Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Quo vadis?
Para mí, la Semana Santa no es ni la paz ni la esperanza, ni un esparraguero o un cachorro, ni angustias ni angosturas, ni dolores ni gloria, ni un cirineo ni una verónica. Ni atascos ni bolsas de pipas.
La Semana Santa, para mí, son Robert Taylor, Deborah Kerr, Jean Simmons, Charlton Heston, Peter Ustinov… Los mejores hombres y mujeres posibles, los que me cuentan la historia, con los que sufro, con los que empatizo, a quienes quiero y a los que comprendo y, por lo tanto, perdono.
Paso la Semana Santa en el sofá, vestido con un chándal desvaído y humilde comprado hace años en el mercadillo, viendo Sinuhé el egipcio, Los Diez Mandamientos, Ben Hur, La Historia más grande jamás contada (título muy malo), Rey de reyes o mi favorita: Quo vadis?, cuya traducción del latín al romance actual castellano sería algo así como: “¿Dónde coño vas con la que está cayendo?”.
Esas películas se convierten para mí en una especie de nave interestelar que, desde el pasado, me promete llevarme al futuro deteniéndome en el presente continuo de mi sofá.
A veces las detengo con mi mando a distancia y salgo a la terraza a fumarme un cigarro y ver la luna llena de Nisán.
Vamos creciendo, tal vez envejeciendo, y no vemos siempre el mismo mar ni la misma película, aunque sean ese mar y esa peli.
Esta semana he vuelto a ver ¿Dónde coño vas con la que está cayendo? y me ha parecido que en la pantalla de mi salón salían Pedro, Pablo, Deborah Kerr-Yolanda Díaz o Nerón, el pirómano. Además de los leones de morro fino.
Con esas películas, las de mi cabeza también, paso está tercera semana de Ramadán, también de Pasión cristiana y de Pascua judía, bebiendo vino, comiendo jamón y bacalao y verduras fritas en tempura porque, como decía Sánchez Ferlosio: “Yo soy un moro judío, que vive con los cristianos; no sé qué dios es el mío, ni cuáles son mis hermanos”.
Mientras, un año más, Palestina e Israel siguen a hostia limpia.
Quo vadis?
Yo qué sé.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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