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Proyecto Fahrenheit 451 (las personas libro) en Córdoba

Sebastián De la Obra

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Eréndira estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia... Así comienza La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada de García Márquez. Su descubrimiento forma parte de mi vida. Su lectura no mi hizo mejor ni peor. Su lectura, cuando era muy joven, despertó mi curiosidad, disparó mi imaginación y enriqueció mi lenguaje. Pero no me hizo mejor ni peor persona. El placer de leer o escribir; la afición a la música o el desarrollo de nuestras capacidades creativas no nos hacen mejores ni peores. Los melómanos socios del Círculo del Liceo de Barcelona se opusieron, en 2001, a la entrada de mujeres en la institución (entre las solicitantes estaba Montserrat Caballé). Su amor por la música no los hacía mejores. El infame Joseph Goebbels, ministro de Hitler, era un especialista en lenguas clásicas y fervoroso lector de la literatura griega. Su pasión por el mundo literario de los clásicos, evidentemente, no lo hizo mejor. Tampoco deberíamos llegar al extremo de leer y contar relatos porque en ello nos vaya la vida; esa es una función reservada a Sherezade en sus hermosas Mil y una noches. Leer (si disponemos de libros) o no leer (si no nos apetece) es uno de los muy escasos ejercicios de libre voluntad. Es decir, de libertad. Hemos de plantearnos la relación con la lectura y su soporte, los libros, del mismo modo en que se suceden las relaciones humanas. Unas veces placenteras, otras atormentadas. A veces con una pasión explosiva, en ocasiones frustrada. Podemos sentirnos insatisfechos y también colmados. Nos relajamos hasta el tedioso aburrimiento o alcanzamos la más alta voluptuosidad (no por efímera menos desmedida). Las relaciones pueden ser distintas (y también distantes). Podemos obtener compañía para resistir o, por el contrario, llevarnos al precipicio.

Hubo un tiempo en el que la lectura me fue de gran utilidad para amar. En otros momentos, los libros me llevaron a territorios imposibles de conocer por cualesquiera otros medios. En mi madurez me sirvió para conocer, resistir y batallar. Ahora, los libros y la lectura, son una medicina que acompañan todos los días en los andenes del tren y en las calles de una ciudad invisible a los sueños. No soy mejor ni peor por leer. Soy más libre.

El 31 de enero de 2009 se presentó en la Casa de Sefarad, en Córdoba, el Proyecto Fahrenheit 451 (las personas libro). Han vuelto a Córdoba. Los próximos 25, 26, 27 y 30 de abril van a inundar la ciudad de lecturas, de narraciones, de libertad. Su nombre tiene origen en la novela de Ray Bradbury Fahrenhait 451. En ella los libros se prohibían. Las personas los memorizaban. Se convertían en personas libro. Otro ejercicio de libertad... Su promotor, el profesor Antonio Rodríguez Menéndez los vuelve a traer a Córdoba. Él habla de la empatía que se genera entre quien lee y el texto leído. Es verdad. Lo demuestran en sus constantes esfuerzos por mantener viva esta memoria de la humanidad. La delegación de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Córdoba organiza y facilita estos encuentros. Colaboran los Institutos Góngora y Maimónides, la Casa de Sefarad, la Asociación Vecinal La Axarquía, la Biblioteca Viva de al Andalus y la Asociación CIC-Batá. Lecturas, paseos, talleres... ¡cultura! Es decir libertad. Para eso sirve la lectura. Y... no es poco en tiempos de final escrito. Enhorabuena por la iniciativa (gracias Rocío).

Nota: Hay libros que se resisten a ser leídos y deberíamos provocarlo... ¡leyéndolos! Hay libros esperando. Hay libros que dejan pistas para descubrirlos. Los hay ocultos que provocan nuestro ingenio. Los hay de todo tipo y condición, como las personas. El colmo del círculo sería convertirnos en personas libro. ¡Ahora tienen su oportunidad! (Si no encuentran el libro deseado pueden acudir a la Librería El Laberinto de Córdoba, allí está seguro)

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