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2013, la “cosa” sigue mal

Fernando Lara

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Me recomendaron hace unos días que viera un vídeo en el que el mundialmente conocido profesor de economía de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, expone cinco razones para el optimismo económico. La recomendación me la hacían para ver si después de ver el vídeo me “curaba” del pesimismo que en lo económico mantengo y para el que no encuentro alivio. Ha sido peor el remedio que el mal. Mientras escribía en Google el nombre del profesor y las palabras mágicas razones y optimismo, pensaba en escuchar argumentos que me hicieran pensar en un cambio a medio plazo de la nuestra cosa. Pero no, lo que encontré fue algo muy distinto. Las razones para el optimismo de Roubini se refieren a la economía global, al ascenso del poder económico, comercial y financiero de los mercados emergentes y al balance general de las grandes corporaciones multinacionales innovadoras y productivas. Ahí es donde se aprecian las tendencias positivas. Para el mundo de las economías avanzadas, el nuestro, el de España, la eurozona, el resto de los países europeos y los Estados Unidos, la recuperación será muy débil, los problemas fiscales y financieros en los países del euro persistirán, sufriremos riesgo de impacto negativo en el crecimiento como consecuencia de la austeridad (algo que ya parece haberse demostrado), y nos afectará negativamente la inestabilidad política en Medio Oriente vía abastecimiento y precio del petróleo (ya está subiendo).

Se argumentan otras razones para el optimismo como la caída de la prima de riesgo de la deuda española, la mejora de la balanza de pagos, el saneamiento del sistema financiero español, la reducción a partir de ahora de las cifras de déficit público (aspecto positivo de las medidas de austeridad que han frenado el crecimiento), o la mejora de la competitividad con el argumento de los menores costes laborales en España. Estas razones ofrecen posibilidades, y siendo algunas causa del sacrificio que estamos padeciendo (los recortes y las medidas de saneamiento), y otras consecuencia de nuestra debilidad económica y precariedad (la caída de las importaciones, que es básicamente el motivo de la mejora de la balanza de pagos y la reducción de los salarios), no acierto a ver las medidas políticas que permitan que se traduzcan en una base firme para el cambio de estructuras y el tránsito adecuado de este modelo acabado a uno nuevo.

Mientras tanto los datos más recientes y cercanos siguen sin presentar síntomas de alivio. En Andalucía el empleo no mejora, los índices de comercio al por menor, de ventas en grandes superficies y de producción industrial ha caído en 2012, y es muy posible que la inflación aumente como consecuencia del incremento del precio del petróleo (aunque las rebajas servirán para contener este indicador).

Con estas referencias yo no puedo ser optimista. Si la cosa no cambia les contaré de vez en cuando algo distinto y alegre para que no piensen que soy un tío muy negativo, pero me temo que no se referirá a temas económicos.

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