Eso que alimenta la sonrisa
Lo comentaba ayer en la presentación del libro “Aprendiendo de los mejores”, de Paco Alcaide -muy recomendable, por cierto-. Si me preguntaran cuál es para mí la habilidad o logro más importante en el desarrollo de un niño, ahora lo tendría bastante claro: la sonrisa social.
Por definirlo de un modo simple, es un gesto consciente, que se da como respuesta a un estímulo del entorno del niño. Si alguien le hace algún mimo, si ve algo que le gusta, o si quiere llamar la atención de alguien, salta uno de los mecanismos más primitivos que tenemos y que nos diferencia de buena parte del mundo animal.
Pues eso, ni gateo, ni levantarse, ni chapurrear en yo qué sé idioma. Para mí, hoy por hoy, se ha convertido en fundamental su sonrisa. Significa conexión, interacción. Hace las veces de termómetro, de medición del estado constante de la niña. Cualquier padre entenderá de lo que hablo, que los miedos vienen a ser menos si lo ves sonreír, sobre todo cuando no cuenta con mejores formas de comunicarse.
Puedo hacerme una idea de que mi hija no camine o no hable -que no digo que vaya a pasar-, pero creo que se me haría tremendamente difícil seguir adelante sin ver una sonrisa permanente en su boca, señal de que todo marcha bien.
Supongo que llegué a esa firme convicción hace un par de meses, tras someterse ella a una operación que a cualquier adulto nos dejaría fuera de juego por mucho tiempo. El postoperatorio se antojaba eterno, hasta que apareció la esperada sonrisa. Eso marcó el punto de inflexión que necesitábamos. En nuestro caso, la ecuación es clara, sonrisa=motivación, para seguir salvando el bache.
La charla iba de eso, de motivación personal, de los trucos que uno busca en su vida para darse patadas en el culo, con perdón de la expresión, para no perder ni el ritmo ni el norte. Hablando del tema, caí en la cuenta que la mía residía, precisamente, en la sonrisa de ella. No sólo, de ella, y de su hermana, y de su madre... En fin, que ahora entiendo que necesito un jardín de sonrisas a mi alrededor para, egoístamente, seguir alimentando la mía.
Como reflexión resumen de la charla, me quedé con una de las quinientas frases que dan contenido al libro de Paco Alcaide. Eduardo Punset dijo en una ocasión que “la felicidad se esconde en la sala de espera de la felicidad”. La ilusión alimenta tu felicidad. Por contra, la angustia por alcanzarla, la apaga. Si aprendes a disfrutar del proceso, de la búsqueda, desde ese mismo momento ya estarás tocando ese bendito regalo que es tu felicidad. En fin, en eso estamos.
@bernardojordano @miaoquehago
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