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Yo Concilio, Tú Concilias.

María Isabel Martínez

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La verdad es que últimamente se está poniendo muy de moda hablar del tema de de la conciliación laboral y familiar -hablar, digo bien- no porque estemos avanzando en ello, en absoluto, más bien por todo lo contrario. Cada vez es más difícil conciliar para los padres su jornada laboral con su jornada parenteral y si no, que se lo digan a Íker Casillas y Sara Carbonero, que se van un mes a Brasil a cubrir el mundial y parece ser que se dejan al peque atrás… ¡¡¡ole!!!

Para mí conciliar sería facilitar en todo momento que los padres pudieran estar con sus hijos una jornada más que razonable para atender sus necesidades –que son muchas al principio-, no perderse nada -o al menos no mucho- de su crecimiento, poder mantener una lactancia prolongada por ejemplo, no tener que seguir los progresos de sus hijos por Whatsapp, o no tener que invertir su sueldo en una persona que nos críe al hijo mientras nosotros trabajamos para poder pagarle.

Para mí conciliar no es tirar de abuelos o de tíos –si los tienes- que te crían los niños desde las siete de la mañana hasta las ocho de la tarde o contratar a una persona que te cubra mientras revientas tu jornada laboral de casi diez horas. O en caso de no tener de quien tirar, meter al niño -con cuatro meses- en la guardería y en el aula matinal –por supuesto, tarificado aparte- porque los horarios no coinciden.

Para mí conciliar sería poder pasar la tarde entera con los hijos y no tener que depender de nadie porque podrían hacer turnos padre y madre y la mitad del día cuida uno de los hijos y la otra mitad, el otro. Eso sería para mí conciliar. Pero eso, a efectos prácticos no es posible, porque si tienes la gran suerte de poder pedirte una jornada reducida, también se reduce proporcionalmente el sueldo y a veces esto hace que en semejantes condiciones no se llegue a fin de mes.

Por ahí leía el otro día una entrevista a Carlos González (el defensor número uno de la crianza con apego y la lactancia materna) en la que planteaba que hace unos años se vivía perfectamente con un solo sueldo y cuestionaba la necesidad actual de que ambos padres trabajasen. Si nos vamos a imaginar que lo decía para que nos turnásemos padre y madre -ambos con jornadas reducidas- vale (aunque no me salgan las cuentas), pero si lo que me está Ud. sugiriendo es que uno de los dos deje de trabajar….pues eso ya no me parece tan interesante ya que mucho me temo que siempre le toca a las mismas y oiga Ud. el tiempo de “en la casa y con la pata quebrá”…como que ya pasó, por mucho que eso apoye la crianza con apego y los lazos afectivos con los churumbeles. Puestos a dejar de trabajar y comparando sueldos entre ambos miembros de la pareja, a igualdad de preparación ¿quién gana menos? pues la mujer, que es la que deja de trabajar ya que el otro sueldo es mayor (y esto no lo digo yo, lo dicen las estadísticas oficiales). Con todo mi respeto, me he pasado media vida estudiando para obtener satisfacción personal y laboral,  y ser autosuficiente económicamente hablando y sí, quiero ser madre, pero también quiero ser otras muchas cosas más y no creo estar pidiendo nada extraño. ¿Por qué tengo que sacrificar algo de esto? ¿Por qué no existen opciones compatibles? Y ojo, que admiro y alabo a esas mujeres que prefieren hacerlo así, pero es que a mí ese rollo como que no me va. ¿Por qué hacen falta dos sueldos? Pues yo se lo voy a explicar: porque uno enterito se lo zampa la hipoteca y con el otro, pues comemos y nos vestimos y de ahorrillos como que siempre vamos justitos, ¿qué le parece esta razón? No me parece esta la forma de conciliar, lo siento, Sr. González.

La cuestión es que hay que tratar de buscar soluciones por otro lado. La población está envejeciendo y cada vez tenemos menos hijos, entre otras cosas, por cuestiones como estas. Hay que empezar por incentivar la natalidad por supuesto, y dar facilidades a los padres en los primeros años, pero así mal vamos. Lo primero que deberíamos cambiar y pelear deberían ser bajas laborales extensibles al primer año completo del bebé (como pasa en el norte de Europa) y facilitar así el crecimiento del crío con su madre –o padre- en este primer año y el mantenimiento de una adecuada lactancia materna (recomendada por la OMS hasta los dos años). Después de esto, se debería facilitar que la madre –o padre- se vaya incorporando a demanda, como pasa en Alemania u Holanda por ejemplo, y si quieres seguir a media jornada un año más o dos, puedas hacerlo sin que se resienta mucho el sueldo y pierdas tus privilegios. O que pudieras llevarte el niño a tu trabajo (dependiendo del trabajo, por supuesto) pero ojo, no dejarlo en la guardería del trabajo, sino tenerlo allí mismito conmigo y poder darle el pecho, si toca. Eso sí sería conciliar.

Ni que decir tiene, que esta ley debería de proteger a la madre desde que ésta se queda embarazada, pues desgraciadamente si te quedas embarazada y coincide que le cumple el contrato -o ni siquiera esto- vas a la calle en muchas ocasiones, pero no porque te cumple el contrato….sino porque algunos empresarios no están dispuestos a soportar la carga de una madre que se ausenta dieciséis míseras semanas de su puesto, que previsiblemente puede pedirte la reducción de jornada o las horas de lactancia que le correspondan o en prevención de que un día te llame porque tiene a la criatura enferma y la tiene que llevar al pediatra, sin importar lo más mínimo su productividad, capacitación o valía profesional. Y no digo que el empresario contratante tenga que salir perdiendo, también hay que buscar un equilibrio aquí y un pacto de no agresión. La ley debería de amparar también este tema, si no...mal vamos. Y no me digan que ya lo hace....que no me lo creo, lo siento. Hoy me he levantado pelín escéptica.

Pero..¿Y las madres autónomas? ¡Pero si estas pobres no tienen ni las ridículas 16 semanas de rigor que disfrutan las del Régimen General! Éstas se incorporan a la semana de haber parido -incluso antes de pasar la ITV con el ginecólogo tras el parto para ver si está todo bien- porque no tienen derecho a nada de nada, ni baja, ni ayudas, ni reducción de jornada, y aquí hablo con conocimiento de causa y desde la propia experiencia de mujer autónoma a la par que empresaria. Aquí si no curras, no comes, sencillo. ¿No tienen ningún derecho a conciliar estas madres? La que en estas condiciones consigue seguir amamantando o ver a su hijo (despierto) más de tres horas al día en total, sinceramente, que me explique cómo lo consigue. No te has lanzado al mercado laboral o empresarial (con tu correspondiente inversión y riesgo) para ahora tener que elegir si seguimos con una cosa o con la otra. A estas mujeres no se las tienen en cuenta para nada, son las eternas olvidadas y que yo sepa también pagan sus impuestos y sus autónomos como todo hijo de buen vecino, pero no figuran en ninguna ley de conciliación (que parece ser que haberla, hayla).

Sacrificar, queda claro que algo tendrás que sacrificar y está claro que siempre salen perdiendo los más débiles, nuestros hijos.

Esto no va bien.... Para esto no hay presupuesto….pero para rescatar bancos, financiar partidos, sindicatos, políticos corruptos (del bando que sean) y otras barbaries más, sí por supuesto. Parecer ser que son los que sostienen la economía nacional….. Bendito país.

 Yo concilio, tú concilias, él/ella concilia….del verbo intentar conciliar.

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