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La era de los Transformers

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Ángel Ramírez

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Si algo no se le puede negar a Podemos es su capacidad de introducir innovaciones en el sistema político español. Tras el resultado electoral del pasado 24 todos los analistas se disponían con el manual de toda la vida a ver dónde podían gobernar coaliciones de izquierda y donde coaliciones o gobiernos en solitario de derechas. Salvo en territorios particularmente nacionalistas donde actúa esa variable, hasta ahora la dinámica ha sido de este tipo y los acuerdos en sentido contrario han sido escasos (el caso del parlamento extremeño que acaba de terminar, uno de ellos). La fórmula frecuente ha sido coaliciones de gobierno acordando un programa conjunto y compartiendo la gestión, en la mayoría de los casos de formaciones autodenominadas de izquierda o de progreso, o gobierno en solitario o en coalición de formaciones  autodenominadas de derecha o centroderecha.

La derecha existe y no nos gusta

Podemos propone ahora otro escenario. De primeras reconoce que existe la derecha y que es preferible un gobierno de noderechas , así que la primera directriz es sacar a la derecha del poder en caso de que sea posible. La derecha es la auténtica constructora del marco político y socioeconómico en el que estamos actuando (empoderamiento del capital frente a la gente, insostenible sociedad de consumo, desmontaje de las instituciones para instauración de un nuevo feudalismo controlado por las corporaciones) por lo que Podemos propone apoyar otro candidato o candidata antes que el mantenimiento del Partido Popular y afines en el poder.

Lxs otrxs conservadorxs

Pero la derecha española y europea no ha estado sola en esta cuestión, por el contrario ha contado con la participación de formaciones que se autodenominan socialdemócratas para la instauración de este estado de cosas. Desde una posición insatisfecha, se proponían como el mal menor, unos atenuadores de los efectos dramáticos del nuevo orden, una posición construida desde el  “no se puede” que abría la puerta semántica a su contrario, el “sí se puede”. La socialdemocracia de los últimos 20 años renuncia a la posibilidad de plasmación de su ideario, se manifiesta contrario al orden que ayuda a consolidar (ver últimas posiciones de los partidos socialistas en torno a los TTIP en Bruselas), y convierte su impotencia en una aquiescencia conformista, configurándose  así como fuerza “conservadora”.Si la dinámica global hubiera sido positiva, la estrategia “atenuadora” habría tenido sus oportunidades, pero tras años de empeoramiento de las condiciones y perspectivas de profundización de la tendencia, las opciones han tendido a la polarización.

Gobiernos de conservación o de transformación

Dada esta trayectoria, Podemos, a  la hora de decidir con qué se sustituye a la derecha establec e dos categorías: gobiernos de transformación y gobiernos que no lo son (por lo escrito antes los llamaré de conservación). Gobiernos y /o formaciones de transformación serían aquellas que tienen como objetivo la superación del actual marco político (Mastrich y la troika en el nivel europeo, el régimen del 78 en el español) y su identidad se ha construido o transformado bajo los principios de la nueva política (participación ciudadana directa en toma de decisiones y elección de listas y cargos). Gobiernos o formaciones de conservación serían aquellos que no siendo de derechas (que serían los auténticos ideólogos y arquitectos del estado actual) o no tienen por objetivo la superación del marco político actual, o no han integrado en su identidad los principios de la nueva política.

Un inciso, ¿por qué son tan importantes las primarias?

Habrá quien no esté de acuerdo con el requisito de identidad y hace pivotar la cuestión exclusivamente sobre la propuesta programática. Un buen amigo y mejor sociólogo o al revés me decía que lo que está pasando desde el 15m para la ciudadanía es lo que fue la revolución francesa para el pueblo, o las revoluciones socialistas para el proletariado, en definitva, estaríamos asistiendo a una revolución ciudadana, un concepto el de ciudadanía que llevamos décadas manejando pero que probablemente no había aún hecho su revolución, ni ha llegado aún a transformar el sistema sociopolítico en el grado que requiere su consolidación. Si esto es así, y yo lo creo, la relación de los ciudadanos y ciudadanas con el poder, el estatal pero no sólo éste, sería una cuestión central en la agenda, por lo que no se puede participar del cambio sin desmontar los mecanismos de poder habituales en las formaciones políticas tradicionales.

¿ Y eso, cómo lo hacemos?

La estrategia de Podemos para conseguir sustituir a la derecha y a la vez escindir en dos las tradicionales coaliciones de izquierda es bien sencilla, a la vez que innovadora y arriesgada. Siempre que se pueda votar a un candidato o candidata alternativa a la derecha, se hará; si esta alternativa está dirigida por una fuerza de conservación, Podemos no entrará en el gobierno; si está dirigido por una formación de transformación, si compartirá el gobierno municipal. Es de suponer que Podemos solicitará reciprocidad en este comportamiento, de forma que las formaciones que no son de derechas permitirán que gobiernen en solitario o en coaliciones minoritarias a la formación más votada de entre ellas. La cosa, y sin afán de ser exhaustivos, podría quedar así:

Profundizamos, atenuamos o superamos

Los modelos, modelos son, por lo que lo dicho hasta aquí tiene que entederse como una simplificación que la realidad siempre cuestiona. En primer lugar, porque Podemos no se ha presentado a las elecciones municipales, lo han hecho plataformas de las que forma parte, pero no en exclusiva. Por ir a un  ejempo de discordancia, tenemos el caso de Barcelona en Comú, una de las candidaturas transformadoras que se ha soportado por partidos de un tipo y otro; o el caso de IU, que según fijemos la mirada en sus objetivos o en su funcionamiento estaría situada en un lugar u otro. Lo cierto es que, al margen de los efectos del nacionalismo en determinadas comunidades, tras el 24 nos vamos a encontrar tres tipos de gobiernos, de derechas (defensores del status quo), de conservación (atenuadores de sus efectos), y de transformación (transformadores del marco político y las formas de relación de la ciudadanía y el poder). Nos parecerá bien o mal, pero veremos con claridad cómo es un gobierno del PSOE (por ejemplo Sevilla)  y cómo uno de movilización ciudadana promovida por Podemos y otros (Barcelona, Madrid o Cádiz) y a partir de ahí podremos elegir.

Si el plan de Podemos sale, evitaremos las acciones de gobierno posibilistas, confusas, esas medias artiméticas de las que se aprovecha el partido con más capacidad para granjearse los éxitos y librarse de los errores. Nos acostumbraremos a perfiles más definidos, a  gobiernos con menos efectivos que la oposición, otra cosa. En Córdoba, por ejemplo, tres partidos de las últimas dos categorías han iniciado los contactos para el impulso de un nuevo gobierno municipal. Veremos en cual de las opciones termina por encuadrarse.

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