Cambios
Se nos vino la fresca, así como a destiempo. Cambio climático y calentamiento global, ya saben. O no. Venga voy, hoy toca hacer amigos. Aparte de ateo y un poco rojo, soy bastante escéptico. Escéptico en muchas cosas, la homeopatía, la existencia de vida extraterrestre, el zodíaco, la democracia de partidos, y oigan, sí, el cambio climático. No es que sea de esos de los que se van ciscando en todos los climatistas cada vez que llueve cuando tiene que llover, nieva cuando tiene que nevar, y hace sol cuando eso, cuando hace sol, pero un poquito vacilón sí que soy, y de todo el mundo uno ha de reírse.
Para que quede claro, estoy convencido de que la actividad del ser humano afecta al comportamiento atmosférico, por pura física vamos. Un sistema en equilibrio dinámico como es el fluido atmosférico, de escala global, y por ende, grande de cojones, tiende a sufrir cambios razonablemente lentos en el tiempo en su dinámica de comportamiento. Cuando de pronto, de golpe y porrazo, llega un bicho con capacidad de expolio planetaria como es el ser humano, y en menos de 150 años, lo que viene a ser un pedo cósmico, se multiplica a sí mismo, sus bienes de producción, consumo y residuo, por una salvajada de número comparado con todos los que éramos en los 25.000 años de existencia anterior, pues en algo queridos amigos, por muy escéptico que se sea, se ha de notar.
¿Pero y todo esto a qué viene Meteofreak? Pues a que ya está bien de decir siempre eso de “esto es cosa del cambio climático ese”. Joder no, todo todo, no, algo sí, ¿pero todo? Que los cambios climáticos son así como más lentos de medir, es decir, para eso hacen falta series climáticas en largos periodos y cambios en el comportamiento de los grandes biotipos planetarios que sean medibles y cuantificables. ¡Meteofreak no te entendemos!, pensarán. Verán, que sí, que cambios los hay, pero que el frío temprano de estos días y el huracán perfecto de la muerte que azotó Nueva York, tienen explicaciones meteorológicas perfectamente razonables. Y lo más importante, repetidas. Huracanes siempre hubo, y tornados, y fríos nórdicos, y veranos infernales, ¿menos? Pues no lo sé, la memoria meteorológica es de lo más débil y misterioso que existe.
Un ejemplo, ¿alguien se acuerda de la nevada en Córdoba del 28 de enero de 2005? Ni Dios Cristo que perdió la sandalia, sólo los freaks de la meteo que con orgullo y triste melancolía lloramos recordando la emosión sentía aquella fría noche de invierno. ¿Ven por donde voy? Que no negaré que el hecho de que el corredor del ártico empiece a ser ruta navegable por primera vez en la historia de la humanidad conocida sea un ligero indicio de que algo ocurre, o que la mayor capacidad de recalentamiento del Trópico sea un factor clave en la mayor frecuencia de oscilamientos de la Corriente en Chorro, pero que cada vez que nieve aquí, que haga sol en Laponia o un Huracán de categoría 1 centre los informativos de medio mundo por poner al centro mediático planetario en peliculera tragedia, se mente cual rezo apostólico aquello de “esto va a ser el cambio climático”, pues hay un trecho.
¡Déjate de gilipolleces y dime qué ponerme esta semana Meteofreak! Venga va, hasta el viernes escondan el paraguas y disfruten del calor del hogar, paseen y pisen las hojas de los parques mientras escuchan a Ray Lamontagne y Damien Rice llorarles al oído, para el sábado, vuelta al chubasquero, retiren el nórdico y planeen una buena noche de películas moñas, ya el lunes-martes despliegan de nuevo el nórdico, sacan la ropa a secarse y terminan de volverse locos, que como ven, cambios, lo que se dice cambios, sí que vamos a tener.
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