Libertad(es), en plural

En estos tiempos líquidos, convulsos, agitados e inciertos es tremendamente sencillo pervertir el significado de una palabra. Y tras un confinamiento domiciliario provocado por una de las crisis sanitarias más graves del siglo y sus restricciones asociadas, el significado del término “libertad” en el seno de una sociedad individualista ha mutado drásticamente en el imaginario colectivo.

Piense por un segundo en qué imagen se le viene a la mente cuando piensa en la libertad. Y ahora haga otro ejercicio, recuerde a la última persona con la que ha hablado y reflexione sobre si su concepto es idéntico al suyo. Repita el ejercicio varias veces; el resultado es predecible, para cada persona la libertad tiene un significado diferente.

¿Deberíamos declinar la palabra en plural? ¿y si en lugar de hablar de libertad lo hacemos de libertades? E pluribus unum tiene una raíz latina peligrosa que sigue castigando a la sociedad; porque ese unum no acepta a la pluralidad, sino que resquebraja a la igualdad. Si el concepto de libertad se construye desde un sector concreto al que van asociados una serie de privilegios no podemos, de ningún modo, hablar de libertades, sino que lo hacemos de una libertad, en singular. Pensar en “mi libertad”, en la libertad en singular, es una forma de entender la libertad que posiblemente puede acabar convirtiéndose en opresión para otros.

A modo de conclusión, creo que deberíamos repensar el concepto de libertad y tener muy presente el poder de su plural, libertades. Si la libertad se construye desde la otredad, las libertades deben hacerlo teniendo como base a la igualdad y la empatía social; de esta forma no habrá interferencias entre la libertad individual y las libertades colectivas.