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González lo tiene clarísimo

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Paco Merino

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¿Que todo parece caerse a pedazos? No. Qué va. Eso es ilusión óptica. O la mirada sucia. Todo tiene arreglo. Hasta un 'segundazo' en el que no piensa Carlos González, que tiene “clarísimo” en qué se han equivocado. Porque si un equipo va por su tercer entrenador en el curso -además de colista destacado y metido en una espiral diabólica de derrotas- es porque ha hecho algo mal o fatal. Pero el Córdoba seguirá fuerte, pase lo que pase. En Primera o en Segunda. Lo ha dicho el presidente en el programa 'El pelotazo' de Canal Sur, en otro episodio impactante de lo que ha venido siendo una 'tournée' por medios nacionales y autonómicos para explicar lo que, francamente, necesita poca explicación: un cambio de entrenador en un equipo que está protagonizando su peor racha en sesenta años de historia. Que son todos los que tiene. Y que está celebrando, de esta peculiar manera, en esta Liga 14-15.

“Si pensáramos que no nos podemos salvar no habríamos cambiado nada. Seguimos igual y hasta el final. Y eso no lo vamos a hacer”, explicó González a propósito de la destitución de Djukic, al tiempo que recordó -a modo de estrategia motivante- dos momentos cumbre en el catálogo de milagros cordobesistas. El primero fue el año pasado, cuando a falta de diez jornadas el Córdoba estaba a dos puntos de distancia del descenso a Segunda B... y terminó subiendo a Primera. El segundo, el récord de José Antonio Romero en el filial en el campeonato 13-14. Lo cogió con un punto y lo sacó del hoyo con una reacción imponente. Le sobró la última jornada. El Córdoba B se salvó estando desahuciado en el grupo IV de Segunda B. ¿Lo puede repetir ahora en Primera? Veremos.

El caso es que González ya lo tiene todo pensado. Dice que hay ilusión, que hay dinero y que hay, también, un entrenador en cartera. Un nombre con mucho peso en el fútbol español. Un tipo que no podía venir ahora porque ya había ejercido. Alguien que tomaría un proyecto de Primera y, si son capaces de seducirle, hasta de Segunda con pretensiones de ascenso. Un perfil, digamos, como el de Joaquín Caparrós. Quizá venga el utrerano. Quizá no. Quizá el Córdoba esté en Primera. Quizá no. Es posible que algunos de los componentes de la plantilla del Córdoba, a tenor de su indolencia en el campo y su descocada vida nocturna, hayan dimitido en la aventura de reactivar a un equipo que seguramente no sienten como suyo. El que no para es González, que lo tiene clarísimo. Se avecinan obras mayores en los despachos. Porque el presidente -al contrario que un sector relevante del cordobesismo- no se imagina el futuro del Córdoba sin él.

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