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Google sabe (seguramente) donde vives.

Patricio Soriano

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La privacidad en Internet es siempre un tema recurrente y rara es la semana que no veamos en algún medio de prensa un titular sobre esta cuestión. Muchos de estos sucesos van más allá de lo puramente anecdótico llegando a convertirse en verdaderos conflictos diplomáticos como los recientes casos de espionaje vinculados a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos.

El nombre de Google suele aparecer muchas veces en estas noticias. Se suele hablar del uso que el gigante tecnológico hace de nuestros hábitos en Internet, sobre todo vinculado al manejo que hacemos de su popular motor de búsqueda de contenidos. De forma sencilla, podemos decir que Google va almacenando nuestras búsquedas, sitios visitados o incluso el tipo de equipos que hemos utilizado para hacerse un perfil de nuestros gustos e intereses. Con estos datos Google nos ofrece publicidad, de forma más o menos sutil, a través de sus aplicaciones o mediante anuncios en páginas web. Estas “recomendaciones” pueden estar vinculadas por ejemplo, a ofertas de ropa, usos de aplicaciones tecnológicas o propuestas de viajes y hoteles que sospechosamente coinciden con algunas de nuestras más recientes búsquedas en la Red.

En la mayoría de las ocasiones, somos nosotros mismos los que consentimos el uso y almacenamiento de estos datos. En contados casos solemos pararnos a leer los derechos, deberes y condiciones que debemos aceptar para usar por ejemplo un gestor correo electrónico on-line, darnos de alta en una red social, subir un vídeo o una foto en una plataforma concreta o instalar una aplicación de mapas en nuestro teléfono.

Bien, como la cosa me está quedando un poco “conspiratoria”, les comento que a pesar de todo soy un gran consumidor de  servicios de Google. A día de hoy Gmail, YouTube, Hangouts, Google+ o GoogleMaps son aplicaciones que me son de gran utilidad incluso indispensables desde un punto de vista profesional y también personal. Lo que sí intento es estar atento a estos temas y no alarmarme demasiado cuando leo algún artículo relacionado en Internet.

A pesar de todo, y por la vinculación con el mundo de la (geo) localización del que espero poder hablarles en este blog, enterarme de que Google podía saber dónde vivo, dónde estoy trabajando, por dónde me he movido un día y a una hora concreta o cuál ha sido mi último viaje en coche no dejó de “acojonarme”. Me explico. Gracias a nuestros teléfonos móviles cargados de lo mejorcito en tecnología (GPS, Wi-Fi y navegadores), Google a través de nuestra cuenta puede registrar estos movimientos en lo que se conoce como “Historial de Ubicaciones”. Según la empresa, estos informes “...permiten que Google almacene y utilice periódicamente los datos de ubicación más recientes de tu dispositivo, así como la información sobre actividades como conducir, caminar y pasear en bicicleta, en relación con tu cuenta de Google”. Así Google podrá indicarnos el tiempo de llegada a un determinado lugar, la mejor ruta y aconsejarnos sobre la pizzería más cercana.

Y usted se preguntará ¿cuándo he dado yo permiso a que Google haga todo eso? ¿Se acuerda del día que le entregaron su nuevo teléfono? Al encender y empezar a configurar el nuevo smartphone le aparecieron algunos mensajes avisando del almacenamiento de sus datos por parte de Google que seguramente aceptó para poder ver la última foto de su sobrina en el “guasap”... Pues ahí mismo. Muchos habrán sido cautelosos, tendrán desactivado este servicio o lo han activado deliberadamente. Pero si no está seguro y tiene activa su cuenta de Google en el navedor, sólo hay que pinchar en este enlace y ver el resultado. También comentarle que si está activado, siempre puede borrarlo y desactivarlo, y a otra cosa. Siempre nos quedará Facebook para decirle a todo el mundo que nos hemos ido de vacaciones.

Nota: este que les escribe tenía, sin saberlo, el servicio desactivado por lo que ha tenido que pedir a un amigo, del que no revelará su identidad, una captura de sus movimientos por la capital condal.

Algunos enlaces.

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