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Sobre Lactancia Materna y Consejos Desafortunados

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María Isabel Martínez

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Mis queridísimos e incondicionales lectores, después de unos meses de parón debido a la excusa de siempre, la falta de tiempo (al hallarme inmersa en un nuevo proyecto profesional que me ha tenido fuera de cobertura), hoy pretendo retomar este bonito proyecto que empecé hace casi seis años (los haremos en enero) y que aún me motiva y me llena de satisfacciones personales y profesionales, a pesar de no poder dedicarle el tiempo que merece. Luego, toca volver a darle a las teclas.

Para los que aún no me hayáis sufrido, en este blog que me sirve de desahogo y relax, pretendo tan solo hablar de nuestras cosas de madres (y no madres), de crianza, de bebés, de suegras, de nutrición, de actualidad y de cualquier chispazo que se adueñe de esta cabecita inquieta,  y por supuesto, tratando de hacerlo de una manera llana, sin excesivos tecnicismos para que se entienda, siempre basándome en la evidencia científica del momento y si es posible añadir un poco de humor....¡¡bienvenido sea!! que pa penas, ya tenemos el día a día.

Comunicaros, eso sí, que sigo liada como un trompo, aunque pretendo sacar tiempo para volver a escribir cada quince días (de momento, imposible cada semana). Algo es algo y menos da una piedra..jeje. Así, sin tanta presión es posible que cumpla lo prometido, o no.

Dicho lo cual, el tema elegido hoy es la lactancia materna. El motivo es que esta semana de octubre se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna en Europa, y por tanto el tema tenía que ser este, sí o sí.

Foto: Lactancia Materna 

Pero aunque naturalmente vamos a hablar de lactancia materna, realmente lo que pretendo es dar un repasito, o si lo preferís,  criticar (o referir, como siempre dice mi hermanita del alma) un poco a esa amiga, vecina, prima del pueblo, suegra o cuñada sapientísima y perfecta que lo sabe todo y que jamás se equivoca. Pero lo quiero hacer no con maldad, sino para hacer ver que hay muchos comentarios gratuitos o consejos desafortunados que parten de estas bocas, que más que ayudar, dan al traste con muchas lactancias maternas. Y desgraciadamente es más frecuente de lo que parece.

¿Y por qué? Pues muy sencillo, porque es muy fácil decirle a una mujer que va a ser mamá, que la lactancia materna le va a doler, que se prepare para las grietas y las malas noches, que hay mujeres que no tienen leche o que es de mala calidad, que su hijo no dormirá del tirón en la vida por culpa de la teta, mientras que el suyo (de biberón, of course) duerme toda la noche a pata suelta (con sus correspondientes veintitantos cacitos de cereales megahiperazucarados en el bibi, que van incluidos en el consejo) y que la lactancia materna es muy sacrificada, que mejor ni lo intente, ahora que está a tiempo. ¿Perdonaaaa? Esto en mi pueblo se llama tratar de justificar mi frustración/decisión/inseguridad/desmotivación/situación/desencanto, o lo que quiera que haya pasado por su cabeza, disfrazada de consejos “bienintencionados” pero desafortunados, que no harán otra cosa que desalentar a una mujer que sólo quiere lo mejor para su hijo, que carece de experiencia y que es tremendamente vulnerable en esta situación. No, me perdonas pero ese no es el camino. Porque la ciencia está de parte de la lactancia materna, nos guste o no, la practiquemos o no, o lo hayamos conseguido o no.

Y si me habéis leído alguna vez, ya a estas alturas sabréis que soy asesora de lactancia materna pero no soy ninguna talibana de la teta y me ha ido muy bien así estos últimos 22 años, ya que siempre he llevado el respeto por bandera. Siempre he sostenido que no es mejor (ni peor) madre la que da el pecho con respecto a la que no lo da. Todas las madres somos las mejores madres para nuestros hijos y respeto profundamente a la madre que no da el pecho y a la que lo da, en la  misma medida. Pero me tengo que posicionar del lado de la lactancia materna, ya que la ciencia lo hace y soy médico y encima, en estos últimos años,  me he especializado en nutrición, con lo cual, podéis imaginar por dónde van los tiros. Y sí, me consta que la lactancia materna  tiene claros y oscuros y lo hemos tratado más de una vez, pero con ayuda, se consiguen cosas increíbles.

A ver, a lo que iba.....vecina, cuñada, amiga, prima, suegra (o llámalo “X”), si quieres repartir consejos gratuitos a esa mujer que tienes en frente, que se está estrenando en esto de ser madre o lo hará en breve,  y que pretende hacer lo mejor para ella y para su bebé, te dejo una serie de temas/consejos con los que triunfarás y te harán quedar como la amiga/prima/vecina/cuñada/suegra perfecta en la que confiar y en la que apoyarse, en lugar de ser la enemiga cercana a la que temer.

Aquí va la lista de buenos consejos:

  1. Anima a tu amiga a que descubra por sí misma sus necesidades y las de su hijo. Es tan sencillo como dejarle caer algo como: ¿Qué crees que necesita tu hijo? ¿Cómo te sientes? o ¿cómo puedo ayudarte? A veces lo que las madres necesitamos es simplemente ser escuchadas, no tener que escuchar. Mantente sentada a su lado, en silencio y hazle saber que estás ahí incondicionalmente para acompañarla en lo que ella decida (decida lo que decida), pero no la condiciones ni la desmotives por tus propias frustraciones o inseguridades. No, lo que fue bueno para ti, no tiene que serlo para ella. Permítele que lo descubra ella sola.
  2. Anímala y fortalece su confianza. La lactancia materna no duele si todo evoluciona con normalidad. Si duele, es porque algo está pasando y hay que descubrirlo. Enséñale la importancia de que su bebé abra bien la boca, que tenga los labios evertidos hacia atrás, que su boca abarque toda la areola que pueda, que su mentón esté pegado al pecho y él también pegado a ella barriga con barriga. Así no le dolerá. Dile que sólo tiene que relajarse y dejar que la naturaleza haga su  trabajo. Que confíe en ella misma y en su bebé y que disfrute de su lactancia materna. Y si algo verdaderamente no va bien, y si a pesar de todo lo anterior le duele, no le digas que abandone a la primera de cambio,  insinúale que hay profesionales que nos dedicamos a esto y que podemos resolver su problema de agarre, de frenillo o de lo que haya por ahí, para hacer de su lactancia materna una maravillosa experiencia para ella y su bebé.
  3. Transmítele la seguridad de que las mujeres sanas (sin determinadas enfermedades o situaciones especiales) podemos dar el pecho con toda seguridad y que somos una mayoría. Sólo tiene que confiar en su naturaleza mamífera, en su hijo y en ella misma. Anímala a que se relaje y se ponga a su bebé lo antes posible al pecho y muy a menudo,  a ser posible sin visitas ni interferencias, piel con piel,  en un ambiente relajado donde pueda descubrir a su bebé y las necesidades conjuntas de ambos dos. Haz de amiga y anima al resto de la gente a que dejen tranquila a esta madre.
  4. Dile y repítele hasta que se lo aprenda, que no hay “malas leches” ( al menos no de esta naturaleza) y que todas las leches son lo mejor que pueden tomar sus hijos. Anímala a que se ponga a su bebé todo lo frecuentemente que pueda desde el principio para que el bebé mame lo suficiente, y que aunque al principio mame muy a menudo, eso no significa que se quede con hambre o que su pecho no alimente, sino que su estómago es pequeño y necesita comer muy frecuentemente. Con el tiempo, todo esto se regulará y el bebé espaciará sus tomas cuando su estómago aumente de tamaño y sus necesidades cambien.
  5. Dile que sabrá que lo está haciendo bien cuando su bebé esté tranquilo entre las tomas, mame a menudo, tenga buen color, crezca, haga pipí y caca cada día, demande activamente o duerma lo que necesita. Por ahora es en lo que se tiene que fijar. Más adelante será su propio hijo quien se lo confirmará con cada sonrisa que le dedique.
  6. Si el niño llora y se lo pone al pecho, no le digas: ¿otra vez? hija, le acabas de dar ¿no sabes que el estómago tiene que descansar? Tu bebé te manipula, no debes caer en su trampa y  otras frases modélicas parecidas......... La lactancia materna es a demanda y un bebé pequeño pide muy a menudo y además, no solo pide por hambre. Pide por miedo, ya que si no está con su mamá no se siente seguro (podrían comérselo los depredadores, eso es lo que piensa su cerebro aún primitivo), pide por necesidad de apego y seguridad emocional, por aburrimiento, para consolarse, por soledad, por sed y ¡¡¡por tantas cosas más!!! Anima a tu amiga a que descubra el lenguaje de su bebé y a que trate de imaginar qué pasa por su diminuta cabecita cuando la busca. Que sepa que todo lo que necesita su bebé está en ella, por tanto cada vez que su hijo la reclame, tendrá una maravillosa razón para hacerlo.
  7. No le digas que no coja al bebé cuando está llorando porque se malacostumbra. Dile que los bebés necesitan los brazos de su madre y que cada vez que su hijo llore, atienda sus necesidades, porque algo estará tratando de comunicarle, y lo tiene que descubrir.  Dile, que si la naturaleza los quisiera independientes y sin esta necesidad de ser porteados, ¿no creéis que naceríamos andando? Dile que lo coja hasta el aburrimiento, que eso hará que su hijo crezca sano, en tamaño, peso y emocionalmente seguro.
  8. Si el bebé no duerme por la noche, explícale que es un bebé muy inteligente porque la prolactina, la hormona necesaria para producir leche materna al día siguiente, tiene sus mayores picos en la noche y él lo sabe, por eso mama toda la noche, para que su mamá produzca más. Lo que debes recomendarle es que intente descansar cuando el bebé lo haga, sea cuando sea.
  9. No “ayudes a tu amiga” cogiendo al bebé si está llorando, dáselo a su mamá, que será la persona correcta para calmarlo y empodérala para ello. No cambies el pañal o bañes al bebé dada tu experiencia, dáselo a su madre y acompáñala para que aprenda ella sola a hacerlo. Si la quieres ayudar, pon el lavavajillas o plancha un poco, que eso sí que hará que tu amiga/cuñada/vecina muera de amor por ti y te garantizo que ayudará de verdad.
  10. Por último, dedícale tu tiempo y apoya incondicionalmente sus decisiones, sin interferir con ellas, sin cuestionarlas ni rebatirlas, sin juzgarlas y recuerda que ella no quiere consejos, guárdatelos para mejores tiempos. Felicítala por lo bien que lo está haciendo y por ser la mejor madre del mundo.

Y la primera vez que vayas a visitarla llévale un maravilloso regalo. Hay dos libros que te recomiendo para reforzarla y empoderarla: “Un regalo para toda la vida”“Un regalo para toda la vida de Carlos González y "Somos la leche", de Alba Padró.

Y aquí paz, y después gloria.

Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz

Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz

Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.

Máster en Nutrición Clínica, Alimentación, Obesidad y Nutrición Vegetariana. Universidad de Barcelona

Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil

Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos

www.cemlosarcos.es

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