Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
Islamofobia en Europa: más odio, más votos
Con una diferencia de escasas semanas, han tenido lugar 2 hechos que beben de la misma fuente, esa fuente que alimenta el odio social hacia los otros. En noviembre, tenía lugar la victoria de Geert Wilders, mientras que hace escasos días, veía la luz el video de Rocío de Meer en Níjar, Almería. Ambos casos venden el odio al islam y a los musulmanes como herramienta política.
Junto a la victoria de Wilders, también ha tenido lugar recientemente, la entrada en el gobierno de Finlandia de Verdaderos Finlandeses, segunda fuerza política del país nórdico, además de los importantes avances de Demócratas Suecos en Suecia condicionando ambos partidos la hoja de ruta sobre discurso antiinmigración e islamófobo en el norte de Europa, algo que ha venido a corroborar que el uso durante décadas de la semilla del odio en el discurso político da réditos.
El producto Wilders, Purra o Åkesson no se crea de la noche a la mañana. El producto Wilders, Purra o Åkesson se ha ido gestando durante los últimos 40 años, y para ello ha sido necesario que a nivel europeo fueran surgiendo políticos y movimientos sociales radicales y reaccionarios que vendieran este discurso anti musulmán y antiinmigración, que vendieran el discurso del miedo, la invasión, el cambio cultural y la sustitución poblacional. Foto: Tuit de Geert Wilders “El Islam significa violencia y es incompatible con la libertad”
En los últimos años hemos asistido bajo la excusa de la libertad de expresión o la defensa de nuestras calles a las caricaturas de Mahoma, la quema de coranes, el ataque a centros de menores o mezquitas o a las patrullas antiinmigración para “proteger nuestras calles”, ya sean estas en Suecia o en España. Todo ello en países y grupos sociales que se autodefinen como “democráticos” y defensores de la Ley.
Es necesario tener el contexto histórico completo para entender por qué hoy en día la ultraderecha vende dicho discurso, y por qué hoy esa misma ultraderecha que en los 80 y principios de los 90 todavía era antisemita, apoya abiertamente a Israel en el conflicto palestino israelí.
A principios de los 80 toma cuerpo en Francia el debate de la “invasión islámica”, dejando a un lado el antisemitismo, capitalizando este tema (islamofobia/inmigración) más que nadie Jean-Marie Le Pen. Ya en los años 90, primero el francés Bruno Mégret y posteriormente, el holandés Pim Fortuyn, lanzan proclamas islamófobas. Fortuyn publicaría en 1997 el libro “Contra la islamización de nuestra cultura”, reeditado en 2002.
La llegada del S.XXI trae consigo nuevas caras en la ultraderecha islamófoba como Wilders, Jörg Haider, Marine Le Pen o Filip Dewinter. Esta nueva hornada de líderes ultraderechistas, buscan el voto descontento en modo de campaña electoral continua, donde venden que los inmigrantes roban el trabajo, viene a delinquir o que no respetan la cultura local.
Tampoco podemos olvidar otros nombres como el “difunto” por el caso ibizagate Heinz-Christian Strache, su delfín Sebastian Kurz, los italianos Umberto Bossi, Matteo Salvini y Giorgia Meloni, o el finlandés Jussi Halla-aho. Marine Le Pen fue juzgada por incitar al odio racial contra los musulmanes, mientras que Jussi Halla-aho fue condenado por el Tribunal Supremo de Finlandia a pagar una multa por sus publicaciones en un blog antiislámico.
En marzo de 2003, aparece en escena un tal Filip Dewinter. Dewinter concedería una entrevista nada casual a un periódico judío ortodoxo, donde vendió un enemigo común entre la comunidad judía y Vlaams, el Islam. Dewinter sería uno de los pioneros en declarar “el Islam es ahora el enemigo número uno, no sólo de Europa, sino de todo el mundo libre”. Dewinter más tarde, tendería lazos con la ultraderecha catalana. Foto: El líder del Vlaams Belang Filip Dewinter en el centro de la imagen junto Enric Ravello, Ester Gallego, presidenta de SOM, Hilde de Lobel y Kevin Gareth Hauer (de izquierda a derecha).
Wilders publicaría en internet en 2008 la película Fitna sobre el Corán. En 2016 el político holandés de extrema derecha sería declarado culpable de incitación y fomento de la discriminación.
Estos partidos y sus líderes, han ayudado en estas cuatro décadas a meter este odio en las venas de las sociedades europeas, ya que todos han vendido, ya sea a través de sus idearios o los discursos que exponían ante su militancia, mediante su narrativa, una imagen violenta del otro, del “enemigo”. Un enemigo, que según ellos, amenaza nuestra raza, nuestros valores, nuestro bienestar/recursos, e incluso, nuestra propia supervivencia como sociedad.
También durante estas décadas, han visto la luz grupos y movimientos tales como el Movimiento de Resistencia Nórdico, Soldados de Odin, Juventudes Nórdicas, La Liga de Defensa Europea, los Patriotas Europeos contra la islamización de Occidente, Pegida, Vigrid, Devenir Européen, el Movimiento Pro-KÖLN, Pax Europa, la iniciativa Ciudades contra la Islamización (CAI), el grupo de protesta Casuals United, que luego se rebautizó como Pie and Mash Squad, los franceses Faisceaux Nationalistes Europeens, Front d'Opposition Nationale, Mouvement Nationaliste Révolutionaire, Parti Nationaliste Franjáis, SOS-France, organización relacionada con el grupo terrorista Commandos de France Contre l'Invasion Maghrébine o SIOE (Stop Islamisation of Europe), que llegó a crear delegaciones en diferentes países como Dinamarca, Finlandia o Francia entre otros.
Todos ellos han potenciado el discurso de la invasión y de la pérdida de los valores occidentales. Los musulmanes son identificados ajenos a la “civilización occidental”. Siendo históricamente percibidos como enemigos e invasores de aquello identificado como cristiano, europeo y occidental.
El crecimiento del discurso islamófobo que Europa ha llevado a cabo, tiene múltiples raíces históricas, culturales y sociales. Debemos tener en cuenta, que las políticas identitarias que la extrema derecha vende, están basadas básicamente en el nativismo, que busca defender y mantener los fundamentos de la dominación etnocultural y etnonacional existente, donde hablan de la preservación de la raza contra “la sustitución étnica o racial que quieren llevar a cabo las élites”.
Pero es que el discurso de Dewinter, no queda tan lejos. En estos últimos meses hemos podido leer declaraciones como las de André Ventura en Portugal “Proyecto europeo contra el pacto migratorio, contra la inmigración descontrolada, contra las subvenciones, contra el aumento de la delincuencia generalizada en algunos Estados europeos y contra la destrucción de la matriz cultural cristiana de Europa”. Sergio Macian en España “Ayer estuve renovando el pasaporte de mis hijos en la Oficina de Tramitación de Tarragona. En el tiempo que estuve entraron seis familias magrebíes con 3 ó 4 hijos hablando en árabe a expedir o renovar el DNI de los niños, que ya son españoles. La sustitución poblacional es real”. Giorgia Meloni en Italia “Si los musulmanes piensan en llevar la guerra santa a Italia, sólo queda bloquear la inmigración islámica hasta que hayan clarificado sus ideas. Defenderemos nuestras raíces cristianas de la islamización de Europa, dejaremos que los bienhechores y los sultanes de todo el mundo lo acepten”. O Athanasiou en Grecia: “Supongamos que un parlamentario tiene una orientación religiosa diferente a la de los ortodoxos, un parlamentario musulmán del norte de Grecia; esto no es una broma, Dios no lo quiera. Si tomamos el ejemplo de que podría dar alguna información a nuestro país vecino [Turquía], desde dónde los inmigrantes pueden ingresar al país, etc., ¿por qué no debería ser controlado [vigilado]? Aquí la seguridad nacional tiene prioridad”.
Por supuesto, España no ha sido ajena a este proceso y discurso. Los últimos ejemplos de esa larga lista de actos y acciones llevadas a cabo por políticos y grupos sociales vinculados a la extrema derecha y nazismo de España, los hemos vivido con el video de Rocío de Meer o en las manifestaciones de Ferraz, donde los acólitos ultraderechistas que supuestamente se manifestaban contra la amnistía cantaban con alegría y regocijo (nótese la ironía) “Con los moros no tenéis cojones”; o “España cristiana, nunca musulmana”. Todo esto ha ayudado a instalar en la sociedad un discurso reaccionario. Nombres como Josep Anglada, Ravello, García Albiol, Melisa Domínguez, Isabel Peralta o José Luis Roberto entre otros, han sido algunos de los que han potenciado el discurso islamófobo en España.
Las manifestaciones de Ferraz sirvieron de nexo de unión para militantes de Vox, Democracia Nacional, España 2000, Falange, los “desaparecidos” Hogar Social o Bastion Frontal o los herederos de estos, Hacer Nación, que ha dado cobijo a movimientos como Iberia Cruor, El Empecinado, Españoles en Acción, Málaga 1487, El Galeón o Acción Social Asturias entre otros. Todos ellos comparten puntos como la inmigración, el ultranacionalismo o la islamofobia. Foto: Santiago Abascal acompañado de Geert Wilders durante la cumbre celebrada por la extrema derecha en Coblenza en 2017
La ultraderecha europea ha marcado en su hoja de ruta con un asterisco proyectar su odio al islam y a los musulmanes, tenga las consecuencias sociales que tenga, teniendo como principales pilares su discurso que este esté basado en el miedo, vender inseguridad social que conlleve la securitización, la publicación de artículos, campañas publicitarias o videos de carácter islamófobo en medios de comunicación o redes sociales con datos falsos, erróneos, inventados o tergiversados, o la criminalización, y estigmatización de las musulmanas y musulmanes. Teniendo como consecuencias más inmediatas el incremento de los delitos de odio y la violación de Derechos reconocidos por principales tratados internacionales de derechos humanos, y la propia Constitución.
Para contrarrestar el discurso del odio en general, y la islamofobia en particular, es necesario la colaboración entre gobiernos tanto a nivel nacional, como a nivel local y autonómico, la sensibilización social, implementar políticas basadas en el respeto mutuo, proponer acciones concretas, organizar eventos para promover la visibilidad de las comunidades musulmanas e implementar cursos de formación. Además, sería deseable, que los líderes religiosos e interlocutores reconocidos, potenciaran la organización de eventos y actividades conjuntas, fomentando con ello, el diálogo y la coexistencia interreligiosa.
El odio entre iguales no puede ser concebido como una herramienta política, y para ello, es necesario la actuación de todas las partes para desactivar la deriva social que están tomando nuestras sociedades.
Sobre este blog
Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.
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