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Riesgos en el abuso de sal

Sebastián De la Obra

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Se tienen noticias de que allá por el año 2.700 antes de la era común se utilizaba la sal como conservante. Roma pagó a sus soldados con sal (salarium-salario). La sal es un nutriente que favorece la digestión... pero está contraindicada para las personas que padecen hipertensión (y quienes retienen líquidos). Cuando la presión arterial es demasiado alta se produce la hipertensión. Ésta puede tener múltiples causas: preocupaciones, edad, obesidad, estrés, agotamiento, embarazo, frío... es decir, casi todos estamos inscritos en la lista de pacientes o candidatos. La hipertensión obliga a nuestro corazón a realizar un sobreesfuerzo aumentando su masa muscular que, sin embargo, no se ve correspondido con un aumento equivalente de riego sanguíneo. Qué curiosa analogía con la vida...

Hubo un obispo en Córdoba, Hipólito de Córdoba, que acusó a otro obispo, Prisciliano de Ávila, de herejía. Éste último condenaba enérgicamente los abusos de poder y la corrupción y enriquecimiento de las jerarquías; defendía la presencia de laicos y mujeres en la toma de decisiones respecto a la comunidad de creyentes... Al final Prisciliano fue ejecutado y su delator, curiosamente, excomulgado. Prisciliano era contrario al abuso de la sal. El sabio musulmán ibn Massarra, seguidor de algunas de las tesis de Prisciliano, también criticaba el exceso de sal y fue perseguido. El místico judío ibn Gabirol, en la misma línea, denunció a los necios que desconocen el valor de la verdad: el exceso de sal provoca hipertensión. Se le silenció. Hace unos días otro obispo de Córdoba realizaba un elogio de la sal: “el evangelio tiene sal y la sal escuece”. Prisciliano, Massarra y Gabirol se adelantaron a su época. Otros, simplemente, viven en otra época.

Los necios desconocen el valor del hallazgo imprevisto. Lo temen. Los necios desprecian la perplejidad, la convierten en debilidad. La temen. Los necios aturdidos en sus complejos (que proyectan sobre los demás) son verdaderos amantes del exceso de sal, a pesar de su natural tendencia a la retención de líquidos. Hay que tener mucho cuidado. El exceso de sal produce hipertensión.

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