Las rachas de viento insólitas de hace unas semanas al paso de Bernard se llevaron por delante árboles, cornisas, farolas y hasta la cabeza de algún San Rafael. ¡Ya se podía haber llevado la de otros! El caso es que los restos están aún esparcidos por algunas calles. Sadeco no se decide a recogerlos del todo por alguna razón tan oscura como desconocida, así que verlos me ha hecho pensar por qué se caen unos árboles y otros no. ¡Que simpleza! - dirán -. Ya, pero es real.
Con el mismo viento y en el mismo parque, llega Bernard y resulta que unos árboles se tronchan a la primera, a otros se les desprenden solo las ramas que les sobraban y otros se resisten y permanecen ahí erguidos e intactos. Como si nada. Creo que se trata de una especie de selección natural que determina la diferencia entre los frágiles, los que aprovechan lo malo para mejorar -incluso sin querer- y los que se ganan el título de auténticos irrompibles.
No sé si es Dios, o esa selección natural de la que les hablo, lo que determina también que, por ejemplo, salgan más de cien personas en un cayuco desde las costas de Mali para alcanzar las Canarias y mueran unos y otros no. Que desaparezcan esas cáscaras de nuez desvaídas y repletas de vidas aterradas en mares profundos y otras, sorteando las mismas olas, consigan alcanzar la costa. El otro día escuché el testimonio aterrador de un joven que llegó hace años en uno de esos cayucos tras una travesía de más de una semana sin comer ni moverse del sitio que le tocó. Ahora, paradojas de la vida, este irrompible es quien destruye los cayucos que llegan y son requisados.
Cisco García, un compañero abogado que sufrió un accidente en la nieve que lo partió en dos y lo llevó a una silla de ruedas con la que hoy gana títulos jugando al tenis, ha escrito un libro muy recomendable. Irrompible: El arte de levantarse siempre una vez más. El fuego, el aire, el viento o el mar hacen su propia selección en la naturaleza. Los envites de la vida, la vida misma, hacen la selección con nosotros los humanos.
Estos días tenemos muchas cosas sobre las que reflexionar. Sin duda. Suceden cosas más allá del azar y soplan vientos huracanados. Habrá unos que se rompan y será su final. Otros se aprovecharán de su golpe de suerte para reivindicarse y hasta sacudirse lo que les sobra y otros resistirán como puedan. El título de irrompible sin discusión solo lo tiene uno. Ningún político se ha reinventado como él, ni ha sorteado y resistido tantos ciclones. Él es el arte de levantarse, siempre, una vez más. Pedro, el irrompible.
La vida es mucho más que la política. Pero cuando en la política la vida nos pone un auténtico irrompible, habrá que pensar por qué y mirar más allá. Los irrompibles tienen esa persistencia en su irreductibilidad que a veces da miedo.
Siempre nos quedará ser corchos y flotar y flotar.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
0