Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
Tambores de guerra, trincheras vacías
Desde hace tiempo la sociedad ha entrado en una dinámica destructiva de derechos, suenan tambores de guerra contra tu derecho a una sanidad pública de calidad, suenan tambores de guerra contra tu derecho a una vivienda digna a un precio asequible, suenan tambores de guerra contra el derecho a un trabajo digno y un salario acorde al trabajo realizado, suenan tambores de guerra mientras la sociedad mira de forma indiferente e impasible desde su terracita, con su cervecita y sus gambitas.
El capitalismo leonino ha conseguido enterrar la lucha de clases haciéndole creer al mileurista y al currelas que tienen las mismas opciones y oportunidades que los ricos y burgueses, y con esos mil euros que gana mensualmente le da para un seguro medico privado de calidad, una enseñanza privada de calidad, para acceder a una vivienda de calidad, para irse de vacaciones, a la feria y al Rocío, para comprarse un coche cada 4 años, y para colmo, que este se compadezca de esos señoritos porque se les obliga a pagar en función de lo que tienen y ganan.
En mis últimos años de carrera un profesor muy conocido a nivel nacional me dijo “Tienes que ser incómodo, tienes que ser molesto. Si eres incómodo y molesto te odiarán, pero siempre volverán”. Hoy le doy las gracias nuevamente por ese consejo. Gracias J.
Ante el ensordecedor retumbar de los tambores de guerra las trincheras estás vacías. Faltan referentes sociales y políticos que muevan conciencias y agiten el corazón de la sociedad que busca y quiere el progreso. Una sociedad que compra los marcos conservadores, que quieren una sociedad borreguil, monolítica y estática, donde las normas, valores y estructuras sociales permanezcan inalterables, y es aquí donde surgen los vende humos y salvapatrias.
Las barricadas políticas están vacías, más pendientes del chau chau y otros temas vacíos de contenido, incapaces de realizar propuestas de amplia base. Estamos ante una sociedad adormecida con todo tipo de drogas duras que van desde pastillas a juegos en línea y redes sociales, que utilizan desde que se levantan hasta que se acuestan para evadirse de la realidad que les rodea. Que acuden al instituto, a la universidad o al trabajo para pasar el rato, sin ningún espíritu crítico y menos aún revolucionario.
Asistimos impasibles a un puritanismo social, donde al más puro estilo Millán Astray han asesinado la inteligencia y la crítica a cambio de miserables salarios, no vayamos a opinar y nos saquen de la foto. Los viejos partisanos hoy se han convertido en mansurrones lanares.
Estamos ante una sociedad frágil, que no ha sido educada en el fracaso, que por otro lado es lo habitual, el éxito es efímero. Una sociedad cada vez más individualista, que tiene falta de empatía, que no siente el dolor del otro, que abraza al opresor, que ha crecido bajo la protección de sábanas de algodón y buenos colchones.
Vivimos en un mundo hostil, no aceptamos nuestros errores y fracasos, y tendemos a culpar de nuestros males siempre a otros. Es una generación sedada, que es parte de estafas masivas con el trading, que juega a la ruleta o a las tragaperras online en busca de un golpe de suerte o que realiza apuestas a las 9-10 de la mañana mientras está clase o conduciendo.
Una generación que sigue con los dientes de leche, donde muchos, muchísimos, se definen como “influencers” o “creadores de contenido”, que ofrecen sus “servicios” a empresas de todo tipo, especialmente hoteles y restaurantes, a cambio de dormir o comer gratis. Estos son los mismos que cuando ganan tres euros se van a Andorra o a Gibraltar para no pagar impuestos cuando se han beneficiado durante años de la educación y sanidad pública ¿Estos van a pagar las pensiones del futuro?
Una sociedad que busca el éxito rápido y el lujo, que tiene cimientos débiles y que no disfruta de las pequeñas cosas de la vida. Una sociedad que aparenta lo que no es, que le gustaría ser de otra clase social y que no le importa hipotecarse o hipotecar a los suyos para poder acercarse a esa clase, a sabiendas de que nunca será un@ de ellos.
Esta generación se mueve por la moda, la moda es efímera, quieren ser tendencia, quieren ser esnobs, y no llegan ni a modernos de pueblo. Una generación que hoy se siente huérfana e incomprendida, que busca cobijo en un grupo social, el sentimiento de pertenencia, el que te acepten, el tener muchos mensajes en el whatsapp y muchos “me gusta” o “likes” en redes sociales.
Las situaciones de crisis han sido habituales ¿Hoy estamos peor que después de salir de una dictadura donde los derechos apenas existían? Déjenme que lo dude ¿Algún partido político en el mundo te garantiza la plena empleabilidad tras terminar tus estudios? Ninguno, sólo utilizan la demagogia barata para culpar al otro. Si alguien que viene en patera, sin contactos, sin cv, sin papeles, sin nacionalidad y sin saber el idioma te quita el empleo, el problema lo tienes TÚ. Pero claro, lo fácil es echarle la culpa al otro.
La disidencia intelectual surge para combatir la autocracia y el modelo iliberal que nos venden, jugando un importante papel en política. La disidencia intelectual ayuda a cuestionarse las cosas y a liberarse de la censura, construyendo un contrapoder.
Hoy los subversivos están callaos, muchos selfies, mucha foto de postureo para redes, pero falta de valor para poner patas arriba la política. Esos subversivos de ayer, son hoy dóciles y obedientes, donde muchos tienen un comportamiento mimético, sin criterio propio de ninguna clase donde son incapaces de cuestionar la información que reciben.
La generación actual, ha cambiado comodidad por futuro, que se creen nuevos ricos con salarios mileuristas que les impiden acceder a una vivida, donde les piden toda clase de papeles y avales para entrar a malvivir en un cuchitril. Se creen nuevos ricos porque se compran pantalones de 200 euros y móviles de 1500, y pagan un seguro médico de 60 € al mes pero sin pensar cuánto les costara una operación. Juegan a la ruleta rusa con su vida y no se dan cuenta.
Una generación que su espíritu revolucionario y disidente empieza en el bar de la esquina y termina el grupo whatsapp de cuñaos o en su cuarto en un sillón confortable y cascos de grandes dimensiones. Pero si hay una guerra que a ellos ni los llamen. Se autodefinen como librepensadores y todos sueltan el mismo speech como si fuera un corta y pega.
A través de la perversión dialéctica y la manipulación del lenguaje el capitalismo extremo a drogado a una generación entera vendiéndoles una vida low cost con trabajos precarios y sueldos basura. Una generación que está demasiado cansada para levantarse a las 8 y luchar por sus derechos. Se creen burgueses y no llegan a curritos.
Hoy los subversivos están callaos para no molestar y que no les muevan la silla. Hablan y hablan, dicen todo y no dicen nada, son temerosos de la ira de sus amos, prefiriendo ser siervos a rebeldes sin causa.
Donde bajo el síndrome de Estocolmo, la mayoría silenciosa ha decidido y aceptado que sus “secuestradores” hagan con ellos lo que quieran. “Secuestradores” con los que se identifican, comprenden y justifican.
La lucha de clases ha sido abandonada por la desidia y el conformismo social. La lucha de clases es la fuerza motriz de la evolución histórica en la sociedad de clases, donde las formas de lucha son diversas, y estas van desde la economía a la política pasando por la teórica y la academia. Donde cuando unos suben, los otros bajan.
La sociedad está huérfana de referentes y es momento de defender con uñas y dientes lo nuestro sin miedo a las consecuencias, ya que cuando no tienes nada, no tienes nada que perder en esa lucha.
Sobre este blog
Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
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