Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
La democracia y nosotros
Los de mi generación y yo crecimos y fuimos pasando etapas educativas con el decorado de fondo de lo que llaman sacrosanta Transición Española. “Modélica”, escuchábamos decir. Y nos sentíamos bien.
Vivíamos bajo el paraguas de una “Monarquía parlamentaria”, un sintagma que está al borde de ser un oxímoron. De la EGB al BUP yo y los míos éramos felices y crecíamos con la clara expectativa de que íbamos a ser ricos y cresos, que España iba a ganar un Mundial, que Arconada era el mejor portero del mundo y que “Naranjito” se estampaba en nuestras mochilas del cole y era el cromo que siempre venía en el paquetito del “tigretón” (bollería industrial, salto cualitativo del pan con chocolate).
Éramos demócratas y, efectivamente, modélicos para repúblicas bananeras, dictaduras siniestras latinoamericanas y oxidados regímenes al otro lado de no sé qué telón.
Nuestros padres votaban “Sí” en un referéndum y aprendimos la palabra “referéndum” y en el radiocasete del Simca 1.200 sonaba una canción de Jarcha. Era folk moderno o algo así.
En los telediarios de la Única salían imágenes de parlamentos orientales donde se pegaban hostias o se liaban a zapatazos mientras en nuestro Congreso los diputados de todo color fumaban ducados plácidamente.
Mi generación y yo hemos mudado la piel varias veces desde entonces y no somos ricos ni cresos. De hecho, algunos hemos perdido pelo y reconocemos que Arconada se tragó un gol de Platini en una final de la Eurocopa.
Ahora un concejal le llama “carapolla” a un alcalde que no es de su ciudad y eso es un “efecto mariposa” de juguete, un aleteo que apenas provoca un tsunami ni cambia las veleidades del clima.
Mi generación y yo vivimos en Democracia. Y gracias.
Otros, no.
Qué cosas. Qué extraño todo.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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