Acto de contrición
"Puedo beneficiar más fuera que dentro de prisión"
(José María del Nido. Ex presidente del Sevilla CF)
Hemos llegado a un punto de la civilización en que es casi imposible distinguir una frase seria de un chiste. En ese contexto, ¿qué dirían ustedes que tienen ahí arriba? ¿Un hombre arrepentido de su delito o un aforismo de Groucho Marx? No se esfuercen. Aunque le dediquen el resto de su vida a destripar la frase no saldrán nunca de la duda.
Este hombre que acaba de vomitar un chiste con aspecto de remordimiento de conciencia (o viceversa) participó en el saqueo de los fondos municipales de Marbella junto a otro gran monologuista de nombre Julián Muñoz. Entre los dos inventaron servicios jurídicos que nunca se llegaron a prestar, por los que el señor Del Nido se embolsó 2,8 millones de euros. Que son, para que usted concilie el sueño como un angelito esta noche, casi 500 millones de las antiguas pesetas.
El Tribunal Supremo confirmó en sentencia firme que de las 79 minutas que giró el ex presidente del Sevilla, en solo dos se prestaron servicios reales. El resto eran intervenciones profesionales inexistentes, según la verborrea jurídica usada por el Ministerio Público. Y ahora viene el segundo chiste del artista. Que es cuando dice con toda solemnidad lo siguiente: “Ha sido un error imperdonable, pero creí que lo hacía bien”.
Si usted cruza la sentencia del Supremo y la realidad de los hechos con las palabras de Del Nido comprenderá que nos encontramos en un momento civilizatorio indescriptible. Tanto que se ha paseado por las redacciones de deportes de medio país pidiendo clemencia en lugar de meterse en un programa de variedades. Porque un buen monologuista debe estar donde debe estar y no confundiendo al mundo contando chistes serios.
Eso no se hace, hombre. Que luego la gente no sabe distinguir la verdad de la mentira, la solemnidad de la impostación, el arrepentimiento de la estrategia, la buena fe de la tomadura de pelo. Y, claro, así llegan después los presidentes de los clubes de fútbol de Primera División, que son unas pobres criaturas, y piden el indulto para este delincuente con cara de buena persona que es capaz de cantar una chirigota sin mover un solo músculo de la cara.
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