiones que resultaban hipnóticas para nuestras ansias de aprender, conocer, descubrir. Experimentar.

Y todo esto tuvo sus implicaciones cuando se esculpía nuestra identidad.

En lo que respecta al ciclismo, nuestra infancia tiene la textura de la sandía y el helado en verano, en la piscina los domingos, mientras primero Perico y después Induráin, atacaban en la subida y nos tiraban de la silla. Jóvenes y mayores se frotaban los ojos al ver un verano tras otros a uno de los nuestros con el maillot amarillo. Pues nadie dudaba de las hazañas de Bahamontes u Ocaña, pero se albergaba un consenso en torno a la superioridad de la impronta histórica de las epopeyas del bueno de Miguelón.

Gracias a esa época dorada, descubrimos el mundial en ruta y contrarreloj. Y el récord de la hora. Y para Ud. de contar. Salvo la gente muy de nicho y de noticias esporádicas, nadie nunca dominaba los nombres o las fechas de las carreras de un día. Todas las pruebas de menos de tres semanas eran consideradas carreras menores y en última instancia como preparatoria para afinar el estado de forma de nuestros atletas.  

La ruta del Sol llegaba a Córdoba hace hoy justo 18 años, en la etapa Cabra-Córdoba. Con mi hermano flamenco Tom Pierré, un belga que me enseñó latín y estaba de Erasmus, fuimos con nuestras bicis a ver el final de etapa a la Avenida Al Nasir. Donde presenciamos el duelo entre dos de los mejores velocistas de la época, Óscar Freire y Ton Boonen. En un sprint memorable, los dos campeones del mundo se disputaron la etapa. La clasificación general terminó reportándola Óscar Freire, triple campeón del mundo. Pero el triunfo parcial se lo llevaría el belga, que se calzó el icónico sombrero cordobés en la ceremonia de entrega de premios. En ese momento, mi amigo Tom, le gritó en perfecto e indescifrable neerlandés algo cómo: Naamgenoot, heel goed gedaan (“Tocayo, muy bien hecho”). Que retumbó en la zona de periodistas con solemnidad. Boonen, el gigantón que acabaría ganando casi cinco Paris-Roubaix, el mito del ciclismo mundial, inclinó su sombrero en reconocimiento a su compatriota flamenco. Y yo me sentí en aquel momento el amigo más orgulloso sobre la faz de la tierra. Aquel 21 de febrero de 2007 se me abrió el mundo de las clásicas del norte, de los monumentos y de las ganas del ciclismo épico, en un país en el que el ciclismo se vive como un credo. Por ello no escatiman en pagar entradas para ver algunas carreras como en las fiestas del ciclocross. Y que acabaría sustituyendo a la dormidera de las grandes vueltas, que por entonces languidecían por el apabullante dominio a martillo pilón del US Postal o el Sky.

En el día de hoy, en mi mayoría de edad en el ciclismo de clásicas, un regalo en forma de etapa trepidante se avecina camino de Pozoblanco. El ciclismo internacional se va de Erasmus a los Pedroches y doy mi voto para la meta taruga a un Pidcock (Q. Pro Cycling) que se perfila como el rival a batir después de las exhibiciones previas.

En una etapa de perfil voluptuoso que se adentra en el corazón de Al-Ballut procedente de Arjona: Jaén epicentro del ciclismo mundial en estos últimos días. Con un Van Gils (Bora) que pierde fuelle después de llevarse la contrarreloj y Vuelta interruptus de 5 km de Alcaudete en 2024, así como la primera etapa de esta edición de 2025 con final en Nerja. El francés de nombre eslavo Sivakov (UAE), que ha disputado el sprint en las dos primeras etapas, intentará defender su liderato apoyándose en el equipo más potente del mundo, el UAE. La escuadra, con el francés a la cabeza, engrasa sus rodamientos para arropar de Pogačar. Aún resuenan por estos lares las exhibiciones de Tadej. En 2023, la última edición disputada, la Ruta del Sol alcanzó el máximo de su popularidad reciente con la presencia-exhibición del héroe esloveno. Van Aert, por su parte, arde por dentro como la turba a la espera de encontrar la inspiración en el aire de la dehesa de encinar más grande de Europa.

Paraíso Clásico Pre-Primaveral

La Vuelta a Andalucía sabe a clásica. El ciclismo en primavera se viene de Erasmus a Andalucía. Y entre los dos se arman un aroma, un aire europeo que le hace sentirse por unos días el centro del cosmopolitismo ciclista. Una primavera anticipada que recibe a sus efebos engalanada para la ocasión. En una Andalucía que se siente protagonista y escaparate, con las pruebas más atractivas en los albores del calendario de clásicas y fuegos artificiales de marzo o abril. Pogačar, Froome, Valverde, Freire, Van Aert, Pidcock… son algunas de las grandes leyendas del ciclismo que no han podido resistirse al Andalusian Crush. En una Andalucía que está descubriendo la exquisitez del ciclismo clásico. Carreras de un día donde de formato épico y en marcos incomparables como la Jaén Paraíso Interior, la Clásica de Almería o la propia y centenaria Ruta del Sol.

Un flechazo que ya atrajo hace 100 años a Victorino Otero Alonso, que se vino a la primera Vuelta a Andalucía de 1925 después de ser el primer español en terminar uno de aquellos homéricos Tours de Francia. Con etapas de hasta 500 km con perfiles infernales y carreteras que apenas conocían el asfalto, más parecido a lo que hoy llamaríamos “camino de cabras”, con bicicletas de un sólo plato, sin asistencia y saliendo de noche. Más de 5000 km divididos en 15 etapas en donde un puñado de cíclopes ciclistas forjaron las leyendas y las miserias de un deporte siempre unido a la épica y al drama. Junto a Victorino, corrieron en aquella edición de 1924 de la Grand Boucle los hermanos Pélissier, que se plantaron y destaparon los “trabajos forzados de la carretera”. En una entrevista histórica, denunciaron ante el periodista Albert Londres como eran obligados a prácticas dopantes como tomar cocaína por los ojos o cloroformo en las encías. “Llegarán a ponernos plomo en los bolsillos, cuando piensen que no podemos ir tan ligeros” vaticinaron con amargura. Todo para sobrevivir al demencial y hercúleo libro de ruta impuesto por Henri Desgrange, en su irrefrenable búsqueda del espectáculo a cualquier precio.

El ciclista del Bierzo ganó la segunda etapa con salida y llegada en Córdoba, y quedaría segundo en la general a tan sólo 2“ del campeón, una distancia más propia del ciclismo ultra-tecnificado actual. En primera posición de la general resultaría el abulense Ricardo Montero, que conquistaría el día anterior la primera etapa de la historia de la Vuelta a Andalucía, que también finalizó en Córdoba.

No es cierto que Andalucía no sea una tierra de ciclismo, como escribe al despiste mi buen amigo Alfonso Alba en su crónica sentimental de la Gran Fondo Jaén Paraíso Interior. Muy al contrario. Disponemos, gracias a los esfuerzos de gente como Valentín Priego y otros/as, de información muy detallada de la densidad y profundidad de la historia ciclista en Andalucía. Con infinidad de personajes, hazañas y esforzados ciclistas anónimos que han jalonado el último siglo de las dos ruedas en nuestra tierra. 

Algunos han protagonizado momentos de relevancia mundial. La machada del “Ratón” de Chiclana ganando la medalla de oro en Barcelona 92“, el 'Triki' Beltrán tirando de Amstrong o el Andalucía Cajasur de Cabello paseándose con orgullo por los escaparates mundiales de la bicicleta. Andalucía cuenta con tejido social ciclista de una fidelidad a prueba de temporales. De ahí la potencialidad que la industria de la bicicleta tiene en todos los ámbitos para Andalucía. La afición de montar en bici puede no sólo generar tasas de salubridad y bienestar, sino avances determinantes para la industria de la ingeniería o la metalurgia, el turismo cultural activo y sostenible, el deporte, la movilidad o en I+D+I.

Sin embargo, si sacamos la lupa y rascamos un poco con la uña, encontramos razones históricas y casi antropológicas para justificar porque no ha habido un tótem sobre la dos ruedas en nuestra tierra. Un sísifo andaluz que se siente a la mesa de los Bahamontes o Miguel Poblet. Desde el atraso social consecuencia del antiguo régimen que se cebó con una tierra que había sufrido una lobotomización de su pasado y de su identidad; hasta sus efectos en las estructuras políticas y económicas del régimen establecido que priorizaba en el estado asimétrico la industrialización del centro y el norte frente al extractivismo y la subalternización económica del sur.

Si no hay industria, no hay dinero, y por ende no hay carreteras, ni infraestructura ni músculo empresarial para pujar por una prueba deportiva que necesita el apoyo de los sectores económicos y las instituciones. El ocio en la Andalucía de la primera mitad del s. XX no existía. El ciclismo era tan sólo una herramienta de desplazamiento que rabiaba modernidad, emancipación y libertad. Pero que no dejaba mucho tiempo para divertirse a una clase obrera que trabajaba como los “forzados de la ruta” de aquel ciclismo primitivo, de sol a sol y en condiciones ciclópeas.

La Vuelta a Andalucía comenzó su andadura a la par que la Vuelta a Asturias, y diez años antes de la primera Vuelta a España. A pesar de la popularidad que alcanzó en aquel momento, no volvería a celebrarse hasta 1955. Por lo tanto, es centenaria en edad pero septuagenaria en ediciones. Y en buena parte de esas ediciones ha tenido como inicio o meta Córdoba. Así lo hace ahora, con final en la capital pedrocheña y la salida desde Córdoba. Una buena excusa que a buen seguro servirá de acicate a los y las ciclistas de antes y de ahora para lanzarse a la carretera en busca de una buena tapa de alta cocina ciclista.

P.D. Estén atentos a este diario, habrá actualización.

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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

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