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El vacío

Carlos Puentes

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Hay días, en los que ocurre la desgracia de no tener absolutamente nada que decir, como es el caso de hoy. No decir absolutamente nada en lo meteorológico, se sobreentiende, por la aburridísima estabilidad que nos viene acompañando desde mediados de la pasada semana, un vacío informativo de sol y temperaturas sostenidas, de mañanas frescas y tardes de paseo, idílicos días que a este que escribe le aburren y lo hunden en la miseria de la realidad local. Una miseria encabezada por el mayor engendro político que haya parido este país desde que Jesús Gil arrasase Marbella y la escasa vergüenza de quienes le votaron, una maquiavélica creación política que por aquí blanquea melena y ensordece y enmudece a quien tiene la desgracia de escucharlo gruñir.

Un chiste que empieza a alcanzar categoría nacional, pero que poca gracia debería de hacernos ya a sus vecinos, en cuanto supone, desde la más pura racionalidad científica, y aún atendiendo a que el resto del abanico político no son merecedores de ningún premio en reconocimiento de la intelectualidad contemporánea, repito, nos supone compartir lecho informativo con el susodicho por nuestra más absoluta responsabilidad en permitir, sin el peso de la guillotina, que el ejemplo vivo de la zafiedad siga meándose en dos millones y medio de años de evolución del ser humano. Un digno ejemplo del destino al que se dirige este país.

Pero a lo mío, seguimos a la espera de un cambio de tiempo que acabe con esta larga transición otoñal, en un nuevo camino de ida hasta el mínimo solar del próximo solsticio de invierno, que debería de empezar a regalarnos ciertos cambios en la dinámica atmosférica, y que por el momento quedan restringidos a la mitad norte continental. Cambios que además obedecen a elementos circunstanciales de incursiones polares, y no a la tradicional dinámica del paso de borrascas atlánticas hasta el interior europeo.

Por el momento el azoriano se vuelve a mostrar fuerte, más al norte de lo acostumbrado, impidiendo, por el momento, el paso de esas borrascas hasta nuestros dominios, y sin atisbo certero de cambio en el corto plazo. Lo único, el predominio de vientos de componente oeste, que deberían de traernos hasta nuestras cabezas importantes aportes de humedad, esto es, situación propicia, a priori, para la aparición de nieblas y brumas matutinas a partir del próximo fin de semana, y la intuición, lejana, de que alguna de las profundas depresiones que se formen en Terranova, acabe rozando la Península Ibérica.

Si se preguntan por el tiempo que hará mañana, o pasado, piensen en el de hoy, o en el de ayer. Como ven, poco o nada que contar, un vacío sólo ocupado por la triste, cada vez más triste realidad local.

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