José Luis Sampedro, un hombre sabio
“La humanidad está por hacer”
J.L. Sampedro
Llevo toda la semana buscándola, quiero guardarla como uno de mis pequeños tesoros y enseñárselo a mis amigos. No se donde está, supongo que en alguna caja en el trastero, o entre los muchos papeles amontonados en algún sitio a los que seguramente nunca volveré a prestar atención, y que sólo por pereza y por el temor de que al deshacerme de ellos sin revisarlos desaparezcan con ellos esos pequeños tesoros traspapelados. Es una fotocopia de la lección magistral que José Luis Sampedro pronunció cuando se jubiló, en 1987, en el mes de mayo, publicada inmediatamente en la revista Economistas, del Colegio de Economistas de Madrid. No la encuentro, pero tiene que aparecer, vale mucho.
Aprendizajes de un metaeconomista es su título, y al valor de la enseñanza que recoge en el texto, y que puedo recuperar fácilmente y releer tantas veces como quiera, para eso están las bibliotecas, yo le sumo el particular de estar firmado por su autor, por el profesor que enseñaba que frente a las imágenes impuestas necesitamos más que nunca el ejercicio de la palabra, siempre a nuestro alcance. Fue en una conferencia en ETEA, a finales de 1989 o en los primeros meses de 1990, que me acerqué al terminar la misma y le pedí la firma en las fotocopias de su lección. Con una sonrisa amplia y bondadosa firmó, y me regaló ese tesoro que ahora no encuentro. En las asignaturas de la carrera que trataban de estructura económica y economía española y mundial, José Juan Romero, querido y admirado profesor, nos había recomendado sus libros y artículos. No sólo los relacionados con la ciencia económica, también sus novelas. Algunas de ellas entraron en el bagaje de mi paso por allí, como Las fuerzas económicas de nuestro tiempo, La sonrisa etrusca, Octubre, octubre, o El río que nos lleva. Luego vinieron más.
José Luis Sampedro siguió enseñando muchos años más después de su jubilación. No ha dejado de hacerlo hasta hace una semana, marchándose con sencillez y modestia, como había vivido. Su fama se hizo mayor al prologar el librito que recogía el manifiesto de Stéphane Hessel. Nos ha enseñado muchas cosas, entre ellas que tenemos mucho trabajo por delante, mucho que hacer; la humanidad -en la que creía menos que en la existencia de los seres humanos- está por hacer, nos dijo; el hombre, por no haber madurado bastante, no sabe vivir junto a los demás en el planeta. Pensaba que hemos crecido a costa de la naturaleza, consumiendo el ahorro de la Tierra, a costa de los países más pobres, y a costa de nuestra vida interior y consideraba que nos enfrentamos a los problemas del siglo XXI con mecanismos del siglo XVII. Sampedro, premio extraordinario de la primera promoción de la Facultad de Economía (1947), contribuyó a romper el modelo castizo con el que se analizaba y describía la economía española al introducir en sus clases textos extranjeros modernos y un enfoque analítico que contemplaba las interrelaciones entre los fenómenos económicos. Así lo señala Fuentes Quintana al tratar la consolidación de los estudios de economía en España en un capítulo de Economía y Economistas Españoles, obra dirigida por él.
Hombre pacífico y moderado consideraba que la violencia no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual, la dictadura de un sistema en el que el dinero y sus dueños tienen más poder que los gobiernos, señalando como camino la obligación individual y colectiva de destronar al dinero como bien supremo, resistiéndonos a que domine nuestras vidas y tratando de no sucumbir al volcán destructor del siempre más del consumismo voraz y la distracción mediática del engaño propagandístico. En su acertado diagnóstico indica que padecemos un exceso de técnica y escasez de sabiduría, confiando en una vía que vendrá de la mano de los que cultivan la sabiduría. Como hizo él.
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