El “esfuerzo fiscal” de los cordobeses
Seguro que la solución, si es que existe, al estado de la cosa a nivel local no está en mantener un debate permanente sobre si la presión fiscal en Córdoba es mayor o menor que en otros sitios. Seguramente no será decisivo que en otra ciudad se pague más o menos que en la nuestra por el Impuesto de Bienes Inmuebles, por el de Vehículos de Tracción Mecánica, o por el impuesto directo, indirecto o tasa, que sea. Las comparaciones son odiosas, dicen; y si se hacen esas comparaciones sin tener en cuenta que existen, además, multitud de factores que no siempre es posible considerar en esquemas simples, no llegaremos más que a visiones parciales de una realidad compleja en la que no se hayan soluciones completas, y mucho menos fáciles, a los problemas que padecemos.
Un esfuerzo fiscal elevado (considerando el esfuerzo fiscal como la relación entre lo que potencialmente se podría exigir y lo que realmente se exige respecto a los tributos), como el que aquí, en Córdoba, soportan ciudadanos y empresas, que no se ve compensado con buenos servicios y unas cuentas públicas saneadas, es ciertamente un problema. Más por la ausencia de resultados que por el esfuerzo realizado.
El alarmante número de personas sin empleo, de hogares en los que todos sus miembros están en paro, y el crecimiento de los precios por encima de la media, son indicadores claros de la caída de la renta en Córdoba. Tenemos que considerar, en consecuencia, que destinamos actualmente, en promedio, un porcentaje mayor de nuestra renta media a cumplir con las obligaciones fiscales, con lo que da igual que el esfuerzo fiscal que nos exigen se mantenga (o lo que es lo mismo, que suban poco o se congelen los tributos), la presión fiscal que soportamos aumenta.
Hoy gobierna el Partido Popular en Córdoba, antes lo hizo Izquierda Unida en coalición con el PSOE. La herencia que ha recibido el PP, nadie lo puede negar, en lo que a cuestiones fiscales y presupuestos se refiere no es nada buena. Ya se encargaron los de antes de que los impuestos y tasas en nuestra ciudad fueran de los más elevados. Por si eso fuera poco, cada ciudadano de Córdoba debe, con un cálculo de esos que gusta hacer a los economistas, casi 1000 euros a entidades financieras si dividimos la deuda del ayuntamiento con dichas entidades. Esto quiere decir, aunque seguro que lo han entendido, que el ayuntamiento debe mucho dinero a los bancos. Habrá que devolverlo. Al mismo tiempo el gasto corriente es muy elevado. No hay recursos para mantener las estructuras. El escenario es complejo, muy complejo.
No se crean empresas en nuestra ciudad y no hay trabajo para tanto parado. No soy el único que conoce a alguien, vamos a llamarle Paco, que ha puesto en marcha un negocio, y ha tenido que cerrarlo antes de dos años, porque los ingresos que generaba no llegaban para cubrir los gastos, entre los que los impuestos y tasas tenían un lugar importante. Y no era un bar.
Lograr el equilibrio necesario para mantener unos servicios adecuados, devolver la deuda, no asfixiar a los ciudadanos y empresarios con impuestos, tasas y precios públicos elevados, y crear condiciones favorables para el desarrollo de actividades económicas que creen empleo y permitan elevar la renta, es complicado. Más aún cuando soportar los sacrificios que nos imponen y exigen los políticos que nos gobiernan no son correspondidos. Así no, desde luego. Así no vale la pena soportar ese esfuerzo.
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