Es otoño en la calle Alfaros
Objetivo cumplido
Sabemos que es otoño cuando los operarios municipales cortan la calle Alfaros por obras. En el Levante español llega la gota fría. En Sierra Morena, las castañas pilongas. Y aquí, las obras de la calle Alfaros. Cada estación tiene su rutina. Usted podría alegar que las obras se deben programar en agosto para evitar problemas de tráfico. Y tiene más razón que un filósofo presocrático. Eso debería ser lo lógico. Pero, por lo visto, no lo es. Para cumplir ese propósito es preciso planificar. Que es un verbo muy interesante, pero escaso como las setas de pino.
Hoy es 13 de noviembre. Que oiga. Nos acercamos vertiginosamente a la Navidad y la calle Alfaros no falla. Acaba de finalizar la primera fase y aún queda la segunda, cuya ejecución se demorará otros 15 días. Así, al menos, lo acaba de anunciar el concejal de Infraestructuras con la solemnidad propia de su cargo. “Objetivo cumplido”, ha declarado el señor Ruiz Madruga en una enigmática frase que vaya usted a saber.
Porque vamos a ver. Las palabras las carga el diablo. Y el campo semántico de la Delegación de Infraestructuras es un campo minado. Usted dice “objetivo cumplido” y se le revienta una tubería en menos que canta un gallo. Quien dice una tubería, dice un cableado o un pavimento de adoquines, como es el caso. En menos de veinte años, la calle Alfaros ha sido levantada ocho veces. Que se dice pronto. Quiere decirse que, cada dos años y medio, aparecen los operarios municipales con sus vallas de hierro y sus zanjas de tierra para anunciarnos que ha llegado otoño en esta preciosa ciudad del Guadalquivir.
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