Marchando una de demagogia
Las cosas como son. Si el Córdoba le hubiera metido tres al Valencia esa tarde, a los jugadores del Córdoba que 'cazaron' en un local de ocio nocturno dándolo todo el sábado por la noche les hubieran invitado a lo que quisieran. Les hubieran pasado la mano por el lomo a base de bien y les habrían dicho más de cien mil veces que son los “putos amos”. Pero no. Resulta que son unos espabilados que no honraron la camiseta, unos mercenarios que no sienten los colores. Como si eso fuera posible. Un argelino, un italiano, un esloveno y un portugués. Llevan en la ciudad poco más de seis meses -alguno mucho menos- y todos son titulares del Córdoba CF, colista de Primera División, que lleva cinco partidos seguidos perdiendo. Y que tenía entrenamiento a la mañana siguiente, por cierto.
Ghilas, Rossi, Krhin y Bebé pidieron disculpas a los compañeros y el club les impondrá una multa económica. Y santas pascuas. Ninguno se va a arruinar por eso. Saben, como todos, que no se trata de no salir por la noche -un clásico futbolero, que llega a casos cómicos- sino de que no te vean hacerlo. Discreción. Una palabra desconocida para chavales jóvenes y con dinero, que no hacen más que lo que cualquier otro haría en su lugar. Criaturitas. Si no salen, no pueden desconectar. Lo peor del asunto es que no se conecten luego en su puesto de trabajo, el rectángulo verde. Si ahí funcionan, todo lo demás se solapa. Si una buena racha de resultados puede servir -qué les voy a contar- para dar lustre a la gestión de una directiva y justificar tropelías, es lógico que también provoque alteraciones en la visión del seguidor: de fiestero impresentable a héroe popular sólo hay unos buenos marcadores de diferencia.
Pillaron a esos cuatro. Seguramente el resto estaba su casa, dándole vueltas a ese engorroso problemilla con el balón parado. O arropados en el brasero viendo el polígrafo del Sálvame Deluxe o jugando a la Play. Seguro que sí, ¿no?
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